La devolución en las relaciones entre Arabia Saudita e Irán podría evolucionar fácilmente en una guerra económica —con la ventaja para Riad.

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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Los saudíes e iraníes son rivales de largo tiempo por la dominación regional. Ellos están luchando ahora guerras indirectas en Siria e Irak, tanto como en Yemen, con el reino suní liderando la campaña militar contra los rebeldes huzíes respaldados por Irán.

En medio de los conflictos fuera de sus fronteras, Arabia Saudita ha estado reprimiendo el disenso de los intranquilos ciudadanos chiíes. Ejecutó el sábado a un prominente clérigo chií, Nemer al-Nemer, junto con otros 46–en su mayoría suníes–acusados de participar en ataques terroristas de al-Qaeda en el reino.

Después que iraníes protestando por la ejecución del jeque prendieron fuego a la embajada saudí en Teherán, el gobierno saudí cortó las relaciones diplomáticas y comerciales con Irán y prohibió a los ciudadanos viajar allí. Los aliado de los saudíes, Barein y Sudán, también han cortado vínculos diplomáticos con Irán; Emiratos Arabes Unidos y Kuwait han retirado a sus embajadores de Teherán. Las tensiones son altas, y los saudíes tienen sus propias preocupaciones financieras a largo plazo–el reino ha estado manejando déficits y recortando subsidios gubernamentales–pero todavía tiene fuertes ventajas para desplegar contra Irán.

Cuando el Congreso tomó como blanco las exportaciones petroleras iraníes con sanciones entre los años 2011 y 2013, Arabia Saudita aumentó su producción petrolera para descabezar un salto en los precios–una medida crucial. Las ventas iraníes de petróleo cayeron de 2.5 millones de barriles diarios a aproximadamente 1 millón para fines del año 2013, y su producción petrolera se hundió de 3.7 millones de barriles/día en el 2011 a 2.8 millones en noviembre del 2013. Los precios del petróleo han caído precipitadamente, lo cual significa que las sanciones golpearon más duro la economía de Irán.
El efecto paralizante de las sanciones contribuyó a la disposición de Irán de hacer el acuerdo con las potencias globales el año pasado por su programa nuclear. Los funcionarios iraníes están apostando al alivio de las sanciones facilitando un retorno a los mercados petroleros y a la inversión extranjera masiva en energía, ambos de los cuales ayudarían a rescatar a su economía golpeada y a calmar a una población frustrada.

Esa es parte de la razón por la que Arabia Saudita se opuso al acuerdo nuclear. Junto con la creciente producción estadounidense de esquisto, el reciente salto en la producción petrolera saudí–de 9.6 millones de barriles diarios en noviembre del 2014 a 10.2 millones de barriles/día un año más tarde–ha asegurado que Irán retornará a un mercado petrolero global deprimido. Los precios del petróleo crudo están alrededor de u$s37/barril, aproximadamente un tercio del índice cuando fueron impuestas las sanciones en enero del 2013. Teherán tendría que vender unos 7.5 millones de barriles diarios para regresar a niveles de ingresos anteriores a las sanciones. Eso es bastante más allá de los 1.8 millones de barriles diarios en ventas y de los 3.4 millones a 3.6 millones de barriles diarios en producción que estima la Agencia Internacional de Energía Atómica que Teherán podría alcanzar dentro de los seis meses en que sean levantadas las sanciones.

Y esas proyecciones pueden ser optimistas si las empresas de energía europeas y asiáticas lentifican sus inversiones en la infraestructura energética de Irán, la cual está muy dañada a partir de la pérdida de capital y tecnología alejadas por las sanciones occidentales. En tanto Riad esté dispuesto a manejar déficits presupuestarios para mantener bajos los precios del petróleo, Teherán obtendrá sólo la mitad del precio del petróleo al cual vinculó su presupuesto el año pasado.
Otra arma económica que puede desplegar Arabia Saudita involucra sus cientos de miles de millones de dólares en fondos extranjeros en el exterior. Los saudíes tienen importante influencia en bancos extranjeros y con inversores extranjeros y podrían amenazar con retirar los fondos de las entidades que hacen negocios con Irán. A muchas instituciones ya les preocupa que la aplicación de las sanciones se volverá más agresiva después que termine la presidencia de Obama. Una amenaza saudí podría mantenerlos más marginados.

A través del acuerdo nuclear, Irán encontró una forma de liberarse de las presiones económicas estadounidenses y europeas. Pero los saudíes tienen sus propios instrumentos de guerra económica. Sin importar lo que pase después, el cuadro fiscal para Irán podría volverse rápidamente más sombrío.

Fuente: The Wall Street Journal / Mark Dubowitz- Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México