IRVING GATELL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Una vez más, Europa ha despertado asfixiada por el humo de las explosiones terroristas y el llanto de los que han perdido seres queridos. Otra vez, abre sus ojos y lo único que encuentra es la barbarie.

Se veía venir.

Desde los últimos atentados en París a finales del año pasado, Europa no ha hecho ningún cambio trascendental para que la situación sea diferente. Sólo reforzó las medidas de seguridad, una mediad que nunca podrá ser efectiva al 100% debido a lo compleja que es la sociedad y la geografía europea, pero sobre todo debido a que tienen a los núcleos de extremistas musulmanes viviendo allí.

¿Cuál es el principal error europeo?

No entender que el terrorismo islámico tiene una vida propia, una motivación autónoma. Hasta este momento, en la gran mayoría de sus discursos oficiales –y “políticamente correctos”– los europeos siguen exhibiendo una absurda e irreal idea de que los terroristas musulmanes sólo reaccionan. Por supuesto, a “la ocupación israelí de los territorios palestinos”, entre otras cosas. Es una cita recurrente y explícita en discursos de imbéciles de la política como Margot Wallstrom, pero es una constante implícita en las medidas políticas de la Unión Europea.

La idea es tan simplona como torpe: a fin de cuentas, los culpables de todo somos los occidentales; los musulmanes sólo están “frustrados” y actúan en consecuencia. La implicación directa es que el musulmán no tiene cerebro, no tiene criterio, no tiene raciocinio, no tiene ideas ni objetivos propios.

Por ello se ha construido una política fallida y suicida en casi toda Europa, conocida como multi-culturalidad, que le permite a los inmigrantes vivir en Europa, pero en condiciones humanas, sociales e intelectuales similares (o acaso idénticas) a las del medioevo oriental, en las que la mujer es reducida a una propiedad y objeto, la democracia es menospreciada como algo que debe ser destruido, y la modernidad es algo nefasto que debe desaparecer.

Europa falló en su reto de dar asilo a esos inmigrantes. Lo único que logró fue que la realidad social se volviera incontrolable, y al amparo de comunidades islámicas que realmente querían buscar una mejor opción de vida en Europa, de manera normal y tranquila, se gestaran los grupos extremistas que hoy, lamentablemente, ya no tienen control.

Europa, le guste o no, tiene que empezar a tomar medidas fuertes y agresivas para que los musulmanes europeos se comporten como europeos. El discurso de “respetar sus derechos humanos” es una tontería que nunca ha funcionado; sólo le ha dejado abierta las puertas a los extremistas incendiarios que se aprovechan del respeto que se le da a sus derechos humanos, para entonces poder luchar abiertamente –con bombas en aereopuertos y estaciones del metro– contra la sociedad que se construyó defendiendo los derechos humanos. El objetivo, negarle los derechos humanos a todos y simplemente imponer cuál es el modo “correcto” de vivir y de pensar.

Los propios musulmanes de Europa, en su gran mayoría, están en contra de esta violencia injustificable por parte de los extremistas porque, al final de cuentas, van a ser los más afectados. Cuando la bruta Europa reaccione no va a hacer distingos entre extremistas y moderados. Incluso, va a acusar a los moderados de “callar” ante los crímenes de sus correligionarios dementes.

Pero es que estas comunidades, por muy ecuánimes y deseosas de una convivencia pacífica que sean, no tiene la situación fácil. En teoría se pueden oponer a la violencia terrorista, pero no tienen el marco social adecuado para responder con una oposición contundente.

¿Por qué? Porque Europa no las asimiló al modo de vida europeo (salvo en el caso de los grupos más viejos, como las añejas comunidades turcas en Alemania). Si los musulmanes moderados vivieran como europeos y educaran a sus hijos como europeos, tendrían muchos recursos para combatir el veneno del extremismo.

Pero se les ha negado. En nombre de la multi-culturalidad, a la mayoría se le ha condenado a vivir en una réplica de las sociedades de las que huyeron. En consecuencia, no tienen las herramientas para hacer entender a las nuevas generaciones que hay otra opción, que la civilización occidental también tiene mucho que aportar, sobre todo en materia de coexistencia y tolerancia.

En cambio, allí tenemos a los líderes de Podemos, partido de izquierda español, diciendo y haciendo barbaridades sin nombre. Se han negado a firmar la condena contra los atentados en Bruselas, y en estos días han expresado su apoyo a la exigencia musulmana ante el Tribunal de Estrasburgo para que se deje de celebrar la Semana Santa, porque “ofende” a los musulmanes.

Si los musulmanes en Europa hubieran sido integrados realmente a la sociedad europea, habrían aprendido a convivir con cosas que ofenden. Por que allí está el germen de la tolerancia: puedo estar en contra de algo o de alguien, pero mientras eso no represente un riesgo para mi integridad o la de otros, debo ser tolerante.

En vez de ello, Europa se refugió en el discurso tonto de “ellos sólo reaccionas, están frustrados…”. No. Ellos tienen planes, y en términos generales se resumen en destruir Europa.

La Unión Europea no lo quiso ver, y prefirio recurrir a clichés políticamente correctos como “oh, es que están frustrados porque Israel maltrata a los palestinos…”, y en plena coherencia con ello, han aplaudido hasta el hartazgo las estrategias unilaterales palestinas, evitando cualquier crítica contra la incitación y la violencia terroristas perpetrada por los palestinos.

Supongo que creyeron que con eso podrían mantener las cosas en calma. Digamos que es una especia de “Complejo de Chamberlain”: cede ante el Führer, quizás así lo calmes y se quede contento con los Sudetes y con Austria.

Error.

Así como el Führer sólo vio que Chamberlain se orinaba de miedo, los extremistas musulmanes hace mucho que vieron en el liderazgo europeo lo mismo. Por eso no les importa que los europeos consecuenten tanto a los palestinos y critiquen tanto a Israel.

El premio son bombas, sangre, muertos.

El pavimento de la calzada que lleva a la verdadera guerra ya está puesto. Apenas hace unos días, en las elecciones regionales en tres estados alemanes la Derecha volvió a incrementar sus posiciones.

La Europa brutal, la que tampoco sabe plantear soluciones, la que está llena de Trumps que sólo entienden el discurso de violencia, está a la vuelta de la esquina.

Y las principales víctimas –por lo menos en el aspecto de cantidad– van a ser todos esos musulmanes que nunca hubieran querido algo semejante. Que huyeron de sus países porque las condiciones de vida no eran buenas, y buscaron en Europa otra opción, una alternativa para mejorar.

Pero Europa les negó la entrada. No en el aspecto geográfico, pero sí en el aspecto humano. Se negó a compartir con ellos justo todo eso que podía permitirles mejorar sus condiciones de vida. En vez de ello, los dejó replicar esas sociedades de las que estaban huyendo, y con ello los condenó a un laberinto del que hoy no saben cómo salir. Probablemente, ya no haya salida.

Si mis cálculos más pesimistas son correctos, el proceso es irreversible. Lo único que veremos es más violencia del Islam extremista, más discurso anti-israelíes de los europeos miedosos, y al final una explosión y auge de la Derecha que va a aplicar la solución más rudimentaria y grotesca que se conoce desde los inicios de la humanidad: destuir al “otro”.

Los judíos nos sabemos de memoria ese cuento. Lo hemos visto tantas veces. Le hemos advertido tanto a los europeos.

Pero no. Las concesiones al judío y a Israel son políticamente incorrectas.

Por eso, hoy despiertan con decenas de muertos en un aereopuerto y en una estación de metro.

Y, lo peor del caso, sin saber realmente qué hacer.