GEORGE CHAYA

El acuerdo entre Teherán y el llamado Grupo 5+1 lejos de calmar la tensión en la zona, motorizó una nueva carrera atómica en la región.

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El 18 de enero el Organismo International de Energía Atómica (OIEA) anunció que cumplió en supervisar que Irán completó todas las fases que garantizan que su programa nuclear será “exclusivamente pacífico”. El anuncio se hizo en consonancia con la aplicación del acuerdo entre Teherán y el llamado Grupo 5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, más Alemania) a cambio de levantar las sanciones internacionales que pesaban sobre la República Islámica. Sin embargo, lejos de calmarse, la situación parece haber entrado en una nueva carrera nuclear que se ha desatado y profundizado en la región.

En el marco de la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada los días 13 y 14 de febrero, se constató que varios países árabes están interesados en adquirir -o ya habrían adquirido- armas nucleares.

Los Estados que conforman el Grupo de Cooperación del Golfo (GCG) están buscando obtener armas nucleares para contrarrestar el avance de Irán porque juzgan poco verosímil el informe de la OIEA y no descartan el uso militar del programa nuclear de Teherán; por lo que algunos de ellos, incluso han mantenido reuniones secretas con Israel, pese a no tener relaciones oficiales con Jerusalén. Así surge de declaraciones del ministro de Defensa, Moshe Yaalon, en la Conferencia de aquel momento, según informo el canal ruso RT, el 15 de febrero.

“Vemos señales de que los países en el mundo árabe se están preocupados y buscando adquirir armas nucleares, y que no están dispuestos a sentarse a dialogar tranquilamente con Irán por su proyecto de una bomba nuclear”, habría confiado Yaalon a sus colegas en Múnich. El ministro israelí no mencionó a ningún país específico ni suministró evidencias de respaldo a su afirmación, según puntualizó RT.

Pero el servicio informativo agregó que, sin embargo, “hizo una declaración sorprendente en el sentido de que los estados del Golfo -oficialmente hostiles a Jerusalén por la disputa entre Israel y los palestinos- habían mantenido reuniones reservadas con Israel”.

“No solo Jordania y Egipto”, dijo el canal ruso, refiriéndose a los únicos países árabes que firmaron tratados de paz con Israel. Según la versión de RT, Yaalon “habló de los estados del Golfo y también del norte de África; para los cuales, Irán y los Hermanos Musulmanes son el enemigo. Claramente Irán es un peligro para Israel pero también para los regímenes suníes. Los gobiernos suníes no se dan la mano con los israelíes en público, pero se reúnen (con ellos) en recintos privados”.

El 20 de febrero RT publicó en su servicio en español una información con el título: “Arabia Saudita tiene bombas atómicas y ello no es una noticia que deba llamar la atención”. Según el medio, “Riad adquirió bombas atómicas en 2015 y su primera prueba nuclear sería cuestión de tiempo, rezaba la información. “Tenemos bombas atómicas dijeron funcionarios militares sauditas bajo anonimato. Esta información fue ratificada por el conocido analista político saudita Daham Al-Anzi, quien declaró a NBC: “Las potencias mundiales saben que tenemos la bomba y que queremos probarla y esto habría ocurrido ya si Irán hubiese llevado a cabo una prueba nuclear”.

Fuentes estadounidenses dijeron en noviembre del año pasado que militares de Arabia Saudita habían viajado a Pakistán, un país aliado, para adquirir armas atómicas disponibles para la venta. Esta acción del sector militar saudí se motivó en la preocupación de Riad ante lo que percibe como una amenaza nuclear por parte de Irán.

En todo caso, esta no es la primera vez que se plantea el riesgo de que los países del Golfo puedan adquirir armas nucleares. El príncipe Turki Al-Faisal, ex-embajador saudita en Estados Unidos, advirtió hace más de dos años que la amenaza nuclear de Irán es grave y seria por lo que obligaría a Arabia Saudita a protegerse con armas del mismo tipo.

Tal como señaló el diario estadounidense The Wall Street Journal en noviembre de 2014, los sauditas pueden concluir que la aceptación internacional de un programa nuclear de algún tipo por parte de Irán puede obligarlos a que busquen su propia capacidad de armas nucleares a través de una simple compra. Pakistán, cuyo programa nuclear fue financiado en su mayor parte por los sauditas sería la fuente más probable. The New York Times ratificó esta información en un amplio informe sobre la negociación saudita con los pakistaníes y también con la India el 28 de enero pasado.

