Cuando Eva Fahidi estrena su actuación en Berlín, la expresión del nuevo amor de la húngara verdaderamente demuestra a través del movimiento que nunca es demasiado tarde

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Sobreviviente húngaro del Holocausto Eva Fahidi, 90, prepara su maquillaje en su camerino del teatro Vigszinhaz en Budapest el 15 de enero, 2016 (Peter Kőhalmi / AFP)

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – “Nunca es demasiado tarde”, sonríe Eva Fahidi, una sobreviviente húngara del Holocausto que a la edad de 90 años está protagonizando actualmente una producción a dúo de lleno total con una bailarina mucho más joven.

“Al principio sólo sentía mis límites, lo que no puedo hacer”, dice la guapa Fahidi de pelo blanco durante un ensayo en un estudio de Budapest.

“Luego, lentamente, mientras aprendía a entrar en calentamiento, fue maravilloso cómo mi viejo cuerpo quería hacer algo nuevo”, añadió, después de completar con gracia un estiramiento en el suelo.

Su espectáculo, llamado “Mar de lavanda o la euforia del Ser”, ha llenado las salas ocho veces en el prestigioso Teatro Vigszinhaz de Budapest, desde su lanzamiento en octubre.

Ahora se estrena en Berlín el 24 de enero, tres días antes del día de conmemoración del Holocausto designado por la ONU, que marca la liberación en 1945 de Auschwitz-Birkenau, el más grande de los campos de exterminio nazis.

El espectáculo de 100 minutos, que incorpora tanto danza como habla, mira cómo se comunican entre sí una anciana con un pasado traumático y una persona más joven.

La directora Reka Szabo dijo que la idea para el show se le ocurrió el año pasado cuando oyó hablar a Fahidi en una presentación de sus memorias.

“Habla de su vida y del Holocausto de una manera que te hace sentir como si no fuera una víctima, sino un ser humano tratando de lidiar con su pasado, para ser capaz de vivir una vida plena”, dijo Szabo que dirige la compañía de teatro y danza Síntomas .

Fahidi era una joven de 18 años de edad, estudiante, cuando la pusieron en un tren y la deportaron de Debrecen en el este de Hungría a Auschwitz – una de los casi 440.000 judíos húngaros enviados a campos de exterminio entre mayo y julio de 1944.

49 de sus parientes perecieron en el Holocausto, incluidos sus padres y su hermana de 11 años. Vio por última vez a su madre y hermano menor en una rampa de clasificación después de llegar a Birkenau.

Fahidi recuerda cómo un gesto insignificante decidió su suerte.

“Un pequeño movimiento del dedo de Josef Mengele (médico del campo) significaba la vida o la muerte, ibas a la derecha al trabajo o a la izquierda a las cámaras de gas. Yo fui a la derecha”, dijo.

Después de la liberación del campo, le tomó a Fahidi casi seis décadas estar dispuesta a abrirse sobre su trauma.

Una visita al campamento en 2003 exactamente 59 años después de su primer viaje allí la llevó a escribir sus memorias.

“Me di cuenta que esto era mi vocación, contarle a tanta gente como pudiera sobre Auschwitz, es lo menos que puedo hacer”, dijo.

Su libro – “El Alma de las Cosas” – fue publicado en alemán en 2004 y más tarde traducido por Fahidi al húngaro. También están previstas ediciones en inglés y finlandés.

Estos días, la danza es la herramienta de expresión elegida por Fahidi.

“Los gestos y los movimientos pueden ser más libres que las palabras y decir más de una persona”, dijo, en referencia a su dúo con la bailarina de 36 años.

Hasta su propio nieto que antes se resistía a leer o escuchar sobre el Holocausto quedó “sorprendido” por el espectáculo, Fahidi añade.

Uno de los momentos más poderosos se produce cuando Cuhorka levanta a Fahidi como un bebé, según la directora.

“La gente suele llorar al ver esa escena, aunque no tiene nada que ver directamente con el Holocausto”, señaló Szabo.

El nombre del programa, explica, se inspiró en una planta que puede crecer en suelos pobres, un símbolo de la dura vida de Fahidi.

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En abril pasado, Fahidi volvió a enfrentarse con su pasado cuando se presentó como querellante en el juicio de amplia cobertura de Oskar Groening, conocido como el “Contador de Auschwitz”. Groening fue condenado a cuatro años de cárcel como cómplice de asesinato en 300.000 casos.

El dolor no desaparece pero se aprende a vivir con ello, dice Fahidi.

“No pasa un día en que no piense en Auschwitz”, observó.

“Pero descubrí que el odio es una carga. Lo que pasó pasó, pero yo todavía estoy viva – y soy una persona feliz que disfruta de la vida”.

Fuente: The Times of Israel / Peter Murphy – Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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