Hoy jueves, el Departamento de Justicia de EE.UU. inició una acusación contra siete especialistas en informática iraníes que regularmente trabajan para la Guardia Revolucionaria Islámica del país. Los expertos estarían detrás de docemas de ataques cibernéticos a bancos estadounidenses; además, habrían intentado hacerse cargo de los mandos de una pequeña presa en Rye, Nueva York.

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Es la primera vez que la administración Obama ha buscado medidas contra iraníes tras una ola de ataques informáticos a los Estados Unidos que comenzó en 2011.

La acusación no dice que los ataques fueron dirigidos por la Guardia Revolucionaria. Pero se refirió a aquellos que fueron acusados como “piratas informáticos experimentados” que “realizan el trabajo en nombre del Gobierno de Irán, incluyendo para el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica.”

En 2010, un ataque cibernético encabezado por los Estados Unidos en la principal planta de enriquecimiento nuclear de Irán, mediante el llamado virus Stuxnet, fue revelado por primera vez, y los expertos en inteligencia han especulado durante mucho tiempo que los ataques dirigidos a algunos de los bancos más grandes de América – incluyendo JP Morgan Chase, Bank of America, capital One y PNC Bank – eran represalias por el virus.

La acusación también citó a ataques a la Bolsa y AT & T en Nueva York.

Todos estos ataques son llamados ataques DDoS, en el que las computadoras del blanco están abrumados por peticiones coordinadas informáticos de miles de máquinas en todo el mundo. El resultado suele ser que el choque pone fuera de servicio durante un número de horas.

Pero en el caso de la presa de Bowman en Rye, un barrio de Nueva York, hubo un esfuerzo para hacerse cargo de la propia presa. El esfuerzo fracasó, pero en cierto modo preocupa a los investigadores norteamericanos, más aúnporque era un tipo diferente de ataque, dirigido a tomar el control de un elemento de infraestructura.

Ninguno de los iraníes nombrados viven en los Estados Unidos y es dudoso que alguna vez llegar a un tribunal estadounidense. En ese sentido, el auto de procesamiento es similar a uno que el Departamento de Justicia emitió hace dos años contra los miembros de la Unidad 61398 del Ejército de Liberación de China, al que acusó de robar datos de las empresas estadounidenses. Pero la administración argumenta que tales acusaciones envían una señal fuerte, y hacen que sea difícil para los acusados viajar, por temor a que puedan ser extraditados.

La acusación proviene sólo ocho meses después de que el acuerdo nuclear, alcanzado entre Irán y otros seis países, incluyendo los Estados Unidos, parecía estar poniendo Teherán y Washington en una pista hacia una relación más productiva, después de 35 años de enemistad.

Sin embargo, los lanzamientos de misiles iraníes en los últimos meses – también organizados por la Guardia – han dado lugar a llamadas en el Congreso para nuevas sanciones. La acusación parece ser parte de un esfuerzo estadounidense para impedir que Irán ocupe su energía, antes reservada a su programa nuclear, para reforzar su creciente cuerpo de ciberguerreros, algunos de los cuales trabajan directamente para el gobierno, mientras que otros, como los nombrados en la acusación, son contratistas del mismo.

Fuente: New York Times