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ELY KARMON

A medida que el mundo se prepara para implementar el acuerdo sobre el proyecto nuclear de Irán, la forma más peligrosa de armas de destrucción masiva, debemos tomar nota de lo ineficaz que ha sido la supervisión internacional del desmantelamiento del arsenal químico de Siria.

El artículo del 23 de julio de 2014 del WSJ, “La misión para depurar Siria de armas químicas se queda corta”, ofrece una imagen sumamente alarmante de la operación internacional dirigida por la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW) para desmantelar el arsenal químico de Siria.

Resumamos la minuciosa descripción del periódico.

Los líderes sirios mintieron desde el principio acerca de las cantidades y la calidad de su arsenal químico (por ejemplo, Siria afirmó tener solamente 20 toneladas del agente de gas mostaza, mientras que los servicios de inteligencia esperaban que tuvieran cientos de toneladas).

A los inspectores sólo se les permitió acceder a los emplazamientos que el régimen de Assad había declarado ser parte de su programa de armas químicas, y con un previo aviso de 48 horas.

Los inspectores descubrieron una flota de instalaciones móviles para la producción de armas químicas alojadas en camiones de 18 ruedas, que se diferenciaba de cualquier otro programa visto con anterioridad.

En algunos emplazamientos, los inspectores sospecharon que los vigilantes eran miembros del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Iraní, o bien una milicia chiíta apoyada por Irán que llevaba uniformes del ejército sirio.

El ejército sirio añadió varias instalaciones de investigación a su declaración oficial sobre los emplazamientos de armas químicas, y no lo hizo hasta octubre de 2014; entre dichas instalaciones figuraba también una de Damasco presentada a los inspectores en mayo de 2014 como un genuino centro de investigación civil.

La postura de los gobiernos implicados y de los inspectores de la OPCW ha sido, como mínimo, cohibida, si no directamente tolerante.

Los EE.UU. y otras potencias nunca han ejercido el derecho a exigir acceso a los emplazamientos no declarados, porque “no querían enfrentarse con el régimen”.

Las agencias estadounidenses de inteligencia le pusieron oficiosamente al régimen un notable alto por su sinceridad, pese a que muchos inspectores se mostraron escépticos cuando Siria alegó que habían destruido cientos de toneladas del agente de gas mostaza antes de aceptar las inspecciones.

Los miembros de los equipos de inspección no insistieron en obtener respuestas sobre asuntos importantes porque les preocupaba que eso perjudicara su “objetivo primordial” de deshacerse de las 1.300 toneladas de productos químicos admitidos.

Según el WSJ, ese año agencias de inteligencia americanas rastrearon el creciente uso del régimen sirio de bombas cargadas de cloro, así como la producción de bombas más efectivas de ese tipo por parte de científicos sirios.

Es extraño que estas agencias llegaran tan tarde a esta conclusión, mientras los medios de comunicación internacionales publicaban una amplia información acerca del uso de cloro por parte del régimen durante la primavera de 2014. En esa época, el autor de este artículo evaluó que el régimen de Assad había decidido cometer atentados químicos menores con cloro (menos letal e impactante que el gas mostaza o el sarín), con el fin de ganar batallas tácticas en zonas estratégicas, tales como los alrededores de Damasco y el noroeste de Siria.

Contrariamente a su evaluación inicial –que Assad había destruido todas las armas químicas que poseía-, hace pocas semanas la CIA “concluyó que la imagen de los servicios de inteligencia había cambiado y que cada vez había un mayor número de pruebas de que Mr. Assad mantenía depósitos de substancias químicas prohibidas”. La agencia de inteligencia estadounidense sugiere que Assad puede estar preparado para utilizar armas químicas si bastiones gubernamentales (como Alepo o Latakia) se ven amenazados por combatientes islamistas.

Dicha evaluación fue presentada por este autor tras la firma del acuerdo entre EE.UU. y Rusia, en septiembre de 2013, porque veía con escepticismo que una Siria gobernada todavía por Bashar Assad y siempre atenta al frágil futuro de la comunidad alauita estuviera preparada para renunciar a todo su arsenal químico, como proponía el plan ruso-americano.

