17500599_xl

BENJAMÍN WEINTHAL, EMANUELE OTTOLENGHI

 

La pregunta no es si se puede confiar o no en que Irán sostenga el acuerdo nuclear que está siendo negociado ahora en Viena (no puede), sino si se puede confiar en que el gobierno de Obama y sus socios del P5+1 castiguen a Irán cuando este viole el acuerdo.

La experiencia muestra que a menos  de que Irán viole el acuerdo en forma escandalosa, la reacción será ignorarlo. Por ejemplo, Irán se salió con la suya vendiendo más petróleo que el que debió haber vendido en virtud del acuerdo provisional. Más ominosamente, Teherán presionó repetidamente sobre los aspectos técnicos del acuerdo—tal como límites sobre sus reservas de uranio—y se salió con la suya. El gobierno de Obama y las otras potencias occidentales han invertido tanto en sus esfuerzos diplomáticos que negarán que alguna vez ocurrieron tales violaciones.

Ahora han surgido más pruebas de las violaciones iraníes. Hace poco han sido publicados dos informes con respecto a los intentos de Irán por adquirir en forma ilícita y clandestina tecnología para sus programas nuclear y de misiles balísticos. Ellos muestran que la adquisición por parte de Irán continúa a ritmo sostenido, si es que no no más rápida que antes de que fuera firmado el Plan de Acción Conjunto en noviembre del 2013. Pero el temor de abochornar potencialmente a los negociadores y hacer descarrilar las negociaciones ha hecho a algunos estados reticentes a informar las campañas ilegales de Teherán. Si estos países han dudado en exponer a Irán durante las negociaciones, es muy probable que se abstengan de informar después que sea firmado un acuerdo.

El primer informe fue dado a conocer el mes pasado por el panel de expertos de la ONU a cargo de informar el cumplimiento con las resoluciones del Consejo de Seguridad con respecto a Irán. El panel destacó que los estados miembros no habían informado importantes violaciones a las sanciones de la ONU y especulaba en cuanto al motivo: o Irán estaba cumpliendo, o los países no deseaban interferir con las negociaciones.

El segundo informe, dado a conocer la semana pasada por la Agencia de Inteligencia Interna de Alemania es menos ambiguo. La Oficina Federal para la Protección de la Constitución, nos confirmó que Irán continúa buscando tecnología ilícita para sus programas nuclear y de misiles balísticos.

Irán ha tenido una larga historia de tratar de obtener tecnología nuclear de empresas alemanas, especialmente buscando formas de transportar mercadería evadiendo las sanciones internacionales. Desde noviembre del 2013, Teherán ha buscado computadoras industriales, cámaras de alta velocidad, cable de fibra y bombeadoras para sus programas nuclear y de misiles. Parece que la predisposición de Irán para negociar no refleja ningún cambio de política de fondo. Más bien, es una retirada diplomática táctica forzada por la angustia económica, no una reflexión estratégica de sus prioridades.

El engaño de Irán debe dar a los negociadores occidentales resolución adicional para imponer garantías acorazadas en el acuerdo. Ellos deben obligar a Irán a divulgar sus actividades anteriores, incluyendo sus intentos de adquisición posteriores al Plan de Acción Conjunto, e imponer inspecciones duras e  intrusivas, “en cualquier momento, en cualquier lugar”, antes que sean suspendidas las sanciones, por no decir levantadas.

En su lugar, la falta de información a la ONU, a pesar de las pruebas de engaño sugiere una falta de resolución por parte de las naciones occidentales, y su disposición a menoscabar casi las violaciones más evidentes. Esto no augura nada bueno para el futuro. Si las potencias occidentales están reticentes a penalizar a Irán por tratar de evadir las sanciones debido a que temen echar a perder las negociaciones, ¿qué sucederá en el futuro cuando las potencias occidentales tengan todavía más interés en preservar un acuerdo?

 

Fuente: The Weekly Standard

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México