Xinai Kim, una mujer cristiana de Seúl, se ofreció de voluntaria en un kibbutz israelí y se enamoró de Israel mientras doblaba la ropa de los miembros del kibutz • Ahora, armada con un doctorado israelí y hebreo fluido, enseñará la Biblia a los coreanos.

Xinai Kim
Xinai Kim. (Crédito de la foto: Yonatan Shaúl)


AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Con su toga y birrete, Xinai Kim recibió su doctorado hace unas semanas en una impresionante ceremonia en la Universidad de Bar-Ilan en Ramat Gan. Estaba tan emocionada y era tan diferente a los otros 259 nuevos doctores. Xinai, de 43 años, cristiana observante de Corea del Sur, decidió hacer su doctorado en estudios de la Biblia, entre todas las cosas. En Israel, entre todos los lugares.

“Me enamoré de Israel y he leído la Biblia – estudié y aprendí de ella – y encontré tanta profundidad, tanta penetración”, dice, abriendo y cerrando los ojos. “Vine a Israel por primera vez hace casi 20 años, fui voluntaria en un kibutz y estudiante universitaria. Quedé sorprendida por la belleza del país, principalmente. Aprendí hebreo en el ulpán. Sinceramente, gracias a Dios que vine aquí”.

“Es cierto, yo creo en Dios y en Cristo, pero más que nada quiero servir de puente entre el cristianismo y el judaísmo”, dice.

Nos reunimos en la Universidad Bar-Ilan. Xinai muestra el tipo de decoro y costumbres que, sin duda, son trasplantados de otros lugares. Cuando se da cuenta que llegará unos minutos tarde a nuestra reunión, me envía un mensaje de texto para avisarme. Su aspecto la delata inmediatamente, lo que hace su fluidez en hebreo aún más notable. Habla de forma fluida, clara, inteligible. Ni una pizca de arrogancia o jactancia. Al contrario, da la impresión que le da vergüenza hablar de sí misma como recién doctorada.

“Estaba muy emocionada durante la ceremonia. Me reí mucho”, dice. “Estaba tan eufórica. Bastantes conocidos mío vinieron a la ceremonia, de Corea del Sur y de Israel. Estaba enormemente orgullosa de estar allí de pie con los otros doctorados”.

Nació en Seúl, capital de Corea del Sur. “Mi madre no podía quedar embarazada, y mis padres, obviamente, estaban muy preocupados. Rezaban y leían la Biblia – el Nuevo Testamento – y su iglesia constantemente oraba por ellos. Mi padre era oficial del ejército de Corea del Sur y mi madre estaba principalmente en casa. Después de cinco largos y agotadores años, finalmente ocurrió. Se alegraron mucho cuando lograron concebir, y yo nací”.

“Incluso de niña, mi padre siempre me sentaba en sus rodillas y me leía la Biblia y el Nuevo Testamento. Así me criaron. Lo absorbí en casa”, dice Xinai. Cuando tenía 5 años, nació su hermana. Las dos hermanas tienen una relación muy estrecha, hasta hoy.

“Crecimos juntas, y por desgracia tuvimos una gran tragedia de niñas. Yo tenía 9 y mi hermana sólo 4 cuando nuestro padre murió repentinamente como resultado de la presión arterial alta. Nuestra madre, Honzu, se quedó sola con nosotros. Sólo tenía 34 años, con dos hijas pequeñas. Lo hizo todo para criarnos correctamente, para que tuviéramos tanto como fuera posible y para que hubiera alegría en la casa a pesar de la tragedia y la gran pérdida de nuestro padre. Hablábamos de nuestro padre como si estuviera vivo. Él estaba muy presente en nuestras vidas”.