Un exhaustivo informe del ICT (Instituto para Combatir el Terrorismo) de Herzlyia, Israel, titulado “Armas químicas en Siria: la amenaza terrorista”, que destacaba las capacidades de Siria en relación con las armas químicas, fue publicado unos días antes del acuerdo del 14 de septiembre de 2013 llamado “Marco para la eliminación de las armas químicas sirias”. El informe calculaba que Siria tenía entre 45 y 50 instalaciones y bases militares implicadas en la guerra química.

El general de brigada Zaher al-Saket, ex jefe de las armas químicas en la quinta división del ejército sirio, que desertó a la oposición de Assad en abril de 2013, reveló informaciones de que el presidente sirio estaba eludiendo los términos de un acuerdo negociado con Rusia para destruir las armas químicas, a base de transferir algunas de las reservas a sus aliados: a Hezbolá, en Líbano, y a Irán. Saket advirtió de posibles discrepancias entre los 23 emplazamientos que Siria había declarado a las Naciones Unidas y su arsenal químico real. Dijo que unidades bajo su mando habían movido municiones químicas en 32 emplazamientos diferentes, pero que había más ubicaciones secretas por las que sus fuerzas no se habían desplegado; en total, cerca de 45 emplazamientos.

Cabe señalar que la comunidad internacional ya ha experimentado que Siria, pese haber firmado el Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (NPT), es propensa a mentir acerca de sus proyectos relacionados con las armas de destrucción masiva.

Tras el ataque aéreo contra el reactor de plutonio de estilo norcoreano en Deir al-Zor, Siria, en 2007, presuntamente cometido por Israel, Damasco ha hecho todo lo posible por eliminar cualquier vestigio de lo que había pasado allí. Inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que hallaron in situ partículas de uranio sospechosas solicitaron acceso a otras tres instalaciones, puesto que seguían albergando sospechas. Siria rechazó repetidamente las solicitudes de la OIEA para inspeccionar el lugar después de la única inspección llevada a cabo en junio de 2008. Según la OIEA, Siria posee hasta 50 toneladas de uranio natural, material suficiente para tres o cuatro bombas, una vez completado el proceso de enriquecimiento.

La mayor utilización del régimen de Assad de armas químicas anima a grupos de rebeldes y terroristas de Siria a usar los mismos métodos.

Daesh se hizo en junio de 2014 con el control de la gran base química iraquí de Muthanna. Aunque el Departamento de Estado estadounidense le quitó importancia a la captura sugiriendo que la instalación contenía “restos químicos degradados… difíciles, cuando no imposibles, de usar con seguridad para fines militares”, un informe de la CIA de 2007 afirmaba que el área de producción de agentes y precursores de ese complejo no había sido completamente destruida durante la guerra de la Tormenta del Desierto en  1991, sino que habían sobrevivido partes del área de producción y almacenaje del gas mostaza, y la naturaleza exacta de los arsenales de municiones del lugar seguía sin confirmarse.

Las fuerzas del Estado Islámico sí utilizaron algún tipo de agente químico, probablemente gas mostaza, por primera vez en julio de 2014, contra las fuerzas y los civiles de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG) en Kobani, Siria. El Consejo de Seguridad de la Región del Kurdistán afirmó que el Estado Islámico había usado cloro en un ataque suicida con un camión bomba, el 23 de enero de 2015, contra las fuerzas de los Peshmerga en el norte de Irak. Más tarde, parece ser que el Estado Islámico manufacturó rudimentarios proyectiles de artillería químicos de guerra y, en tres ocasiones, atacó con ellas posiciones kurdas en Irak y Siria.

Si éste es el historial de la comunidad internacional en cuanto al desmantelamiento y la inspección de las instalaciones químicas y nucleares de Siria, ¿cómo exactamente se van a conseguir mejores resultados en la inspección de la vasta infraestructura nuclear iraní? ¿Sería responsable Irán -el gato que protege la leche- de recoger sus propias muestras del suelo de emplazamientos nucleares sospechosos y presentarlas a la OIEA para que las inspeccione, tal y como se expuso durante la comparecencia pública del Secretario de Estado John Kerry ante el Senado de los EE.UU.?

Fuente:elimparcial.es

#NoalAcuerdoNuclear

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