CAROLINE GLICK
Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad palestina, es el orquestador del embate terrorista en Israel. Dijo: “Bendecimos toda gota de sangre derramada por Jerusalem. Ésta es sangre limpia y pura, sangre que fue derramada para Dios. Es la voluntad de Alá que todo mártir vaya al cielo y todo herido recibirá la recompensa de Dios.”

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Mahmoud Abbas, Presidente de la Autoridad Palestina: “Estamos en Jerusalem, nos quedaremos en Jerusalem, defenderemos Jerusalem. No habrá Estado palestino sin Jerusalem”.
Todos los ataques terroristas palestinos que han sido llevados a cabo en las últimas semanas comparten un rasgo común. Todos los terroristas creen que al atacar a los judíos están protegiendo de la destrucción al Monte del Templo.

¿Y por qué no deben creer esta obscenidad? En todos los lugares a los que van, cada vez que encienden sus televisores, leen el diario, van a la escuela o a la mezquita se les dice que los judíos están destruyendo la mezquita al-Aksa. Se les dice que al-Aksa está en peligro. Ellos deben tomar las armas para defenderla de los judíos, a cualquier costo.
Un hombre se encuentra en el centro de este libelo de sangre. El hombre que propaga esta mentira asesina y orquesta la muerte y violencia que es su cosecha sangrienta no es ningún otro que el palestino moderado favorito del Occidente: el jefe de la OLP y presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas.

El 16 de septiembre Abbas dio un discurso. Fue transmitido en la televisión de la AP y subido en su página de Facebook. En él incitó a los palestinos a matar judíos. En sus palabras,”La mezquita Al-Aksa es nuestra. Ellos [los judíos] no tienen ningún derecho a profanarla con sus pies sucios. No les permitiremos hacerlo y haremos todo lo que esté en nuestro poder para defender a Jerusalem.”

Abbas agregó, “Bendecimos toda gota de sangre derramada por Jerusalem. Ésta es sangre limpia y pura, sangre que fue derramada por Dios. Es la voluntad de Alá que todo mártir vaya al cielo y todo [terrorista] herido recibirá la recompensa de Dios.”

Dos semanas después Abbas inició su discurso ante la Asamblea General de la ONU con las mismas mentiras, amenazas e incitación.

Hace casi exactamente un año, Abbas escupió la misma bilis en un discurso, con las mismas consecuencias asesinas. En un discurso ante el Comité Ejecutivo de Fatah en octubre pasado, Abbas dijo, “Debemos impedirles [a los judíos] ingresar al lugar santo en toda forma posible. Este es nuestro lugar santo, nuestra al-Aksa y nuestra iglesia [la Iglesia del Santo Sepulcro]. Ellos no tienen ningún derecho a ingresar en ellas. No tienen ningún derecho a profanarlas. Debemos impedirles entrar. Debemos bloquearlos con nuestros cuerpos para defender nuestros sitios santos. ”

En las semanas subsiguientes las palabras de Abbas fueron retransmitidas 19 veces en la televisión palestina.

Durante ese período terroristas árabes masacraron a rabinos mientras rezaban en una sinagoga en Jerusalem, intentaron asesinar al activista de derechos humanos Yehudah Glick, y asesinaron a judíos parados en las paradas del tren ligero en la capital.

Once israelíes fueron asesinados en ese embate terrorista.

Entonces como ahora, Abbas y sus lugartenientes no sólo incitaron ataques, ellos incentivaron a los aspirantes a perpetradores de matar judíos.

Cada año, la misma AP que afirma pobreza perpetua paga más de u$s100 millones a terroristas encarcelados en cárceles israelíes. Sus salarios alcanzan entre cuatro a siete veces el salario promedio de la AP, dependiendo de la letalidad de los ataques que llevaron a cabo.

El conocimiento popular de los beneficios financieros de las actividades terroristas ha desempeñado un rol crucial en motivar a los palestinos para matar judíos. Esto queda en claro a través de las acciones en las últimas semanas de muchos de los atacantes supuestamente “lobos solitarios” previamente al atentado. Muchos de ellos- como sus predecesores en el embate del año pasado- anunciaron en sus páginas de Facebook inmediatamente antes de llevar a cabo sus ataques su intención de convertirse en mártires para proteger a al-Aksa de los judíos.

El dinero puede ser el mayor incentivo que Abbas y su AP ofrecen a los potenciales terroristas. Pero no es el único. Está también el estatus social que confieren sobre los terroristas y sus familias. Todo aspirante a terrorista sabe que si tiene éxito en matar judíos, será glorificado por los medios de comunicación palestinos y su familia será abrazada por el establishment de la AP -primero y principalmente por el mismo Abbas, quien ha hecho un hábito de reunirse con terroristas y sus familias.

Actualmente, los funcionarios de alto rango de seguridad de Israel están embrollados en una disputa amarga con nuestros líderes electos con respecto a la naturaleza de la ofensiva terrorista actual. La disputa salió a la superficie el miércoles a la noche cuando los generales usaron a los periodistas militares para criticar al Primer Ministro Benjamín Netanyahu por culpar a Abbas por la violencia.

Los generales insisten en que Abbas es un buen chico.

Él está tratando de calmar la situación, argumentan, e Israel tiene que apoyarlo.

Por el aspecto de las cosas, las FDI parecen tener la mano ganadora en esta lucha. Ésta es la única forma de leer el anuncio de Netanyahu el miércoles a la noche que está prohibiendo a ministros del gobierno y miembros de la Kneset visitar el Monte del Templo hasta próximo aviso. La medida de Netanyahu no es más que una señal que él acepta la premisa de Abbas que hay algo errado en que los judíos ejerzan su derecho a visitar el sitio más santo del Judaísmo.

La lógica de los generales para defender a Abbas es bastante sencilla. Durante la actual acometida terrorista palestina ellos han seguido cooperando con las fuerzas de seguridad palestinas controladas por Abbas en Judea y Samaría.

Estas fuerzas cooperan con las FDI en buscar y arrestar a terroristas de Hamas y otros grupos que no están subordinados a Abbas. El hecho que Abbas ha ordenado a sus hombres trabajar con las FDI ha convencido a los generales que él es un actor positivo. Entonces como ellos lo ven, él debe ser protegido.

En su opinión, Israel debe limitar sus operaciones contraterroristas a operaciones tácticas contra los que tiran del gatillo y sus comandantes inmediatos e ignorar la causa general de la violencia.

Al comportarse en esta forma, nuestros funcionarios de alto rango de seguridad están siendo voluntariamente ciegos al hecho que Abbas está jugando un juego doble. Por un lado él ordena a sus fuerzas de seguridad ser amables con los oficiales de las FDI en el Comando Central cuando combaten a células terroristas de Hamas y otros grupos no leales a Abbas, y así gana su aprecio.

Pero por el otro lado, Abbas trabaja con esas mismas fuerzas terroristas, las incita a atacar, y las recompensa por hacerlo.

Tal vez el aspecto más indignante de la insistencia de las FDI en que Abbas es crucial para sus campañas contraterroristas es que los propios datos de las FDI demuestran que Abbas ha desempeñado un rol insignificante en sofocar ataques terroristas contra Israel.

Como mostró la columnista del Jerusalem Post, Evelyn Gordon, en un artículo en Commentary esta semana, según datos oficiales, desde el año 2002 en que las actividades terroristas palestinas en las áreas estuvieron en su apogeo hasta el año 2007, cuando Israel comenzó a transferir el control de la seguridad en algunas ciudades palestinas a las fuerzas de Abbas, los niveles de terrorismo bajaron 97%. Incluso después que Israel comenzó a permitir a Abbas desplegar sus fuerzas de seguridad a Nablus y Jenin, las FDI han seguido operando a voluntad en esas áreas, a menudo en una base nocturna.

Como destacó Gordon, el único lugar donde Abbas ha ejercido control de seguridad único fue en Gaza. Desde septiembre del 2005, cuando Israel retiró sus fuerzas militares de Gaza hasta que Hamas expulsó a las fuerzas de Fatah de las áreas en junio del 2007, las fuerzas de Abbas tuvieron control pleno sobre Gaza. Durante este tiempo, sus fuerzas no hicieron nada para impedir que Hamas -y las fuerzas de Fatah- ataquen a Israel con miles de morteros y cohetes. Sus fuerzas no hicieron nada para impedir la transferencia masiva de armamento avanzado a Gaza desde Egipto e Irán.

