Enlace Judío México.- Desde el ataque militar del fin de semana contra sitios de armas químicas en Siria, el debate en Washington se ha centrado en si el ataque se fue de las manos. Pero los políticos deben considerar otra pregunta de igual importancia: ¿Estados Unidos está preparado para cortar todos los salvavidas financieros que mantienen a Bashar Alásad en el poder?

MARK DUBOWITZ y RICHARD GOLDBERG

Desde el ataque militar del fin de semana contra sitios de armas químicas en Siria, el debate en Washington se ha centrado en si el ataque fue lo suficientemente lejos. Pero los elaboradores de políticas deben considerar otra pregunta de igual importancia: ¿Estados Unidos está preparado para cortar todos los salvavidas financieros que mantienen a Bashar Assad en el poder?

La República Islámica de Irán gastó aproximadamente 15 mil millones de dólares el año pasado para reforzar a su socio estratégico de largo tiempo en Damasco. Compró armas para el ejército del Asad y financió a las milicias chiíes, incluido el Hizbalá de Líbano, que combate en favor del dictador sirio. La contribución anual de Irán a Hizbalá solamente se encuentra entre 700 y 800 millones. Teherán ha desplegado su Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica en Siria y ha prestado dinero a Asad para financiar importaciones tales como petróleo. Irán extendió una línea de crédito de 1,000 millones en el año 2017, encima de los 5,600 millones que ya había proporcionado. Este crédito es provisto a través del Banco de Desarrollo de Exportaciones de la República Islámica, aunque todos los fondos pasan finalmente a través del banco central de Irán.

Una estrategia para Siria que deje abiertos estos extremos financieros iraníes está condenada a fracasar. ¿Por qué no han sido bloqueados? