Soy un soldado, religioso, laico, hombre de la calle. Soy una de esas facetas que componen la única democracia en Oriente Medio. Soy un hombre de carne y hueso; y te ofrezco mi espalda.

Por Hillel Portugais

 

Mon dos
Mi espalda. Mi alma. Mi vida.

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Cuando mis ojos miran hacia el futuro, me puedes apuñalar. No es desesperación lo que siento cuando un destornillador penetra en mis costillas, sino un odio irascible que tus padres veneran y tus madres contemplan. No sé tu nombre, tú no sabes mi historia; y sin embargo yo soy el blanco de tu estupidez. Y me permito indignarme. Rebelarme. Gritar. Y soportar por enésima vez la hipocresía de tus lágrimas, y la pequeñez de tus acciones.

¿Quieres hacerme daño, matarme? Sea… ¿qué puedo hacer contra esto? No iré a esconderme detrás de mis hijos, no tomaré a mi pueblo como rehén, no iré a esconderme en la escuela, no formaré adolescentes encargados de sostener el arma en mi lugar. No, ¡me enfrentaré a ti! No como un soldado o un policía, sino como un hombre. Voy a seguir saliendo a los bares en Tel Aviv, visitando la Ciudad Vieja de Jerusalén, comiendo en Jaffa, paseando por los jardines de Haifa, admirando las vistas de Dimona, riendo en las colinas de Judea Samaria. Voy a seguir viviendo mientras tú vas por tu cuenta a morir como un cerdo al matadero. Disculpen mi lenguaje, más bien como un cordero. Se puede estar loco, pero no una multitud. Y sois multitud, terroristas.

¿Quieres ahogarme?, aprenderé a vivir bajo el agua. ¿Quieres encarcelarme?, aprenderé a cavar. ¿Quieres violarme?, aprenderé a castrarte. Yo soy la vida y tú la muerte.

No tengo miedo a tus tiros, no iré a ver a los medios para actuar como madres de luto cuando un cobarde no asume las consecuencias de sus acciones. Yo asumo cada uno de mis actos, mis palabras, mis pensamientos. Tú no soportas mi libertad. No puedes entender mis planteamientos. No puedes crecer, evolucionar, pensar, madurar.

Y yo te compadezco, me compadezco de tu mente tan pequeña, tan cerrada. Me compadezco de ti, de tu ideología estúpida, de tu cobardía sin nombre. No tienes identidad y me duele por ti. Dos mil años estuve sin estado y sin embargo mantuve mi identidad, mi vida, mis pensamientos, y el recuerdo de mis antepasados. ¿Pero a ti qué te queda si no una muerte temprana y JT?

Así que te ofrezco mi espalda. Porque no puedes llegar más que a mi cuerpo. Mi alma sigue siendo una con mis pensamientos. Mis hijos harán crecer mis pensamientos y me harán vivir desafiando mis ideas. Todo de lo que tú careces.

La vida.

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Fuente: Root Israel

Edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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