Al acabar la escuela secundaria, Xinai obtuvo una licenciatura en educación cristiana. Entonces, hace 19 años, con 24 años, comenzó su romance con Israel. Se ofreció a trabajar en el kibutz Kfar Haruv en el norte y se colocó en el departamento de lavandería del kibutz. “Doblaba y lavaba la ropa de todos los miembros del kibutz. Hice todo lo que se requería en el departamento de lavandería. Yo destacaba entre la multitud en el kibutz. Era la primera vez que una persona asiática llegaba allí de voluntario”, dice con una sonrisa.

Recuerda con cariño sus días en el kibutz. “Me trataron maravillosamente, con verdadera bondad. Mi jefa en la lavandería realmente me apreciaba y me invitaba a su casa. Encontré una manera completamente diferente de compartir la vida y de apoyo mutuo. Me sorprendió lo hermoso que era el kibutz, y lo hermosa que era Israel y qué cálida y amorosa es la gente aquí”.

Xinai recuerda, “yo sabía de Israel sólo de la Biblia, y de repente me encontré con la tierra misma, la tierra, y todo el poder que tiene. Estaba muy intrigada y quería aprender sobre el pueblo judío, su sufrimiento, y su relación con el cristianismo.

“Me encantó el tiempo que pasé como voluntaria en el kibutz. Leí la Biblia. Empecé con Génesis pasando por Isaías y Ezequiel. Sentí que de esta manera podía conectar con Israel y el kibutz y con el judaísmo. Por desgracia, tuve que regresar a Seúl después de varios meses porque quería continuar mis estudios en educación cristiana”.

Entonces, hace 16 años, llegó el gran cambio, acompañado de profunda tristeza, todo a la vez. “Mi madre fue diagnosticada con cáncer. Eso trastocó mi mundo. Entré en un periodo de tristeza y gran tensión. Rezaba todo el tiempo para que se curara y le rogué a Dios que curara a mi madre. “No te la lleves a ella también”, le supliqué. Día y noche hablaba a Dios. Nunca dejé de pedir a Dios que nos dé un milagro”.

Lamentablemente, sus oraciones no fueron respondidas. “Un año después de ser diagnosticada, mi madre, a la que tanto amaba, que crió a mi hermana y a mí sola con toda su fuerza, murió de cáncer. Su muerte me llevó por un viaje tortuoso de profunda introspección. Me pregunté si realmente había un Dios, y dudé de mi fe en Él. Después de todo, ya no tenía padre ni madre. Confiamos en Dios todos esos años, así que ¿por qué no curó a mi madre? Caí en oscuros pensamientos sobre mi fe. Principalmente estaba enojada con la vida y mi gran pérdida y mi dolor. Trabajé en una iglesia en Seúl y fui al sacerdote y le dije que no estaba segura de mi fe. Necesitaba aire y libertad. Tenía que hacer algo diferente”.

La iglesia vio su angustia y le concedió una excedencia especial de seis meses. Así fue como se encontró de nuevo en Israel. “Me dije a mí misma, ¿dónde debo ir? ¿Dónde encontraré algo de paz? Me di cuenta de que sólo en Israel la encontraría. Estaré sola, ante Dios. Sería mi momento de estar sola ante Él. Tenía muchas preguntas, y la principal: ¿Por qué te llevaste a mi madre?”

Ya en Israel, Xinai alquiló un apartamento en Jerusalem. “Era invierno. Hacía frío y estaba muy oscuro, daba miedo. Yo estaba sola, extranjera en una tierra extraña, no hablaba el idioma, no tenía familia ni amigos. Hubo épocas en que pasé noches enteras llorando, me sentía sola, pero también sentí el abrazo de Dios. Sentí que estaba conmigo; que yo no había venido aquí para nada, sentí que había algo muy especial reservado para mí en Israel”.

Relata que con el tiempo, empezó a conocer gente. “Fue también a través de la ‘Casa de la Asamblea de la Redención de Jerusalem’ en la ciudad. Es un grupo de creyentes de todas las religiones que creen en la Biblia y en el Nuevo Testamento y en Jesús a quien Dios envió como mesías. Incluso encontré al azar gente de Corea del Sur que estaba en Jerusalem”.

