08terror-web1-popupMAY SAMRA

El 5 de diciembre,  CNN publicó  que los “radicalizados” asesinos de San Bernardino, quienes son culpables del atentado terrorista más mortífero después del 9/11 en suelo estadounidense, se habían radicalizado solos.

¿Acaso contrajeron, sin querer y sin conciencia, alguna especie de virus?

¿Acaso despertaron un día y, al verse al espejo, descubrieron que algún espíritu maligno se había apoderado de su cuerpo, utilizándolo como herramienta para ir a matar a 14 personas y herir a decenas?

¿Quién “radicalizó” a esta pareja para que deje a su bebé de seis meses y se dirija a asesinar a sus compañeros y amigos?

El responsable está a la vista y, como en las novelas de Agatha Christie,  teníamos al culpable bajo las narices: es el islam radical.

¿Por qué entonces se habla de “radicalización” sin mencionar calificativos? Aquí está , con todas sus letras: fueron radicalizados por el fundamentalismo islámico.

LA RADICALIZACIÓN NO OCURRE EN UN VACÍO

La ideología del extremismo islamista es un espectro, que van desde el Estado Islámico en un extremo, a partidos políticos ‘islamistas blandos’ como Ennahda en el otro.

Comparte esta ideología valores comunes, como la conveniencia de establecer un Estado islámico, gobernado por un califa, la supremacía de la ley islámica (sharía) sobre la ley hecha por el hombre, la importancia de la aplicación de esa ley como la ley estatal, y la supremacía del islam sobre otras religiones. Además, esta ideología se opone a la igualdad de género y ha sido desastrosa para los grupos minoritarios, en todos los lugares que ha llegado a gobernar.

Estas ideas provienen de una interpretación “a la letra” la religión islámica y muchas de ellas se filtran más allá de quienes están involucrados políticamente en la comunidad en general.

Eso de ninguna manera significa que la mayoría de los musulmanes sostienen estos puntos de vista. Muchos activamente luchan contra ellos. Muchos otros se suscriben a diferentes interpretaciones del islam que predican la paz, la tolerancia y los derechos humanos para todos. Sin embargo, las mezquitas y predicadores patrocinados por saudíes hacen eco de la línea de su gobierno y de su apoyo al extremismo internacional. Se cree que el estado saudita habría gastado $ 100 mil millones para exportar su ideología wahabí de línea dura en los últimos 30 años.

Incluso la Universidad islámica Al-Azhar, en Egipto, considerada como la institución más importante de aprendizaje en el mundo islámico, dictaminó que el Estado islámico no es hereje y cae dentro del espectro islámico. El jeque Muhammed Abdullah Nasr, alumno de Al-Azhar, señaló que no ésta podía excomulgar el Estado islámico, pues la institución educativa predica varios argumentos congruentes con la ideología de ISIS:

“No puede [condenar al Estado islámico como anti-islámico]. El Estado Islámico es un subproducto de los programas de Al-Azhar”, dijo. “Entonces, ¿puede al-Azhar denunciar a ISIS como anti-islámico? Al-Azhar dice que debe haber un califato y que es una obligación para el mundo musulmán [establecerlo]. Al-Azhar enseña la ley de apostasia y que se debe matar a los apóstatas. Al-Azhar es hostil hacia las minorías religiosas, y predica cosas como la no aceptación de la construcción de iglesias, entre otras. Al-Azhar defiende la institución del jizya [extraer tributos de las minorías religiosas]. Al-Azhar en seña que es aceptable la lapidación. Entonces, ¿puede al-Azhar ser denunciado como anti-islámico? ”

Ideas como “una mujer siempre tiene que someterse a la voluntad de su marido” y “los blasfemos deben ser ejecutados” no conducen necesariamente a  ataques terroristas. Pero proporcionan un contexto más amplio para que se lleve a cabo la radicalización. Y estas opiniones son ampliamente apoyadas, no solo por organizaciones islamistas internacionales como la Hermandad Musulmana, sino también por estados como Arabia Saudita, Pakistán e Irán.

Por cada ataque terrorista que se lleva a cabo, hay muchas instituciones y leyes que lo justifican y tácitamente lo apoyan. Esta ideología debe ser desafiada y derrotada.

