Sabíamos que Javier Garciadiego es uno de los grandes historiadores de México y docente distinguido en las principales universidades de nuestro país; que es ex rector del Colegio de México, Caballero Gran Cruz de la Orden de Isabel La Católica y miembro de la Academia Mexicana de Historia y de la Academia Mexicana de la Lengua. En entrevista, descubrimos un gran admirador del Pueblo Judío y de Israel.

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO- En el estudio, donde el catedrático  nos recibe, destaca una foto de Garciadiego, acompañado de su esposa y, como fondo, el tristemente célebre portón del campo de concentración de Auschwitz. Tiene la mano sobre el corazón. “Me dolió”, confiesa. “Sentí solidaridad, indignación, vergüenza de pertenecer al género humano. Pero también admiración por la supervivencia,  la capacidad de recuperación y la fuerza de un pueblo para sobrevivir a ese golpe.”

” La historia del Pueblo Judío es una historia de conflicto, de esperanza y de esfuerzo. Lo que distingue a los judíos de Israel son las condiciones tan duras que plantea la geografía, las cuales se vencen con la ciencia”.

Conoció a  Israel en el año 2010, cuando la Universidad Hebrea lo invitó a dar una charla acerca del bicentenario, la Independencia de México y los 100 años de la Revolución Mexicana. En su estancia de diez días en el famoso Mishkenot Shaananim, se enamoró de Israel y de Jerusalem: ” Me quedé en un lugar mágico: frente de la muralla, cerca de la puerta de Yaffo. Uno de los lugares más hermosos que puede haber”.

Su segunda visita fue, como rector del Colegio de México, en una reunión que organizó la embajadora de Israel en México para rectores mexicanos: ” Me tocó ir a cuatro visitas como rector, a distintas partes del mundo; ésa fue la más interesante”.

Este viaje tuvo repercusiones: en septiembre del año pasado, en el marco de un encuentro entre matemáticos judíos y mexicanos en Oaxaca, varias instituciones firmaron convenios con universidades israelíes.

Su tercera visita fue de un mes, invitado por la Cátedra Rosario Castellanos que auspician los Amigos Mexicanos de la Universidad Hebrea de Jerusalem, institución que  el historiador califica de “perla de la corona de Israel”. Lo que hace única esta universidad es su historia, dice, pues “nace antes de la creación del estado moderno y  con el empuje y solidaridad de unas de las mentes más brillantes del siglo XX”. De hecho, en la universidad, existe una pintura que recuerda la reunión donde se decide crear la UH: el monte Scopus se ve sin edificios y, en las laderas del mismo, se encuentran sentados Albert Einstein y Sigmund Freud: “Cuando una universidad nace con el compromiso y la participación de dos mentes de ese tamaño, la universidad queda marcada para toda su historia”.

Jerusalem

Cuando habla de la Ciudad Santa, el historiador se vuelve poeta: “De Jerusalem me gustó la ciudad antigua, su arquitectura, la complejidad de la convivencia, la carga histórica, y la manera tan esmerada de resolver conflictos de espacio y tensiones entre la convivencia de distintas religiones. 

También su cielo azul, su luminosidad dorada en los atardeceres sobre la muralla.Mirar la ciudad desde el Monte de los Olivos también es impactante. No hay lugar más majestuoso ni ser humano que no se doble al verlo. 

Jerusalem es mágico; por un lado es un sitio políticamente importante, y por otro lado es atemporal. El Santo Sepulcro, el Muro Occidental, y la Mezquita van a estar ahí siempre. Podrán hacerles arreglos, pero los sitios y su significado son inmodificables.

Lo importante es que en esa zona del mundo, muy pequeña geográficamente, pasaron acontecimientos que han marcado y marcaran el futuro de la humanidad para siempre”.