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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Una visión diferente

Una década atrás la conformación de un mundo globalizado ya era evidente; empero, no para todos; fue entonces que bajo el patrocinio de la Universidad Anáhuac y la Editorial Porrúa se publicó un libro de mi autoría en el que explicaba cómo había surgido el fenómeno de la globalización, básicamente impulsado por el extraordinario avance tecnológico, y, cuáles eran sus principales impactos en la producción de bienes y servicios, en el consumo, en los hábitos de vida de la gente, en la cultura y en el medio ambiente, entre otros. El libro, poco extenso, empero, didáctico y con un lenguaje sencillo, fue fruto de cursos que di en los postgrados de varias Universidades particulares en el país y en diferentes asociaciones profesionales y empresariales. Dos años después la Editorial Porrúa realizó una reimpresión del trabajo.

En el libro planteé algunas tendencias que podría seguir el proceso de la globalización en el futuro inmediato… posiblemente una gran crisis; de hecho denominé al libro ¿globalización de la crisis o crisis de la globalización? Desafortunadamente mis vaticinios se hicieron realidad en el 2008 cuando la quiebra del Banco Leeman Brothers desató la mayor crisis desde la Gran Depresión de finales de los veintes y principios de los treintas del siglo pasado, de la cual todavía hoy en día la economía mundial vive sus secuelas.

Así, en el prefacio del libro consigné que la globalización como se concibe en el presente no sólo se refiere a un fenómeno económico y social, sino que trasciende esta visión, y se evalúa como una filosofía de vida; una forma de actuar de los individuos conforme a una escala de valores específicos: un modus vivendi. Así, la globalización ha dejado de ser un proceso en evolución del hombre para convertirse, alimentado por la innovación tecnológica, en una parte inherente al desarrollo humano; más adelante añadí que con las estructuras globalizadas, las empresas y las naciones están alcanzando niveles de productividad históricos, que son el principio de un mundo insospechado de eficiencia, pero al mismo tiempo se observan crecientes rezagos en el bienestar de la población mundial y un significativo e irracional deterioro de los recursos naturales, y en general, del medio ambiente, que ha derivado en crisis recurrentes que cuestionan la viabilidad de la globalización en el largo plazo, y que al mismo tiempo, conducen a una reflexión que asume que las sociedades por su propia naturaleza tienden a experimentar crisis periódicas, pero se cuestiona si con la globalización se profundizan y son más frecuentes.

Todo lo anterior viene a colación porque la innovación tecnológica ha sobrepasado a la imaginación del hombre al igual que los ciclos de la economía, a la forma de hacer negocios y a la esencia del hombre mismo. Como individuo de la tercera edad y, a pesar de tener antecedentes empresariales, en la investigación y enseñanza a nivel superior, me siento cada vez más marginado por la nueva visión del mundo; leo libros y artículos especializados y no entiendo el nuevo lenguaje que dominan no sólo los jóvenes y hombres de mediana edad, sino incluso, adolescentes. Ni que hablar del manejo de las nuevas tecnologías virtuales; la experiencia cuenta, sin embargo, en cierta forma resulta obsoleta frente a la nueva realidad tecnológica y la extraordinaria evolución de la sociedad que parece dirigirse a un mundo, para mí no pensado; así por ejemplo, el comercio electrónico se ha convertido en una doble herramienta para incrementar las ventas en empresas y mayor beneficios para los consumidores, que cada vez son más exigentes, informados y con un mayor poder de elección, que utilizan la tecnología como aliada y demandan que esté integrada a soluciones y ambientes que vayan más allá “de una simple compra in-store”.

Así mismo, los planes de negocios de las empresas que pretenden ser exitosas no solo dependen de la estrategia y la planeación de las mismas, también deben de contar con plataformas tecnológicas para ver qué sucede dentro de las mismas y para acceder a los mercados a fin de que puedan implementar tableros de control de negocios que permitan monitorear el desempeño de cada área en tiempo real para hacer ajustes inmediatos cuando las metas planteadas, sean de producción, ventas y demás, no han sido alcanzadas.

En el presente, es evidente que son los denominados jóvenes emprendedores los que están impulsando nuevos modelos de negocios y el uso de nuevas tecnologías. Así, la tecnología se extiende a todos los ámbitos de la vida, es el caso particular de la plataforma de taxis Uber, que surgió de un problema simple de cómo conseguir un taxi rápidamente, con buen servicio y a un precio razonable a cualquier hora del día o de la noche.

Los jóvenes “son los que tienen un mejor entendimiento de los conceptos y usos de la tecnología por el simple hecho de que nacieron con ellos, es algo natural con lo que han crecido”; para los adultos, sobre todo los mayores, no es fácil adaptarse a los nuevos esquemas tecnológicos que pueden facilitar su vida; los jóvenes no deberían ser tan arrogantes en compartir con los viejos sus habilidades y conocimientos tecnológicos.

En este marco, el analista económico Jorge Suarez Vélez, señala en relación a que si en Latinoamérica no se hacen profundos cambios en el sector tecnológico, innovar y atraer recursos para desarrollar propiedad intelectual, se condenará a las futuras generaciones a hacer lo mismo que las pasadas: comprar espejitos a cambio de vender oro. Suarez Vélez dice que hoy vendemos petróleo, cobre, e incluso manufacturas básicas a cambio de software, aplicaciones, dispositivos y otras soluciones en los que pagamos, principalmente, por el derecho de utilizar herramientas o productos desarrollados por el ingenio y la capacidad de terceros.

Las autoridades educativas de México no pueden concentrarse en la evaluación de los maestros para mejorar la calidad de la educación, sobre todo la básica, paralelamente y, con ímpetu, precisan echarle ganas y recursos a los sectores que demandan conocimiento, como el energético o el aeronáutico, que están cobrando fuerza en México; no obstante, si no se forman internamente los cuadros laborales que se requieren, se cubrirán con personal foráneo.