Es evidente que el Acuerdo firmado por Irán con el Grupo 5+1 ha dado por tierra con el viejo proyecto árabe de un Oriente Medio libre de armas nucleares, por el contrario, una desenfrenada y peligrosa escalada nuclear pareciera estar comenzado.

Estas informaciones y otras similares recuerdan -y a la vez alejan- el debate que lleva más de medio siglo en torno a la propuesta árabe, encabezada por Egipto de liberar Oriente Medio de armas de destrucción masiva, empezando por las nucleares.

De hecho, 22 estados árabes son signatarios del Tratado de la No Proliferación Nuclear (TNP), que se reúne cada cinco años para revisar la aplicación de este acuerdo mundial para la prevención y la no proliferación de ojivas atómicas. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSONU) aprobó en 1995 una resolución destinada a lograr este objetivo, pero las sucesivas reuniones del TNP fracasaron en sus esfuerzos por avanzar en esa dirección y ahora, con la profunda desconfianza de los países árabes hacia la teocracia iraní todo indica que se ha desatado una peligrosa carrera nuclear en el Golfo.

Existe consenso mundial en que la India posee unas 80 ojivas nucleares y Pakistán 90. En lo atinente a Israel, su gobierno no ha confirmado ni negado la existencia de su arsenal. Estos datos llevaron al intento de aplicar la resolución del Consejo de Seguridad de 1995 en el año 2010, cuando la reunión de seguimiento del TNP propuso una conferencia internacional para examinar la posibilidad de declarar a Oriente Medio zona libre de armas atómicas. Tras intensos esfuerzos para encontrar un país dispuesto a acoger la conferencia, Finlandia se ofreció para organizarla, pero las negociaciones posteriores fracasaron en su concreción.

Ante esta nueva frustración y las arriesgadas apuestas de las grandes potencias militares en la región, los países árabes en general y del Golfo en particular, últimamente volvieron a expresar sus temores hacia el programa nuclear del chiismo expansionista de Irán y a hablar una vez más sobre armas nucleares.

Los estados árabes anunciaron su firme oposición a todo tipo de actividad nuclear en la región. De hecho, en el periodo transcurrido entre las reuniones del TNP desde 2010 y hasta 2015, estadistas árabes reafirmaron esta posición. Por ejemplo, el ministro de Asuntos Exteriores de Bahréin, Jeque Khalid Bin Ahmed Bin Mohamed al Khalifa, quien declaró que su país y sus socios del Golfo no quieren oír hablar de actividad nuclear alguna, incluso con fines pacíficos. La razón que adujo, es que incluso las actividades nucleares civiles de cualquier naturaleza, tienen un fuerte impacto negativo sobre la propia vida y el sustento de los pueblos del Golfo al contaminar las aguas y la riqueza de sus recursos naturales, además del riesgo de un accidente nuclear.

Esa posición de Bahréin sigue siendo válida y es aplicable a todos los estados del Golfo, reiteró esta semana un alto funcionario gubernamental retirado de ese país. “Ninguno de nosotros quiere tener que ver con armas atómicas. Pero hay que entender nuestros temores ante un Irán nuclear. Tenemos que defendernos y proteger a nuestro pueblo de ese régimen expansionista que es la República Islámica de Irán, el mundo ya ha visto lo que Irán ha hecho y está haciendo en Siria, Irak, Líbano y Yemen a través de sus grupos terroristas adictos como Hezbolá y otros, a quienes financia, brinda logística y armas, agrego el funcionario bajo anonimato.

Esta peligrosa y confusa situación que está creciendo en los países del Golfo viene a ratificar que el Acuerdo firmado por el Grupo 5+1 con la República Islámica de Irán, lejos de pacificar y aliviar el grave clima regional creado por el “dossier nuclear iraní”, es visto como un rotundo fracaso por los países suníes, y peor aún, como un camino de difícil retorno en la carrera y proliferación de armas de destrucción masiva en una región donde el futuro no parece promisorio.

Fuente:infobae.com