Un día frío de invierno, dice, estaba sola en una parada de autobús, llorando y añorando a su madre. La lluvia caía con fuerza y ​​sintió la pérdida y el dolor con profunda intensidad. “De repente, como si Dios lo enviara, un hombre se me acercó y me empezó a hablar. Resultó que también era de Corea del Sur. Nos hicimos amigos, y me invitó a su casa en Jerusalem para tomar un poco de sopa caliente. Otras personas a las que conocí en todo tipo de lugares, también en la universidad, sobre todo calentaron mi corazón. También conocí al sacerdote coreano de la Casa de la Asamblea de la Redención de Jerusalem, de quien me hice amiga. Me ayudó mucho aquí”.

A los seis meses, Xinai regresó a Corea, pero en su corazón quería quedarse en Israel y estudiar la Biblia. Hace 14 años, decidió regresar por tercera vez. Volvió a alquilar un apartamento en Jerusalem y recibió una beca para un programa de maestría en judaísmo en la Universidad Hebrea. Al mismo tiempo aprendió hebreo en un ulpán en la ciudad. (“¡Guau! No fue fácil aprender hebreo. Pero yo sentía que conectaba con la gente de aquí, con la cultura, con los israelíes”).

Xinai hizo muchos amigos, sobre todo en la universidad. “Había algunos estudiantes coreanos conmigo, así como de otros lugares del mundo. Se creó un vínculo y una cercanía entre nosotros y pasábamos tiempo juntos, incluso después de acabar las clases. Era muy importante para mí. Me hacía sentir que no estaba sola, sino rodeada de amigos”.

Hace unos ocho años, Xinai completó su maestría en judaísmo, pero realmente quería quedarse en Israel. “En ese momento yo ya conocía mucha gente. Era feliz aquí, totalmente, y decidí tomar más cursos variados en la Universidad Hebrea. Busqué una manera de avanzar académicamente. Quería perfeccionar mis habilidades y aprender más sobre la Biblia. Decidí buscar un doctorado en algo que tenga que ver con la Biblia”.

“Me reuní con el profesor Ed Greenstein y el profesor Elie Assis en la Universidad Bar-Ilan. Después de muchas conversaciones y bastante guía decidí obtener mi doctorado en Bar-Ilan en Biblia y en hebreo”.

“Mi tesis es sobre la literatura de la sabiduría en la Biblia. Los libros de Job, Proverbios y el Eclesiastés. Tardé seis años, y no fue fácil. Al final escribí 320 páginas (en inglés), pero llegar a eso fue muy difícil. Fue un proceso largo”.

Xinai dijo que cuando comenzó a dar conferencias sobre la Biblia en Europa “me decían que me siento atraída por la Biblia y el judaísmo porque vivo en Israel y obtengo mi inspiración allí. Les expliqué que no estoy a la deriva lejos de la cristiandad y que la Biblia y el Nuevo Testamento siguen siendo fascinantes para mí”.

Al preguntarle cómo puede conciliar su identidad cristiana con su disertación sobre el Antiguo Testamento, dice que “es muy simple. Creo en el mismo Dios que tú. También creo en Jesús. Los judíos no creen en Jesús y no lo aceptan, y esa es la gran diferencia entre el cristianismo y el judaísmo, pero para mí eso nunca fue un problema. Yo veía mis acciones, mis estudios y mi enfoque como una especie de misión de unir el cristianismo con el judaísmo. Yo no derivo lejos de la cristiandad, en mi opinión volví el cristianismo a su fuente, y eso es el Antiguo Testamento. Me ayudó mucho mientras escribía mi tesis”.