Cierto, desde que sus fuerzas fueron derrotadas en Gaza. Abbas les ha ordenado trabajar con las FDI en Judea y Samaria para impedir que Hamas lo derroque. Pero al mismo tiempo, él busca continuamente formar un gobierno de unidad con Hamas.
Él financia a Hamas. Él glorifica a sus terroristas. Y se niega a condenar sus ataques contra Israel.

Además, mientras ordena a sus hombres ayudar a las FDI para protegerlo de Hamas, lidera la guerra diplomática contra Israel internacionalmente. Los objetivos de esa guerra son dañar la economía de Israel y negar a Israel el derecho a la legítima defensa.
La reticencia de nuestro liderazgo político a hacer frente al ejército es comprensible. Es casi imposible ordenar al ejército que emprenda acciones a las que se opone.

En algún punto sin embargo, el gobierno va a refrenar a nuestros generales insubordinados. Por suerte, el gobierno no necesita a las FDI para lidiar con Abbas y destruir su capacidad de fomentar y dirigir ataques contra Israel.

Nuestros funcionarios electos tienen la autoridad para ir detrás de las bases gemelas de la ofensiva terrorista de Abbas por su cuenta. Esas bases son la incitación y los incentivos financieros que él utiliza para motivar a los palestinos a atacar judíos.

En el extremo financiero, la Kneset debe aprobar dos leyes para secar las fuentes de financiación del terrorismo.

En primer lugar la Kneset debe aprobar una ley estipulando que toda propiedad perteneciente a terroristas, y toda propiedad utilizada por terroristas para planificar y llevar a cabo ataques, será incautada por el gobierno y transferidas a las víctimas de sus ataques.

Además, toda compensación pagada a terroristas y sus parientes de conformidad con sus ataques, será incautada por el gobierno y transferida a sus víctimas.

La segunda ley se relacionaría con la práctica de Israel -anclada en los Acuerdos de Oslo que Abbas revocó el mes pasado en la ONU- de transferir ingresos tributarios a la AP. La Kneset debe aprobar una ley prohibiendo esas transferencias a menos que el Ministro de Defensa certifique que la AP ha cesado toda actividad relacionada con terrorismo incluyendo incitación, organización, financiamiento, dirigir y glorificar ataques terroristas y a terroristas.

Hasta que él así lo certifique, todos los ingresos recolectados deben ser utilizados para pagar deudas de la AP con instituciones israelíes y para compensar a las víctimas del terrorismo palestino.

En cuanto a la incitación, el gobierno tiene que ir a la fuente del problema -el libelo de sangre de Abbas con respecto a los derechos judíos al Monte del Templo.

Como están las cosas, Abbas está cobrando un precio en vidas humanas por su obscena propaganda anti-judía acerca de nuestra “profanación con pies sucios” del sitio más sagrado en el Judaísmo. Al prohibir a funcionarios electos visitar el Monte del Templo, el gobierno no sólo no está logrando cobrar un precio por la propaganda obscena de Abbas. Lo está recompensando e invitando así a Abbas a expandir su ofensiva discursiva.

Para remediar la situación se necesita un enfoque opuesto. Más que prohibir que funcionarios electos visiten el Monte del Templo, Netanyahu debe alentarlos a hacerlo. Así como él envió una carta al Rey Abdullah de Jordania diciéndole que Israel está preservando el status quo en el Monte del Templo, así debe escribir una carta similar a nuestros legisladores.

En su carta, Netanyahu debe decir que en consonancia con el status quo, el cual protege los derechos de los miembros de todas las religiones a ingresar libremente al Monte del Templo, así él compromete al gobierno a proteger los derechos de todos los creyentes de todas las religiones a ascender al Monte.

El embate terrorista palestino arrasando ahora contra nosotros no es espontáneo. Abbas lo ha incitado y está dirigiéndolo. Para detener este ataque, Israel debe por último emprender acciones contra Abbas y su maquinaria de guerra. Cualquier cosa menos que eso no puede traernos más que un respiro temporario en la carnicería que Abbas será libre de terminar -cuando lo desee.

Fuente: The Jerusalem Post- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México