Syed-Farook-Tashreen-Malik

 

UNA PAREJA ENCANTADORA

¿Qué sabemos, hasta hoy, de la pareja que llevó a cabo los asesinatos de San Bernardino?

Tenemos una foto de su llegada a los EE.UU, en el aeropuerto Chicago O Hare, en julio 2013 El joven Syed Rizwan Farook va vestido con ropa islámica y tiene barba. Acaba de llegar de Arabia Saudita. Trae a los EE.UU a Tashfeen Malik, su novia, la cual encontró en un sitio cibernético de citas para jóvenes solteros musulmanes; y para quién solicitó al gobierno de EE.UU una visa de “prometida” que le permitió entrar al país donde, un año y medio más tarde, realizara una espantosa masacre.

Ella nació en Pakistán y se trasladó a Arabia Saudí. Más adelante, volvió a Pakistan para estudiar en Al Huda, una cadena de escuelas islámicas que enseña el islam “puro” a mujeres.

“El conservadurismo religioso y la piedad no son lo único que propaga Al Huda”, dijo Husain Haqqani, un ex embajador de Pakistán a Estados Unidos que ahora trabaja en el Instituto Hudson, un centro de estudios en Washington. “Sus enseñanzas tienen una fuerte dosis de la doctrina que reza: ‘los musulmanes están destinados a liderar el mundo” y “los corruptos de Occidente deben ser enfrentados”.

Esta mujer abandona la escuela en mayo 2014 porque está por casarse. ¿Adónde se dirige? A Arabia Saudí. Allí, la pareja se “pierde” durante dos semanas.

Según Fox News, se cree que al menos en el curso de uno de los dos viajes de Farook a Arabia Saudita en 2013 y 2014, uno (o ambos) de los cónyuges se acercó a presuntos miembros de Al Qaeda.

Cristiano Nwadike, un compañero de trabajo de Farook de en el departamento de salud del condado de San Bernardino, dijo a CBS This Morning que el hombre afable había cambiado a su regreso de Arabia Saudita el año pasado. Se había “radicalizado”.

Antes de realizar el ataque, la mujer confirma, en redes sociales, su lealtad al Estado Islámico.

POR QUÉ SÓLO SE HABLA DE “RADICALIZACIÓN”, SIN MENCIONAR EL ISLAM RADICAL EN LOS TITULARES

Casi tres semanas después de los atentados del 9/11, el 6 de octubre de 2001, en su Convención Nacional en Seattle, la Sociedad de Periodistas Profesionales aprobó una resolución instando a los miembros y colegas periodistas que tomen medidas contra la discriminación racial en su cobertura de la guerra contra el terrorismo. Entre otras cosas, se les pedía:

– Evitar el uso de combinaciones de palabras tales como “terrorista islámico” o “extremista musulmán” que puedan inducir a error porque vinculan religiones enteras a la actividad criminal: “Sea específico: opciones alternativas, dependiendo del contexto, son “terroristas de Al Qaeda” o, para describir la amplia gama de grupos que participan en la política islámica, “islamistas políticos.” No use caracterizaciones religiosas de forma abreviada cuando distinciones geográficas, políticas, socioeconómicas o de otro tipo puedan ser más exactas”.

– Evitar el uso de términos como “yihad”, a menos que esté seguro de su significado preciso e incluya el contexto cuando se utiliza en las citas. El significado básico de “yihad” es superar a uno mismo por el bien del islam y mejorarse.

– “Al escribir sobre terrorismo, no olvide incluir la supremacía blanca, los antiaborcionistas radicales y otros grupos con historias similares”.

– “Consulte a hombres y mujeres de las comunidades seleccionadas para revisar la cobertura que usted hizo y darles sugerencias” (Estos asesores ¿pueden ser juez y parte?)”

EN CONCLUSIÓN

Nuestros valores, nuestro modo de vida y nuestro futuro se encuentran bajo ataque.

Olvidemos lo “políticamente correcto”, tan letal como una guillotina. Llamemos las cosas por su nombre porque nombrar las cosas es lo que nos hace entender contra qué estamos luchando – y nos permite defendernos.

Y no seamos “más papistas que el Papa”. Seamos intolerantes con la intolerancia.