Assis, decano de la Facultad de Estudios Judaicos, dice con orgullo: “Inmediatamente reconocí lo especial, inteligente y trabajadora que es. Es el tipo de persona que cae bien a todo el mundo inmediatamente. La guié en todo su doctorado tanto en lo académico como en lo personal. Creo firmemente… en el cultivo de las relaciones personales entre profesores, o decanos en este caso, y estudiantes. Así fue para mí con Xinai. Ella necesitaba mucho apoyo y aliento, porque no tiene familia aquí. Tuvo varios episodios de soledad en los que sentí como si fuéramos su familia. Nosotros, como creyentes, ella y yo, encontramos que tenemos mucho en común. Sus orígenes como cristiana observante es la Biblia, o el Antiguo Testamento, y también cree en el Nuevo Testamento. Fue a partir de este lugar de fe, la Universidad Bar-Ilan, donde la fe y la religión están al descubierto, que se desarrolló el diálogo inspirador”.

Assis relata además que Xinai se siente muy unida a Israel y se ha convertido en una “ávida sionista”.

“Basta con echar un vistazo a su página de Facebook para ver cuánto ama a Israel y qué unida se siente a nuestra tierra. Fue asombroso ver lo mucho que adentró en las cosas, y lo bien que se integra a través de su trabajo doctoral con todo el material de lectura en hebreo y los otros estudiantes de doctorado. Estuve con ella hace varios años en Corea. Di una conferencia en inglés allí y ella traducía al coreano. Me sorprendió su entusiasmo por lo que decía y cómo lo presentaba a la audiencia”.

“Hace varias semanas dio una conferencia especial, en hebreo, a otros estudiantes de doctorado de mi departamento. Habló hebreo con fluidez, su lenguaje era rico y todo el mundo quedó cautivado.

Xinai sonríe por la alabanza. “Mi asesor, el profesor Ed Greenstein, es mundialmente reconocido. Es uno de los profesores más destacados del mundo en literatura de la sabiduría en la Biblia. Tanto él como el profesor Assis no me dejaron sola ni un minuto. Se aseguraron que avanzaba y acababa mi doctorado. Tuve algunos momentos ásperos. No fue fácil. Me deprimí ante los desafíos y el material difícil y mi soledad, y, junto con otros, me dieron mucho apoyo”.

Hace aproximadamente seis semanas Xinai dejó Israel y regresó a Corea del Sur. Hace tres semanas, la Dra. Xinai Kim comenzó a enseñar la Biblia en la Universidad Teológica Metodista en Seúl, donde obtuvo su grado de licenciatura y maestría. Pronto comenzará la docencia en otras universidades de Corea del Sur. “Por un lado, me fue difícil dejar Israel. Decir adiós a tantas personas maravillosas, cálidas que me acompañaron en el camino durante mis años allí”, me dice desde Seúl. “Toda la gente de Jerusalem, Tel Aviv, la Universidad Hebrea, la Universidad Bar-Ilan, el kibutz donde viví y todos los muchos buenos lugares que visité. Por otro lado, no tengo trabajo en Israel. No soy ciudadana, no puedo enseñar la Biblia. Vuelvo a Corea, a mi país, y vuelvo con un doctorado y con madurez. Viviré en el lugar donde nací, con mi lengua y mis creencias. Volveré a estar junto a mi hermana, que es profesora de educación. Estoy muy feliz”, dice.

“Mis alumnos disfrutan estudiando la Biblia y están recibiendo las lecciones bien. Al completar el curso serán ordenados sacerdotes. Es parte del plan de estudios de la universidad, es como estudiar en la Yeshivá para hacerse rabino. Me emocionaba mucho regresar a mi alma mater como Ph.D. Nunca olvidaré el proceso fascinante y desafiante que emprendí en Israel, que me permitió llegar a este punto de mi vida, tanto en lo académico como en lo personal”.

En conclusión, Xinai dice que “hubo muchas buenas personas para mí en Israel. Los extraño ya. Dentro de seis meses, tengo la intención de visitar Israel con un grupo de doctores y profesores de la universidad donde ahora enseño. Los llevaré en una gira de 10 días a Jerusalem, la Galilea y todo Israel. Quiero que vean lo hermoso que es este país, lo acogedor, cálido y cariñoso que es”.

Fuente: Israel Hayom/ Eran Navon

Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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