genesis2013-02

AARÓN LIVERANT

 

Uno de los puntos que podrían parecer más enigmáticos del Libro de Génesis, es la cantidad de tratos que se desarrollan durante la historia, desde los primeros capítulos hasta la Parasha de ésta semana. D-os hace tratos con el hombre, con Cain, con Noé, con Abraham; el hombre con D-os. Recordemos a Jacob haciendo trato cuando  sale huyendo y después tiene el sueño de la escalera con los ángeles; el hombre con el hombre;  Abraham con los moradores de Canaan, con Lot.

Jeuda se encuentra ante José, desconociendo la identidad de éste, tratando de hacer un pacto. “Tómame a mí y deja ir al muchacho (Benjamín) con sus hermanos para no ser testigo de la angustia de mi padre”. Jeuda no le creyó, una vez más no es su hermano el que le preocupa, su trato no es siquiera “por el dolor de su padre”, es un  trato que una vez más busca su propia angustia y su sentimiento de culpa es el que habla.

José, quién durante años no ha tenido comunicación con su familia, llora y se descubre ante sus hermanos. Cada vez que leo esta narración me estremecen las palabras de la Torá.  José gritó: “Que todo el mundo se retire de mí”. Así es que no había nadie cuando José se hizo conocer por sus hermanos. Su llanto era tan fuerte que los egipcios pudieron oírlo y es así como la noticia le llega al Faraón.

José se descubre, años después, en Egipto, su apariencia exterior había cambiado, no así su propia identidad. “Ustedes pueden ver por sí mismos y así como mi hermano Benjamín, que soy yo el que habla”.

José les pide a sus hermanos que lo miren a los ojos y descubran una veta de amos, que hagan un trato, que cuenten con él. “Yo proveeré para ustedes y ni ustedes ni los suyos sufrirán de aquello que deseen”.

Uno de mis poetas preferidos es Mario Benedetti, en una de sus canciones de amor y desamor, nos recuerda de este trato que José hizo con sus hermanos. El trato que D-os hace con su pueblo, no solo cumpliendo las promesas hechas a nuestros patriarcas y a nuestras matriarcas, el trato de amos que tiene para con su pueblo.

“Compañera usted puede cantar conmigo, no hasta cinco o diez, sino simplemente puede cantar conmigo. Si alguna vez me mira a los ojos y una veta de amor descubre, no piense en delirio, a pesar de ella o tal vez porque ella existe, usted puede cantar conmigo. Si otras veces me encuentra huraño, sin motivo, no piense que es flojera, igual puede cantar conmigo”.

Muchas veces he pensado que este es el mensaje de la Torá: El hombre puede contar con D-os. José, en su momento de mayor angustia, cuando ve que Jeuda piensa primero en su bienestar espiritual, se descubre ante sí mismo y sabe que D-os es ante otros pueblos, con él, al tomar la decisión más difícil de su estadía en Egipto. D-os está con José, él lo sabe cuando se descubre ante el Faraón.

A lo largo de la historia el pueblo judío se ha tenido que descubrir ante otros pueblos, pero siempre hemos podido contar con D-os. A pesar de tentarlo innumerables veces, hemos podido descubrir la misma veta de amos en sus ojos. A veces ha sido huraño, con motivo, pero aun así hemos podido contar con él.

“Pero hagamos un trato, quisiera contar con usted. Es tan lindo saber que usted existe.

En  nuestros momentos de angustia, D-os está con nosotros, pero a él  también le gustaría contar con nosotros.

D-os le da al hombre el libre albedrío, nos pide este trato. Cuando en el Sinaí nos da sus mandamientos, nos pide que hagamos un trato.

La historia de José nos habla de este trato, nos habla de nuestra relación con nuestros hermanos, con nuestros semejantes, pero sobre todo de nuestra relación con nosotros mismos, José tuvo que verse así mismo para poder perdonar a sus hermanos.

D-os nos pide, a través de toda la Torá, que seamos éticos, que vivamos una vida santa porque somos su pueblo. Nos pide que actuemos con compasión y respeto como lo hizo José con sus hermanos. No basta ponerse Tefilim en las mañanas, si por la tarde engañamos a nuestros semejantes.

La Torá nos habla del trato de D-os con nosotros, Él lo ha aceptado, pero, ¿nosotros aceptamos ese trato?

En nuestros momentos de dolor y angustia lo llamamos, pero nosotros no dejamos de lastimar a nuestros semejantes.

¿Cuántas veces hemos desoído el llamado de angustia de nuestras parejas, de nuestros amigos, de nuestros semejantes? ¿Cuántas veces nos hemos sentado en la mesa de Shabat como familia y no como consejo de administración?

El judaísmo está basado en el cumplimiento ciego y mecánico de rituales milenarios. El judaísmo es una forma de vida basada en nuestra relación con los demás, con la naturaleza, con D-os. José supo de esta relación y no sólo salvó a su familia, sino al pueblo egipcio en donde él era extranjero.

La Torá nos enseña precisamente eso, la historia de José es una lección de cómo comportarnos en el país en que vivimos sin perder nuestra propia identidad.

D-os nos da un mensaje claro, D-os hace un trato con nosotros, es por eso que cuando cumplimos las Mitzvot (mandamientos), cuando tratamos de ser más éticos, tratamos de hacerle saber que puede contar con nosotros.

Mi padre fue un judío practicante, posiblemente no me enseñó a cumplir con muchos rituales, pero me enseñó que no solo con ellos me puedo hacer presente a D-os. Me enseñó a ser honrado en mi negocio y justo con mis semejantes.

Pero nosotros también hagamos un trato. Esta noche empecemos por escuchar a nuestra pareja, a quienes nos rodean. La Torá fue entregada, en Har Sinaí, estudiémosla y tratemos de cumplir mitzvot, no ciegamente, sino como una forma de hacernos éticos cada día.

Hagamos un trato, tendámosle la mano a quienes nos la pidan y estrechemos aquella que nos brinda con el corazón abierto. Como José disculpemos a los que nos han hecho daño y ofrezcamos disculpas a quiénes hemos ofendido.

Hagamos un trato, enseñemos a nuestros hijos, como lo hizo mi padre conmigo, a ser hombres de bien, a ser buenos judíos.

Sí. Quizás ese sea el mensaje que quiero transmitir. Podemos contar con D-os. Si lo llamamos Él vendrá. Abramos pues nuestro corazón a su palabra. Hagámosle saber que puede contar con nosotros para que como dice Benedetti: “Él sepa a ciencia cierta que sabemos que podemos contar con Él.”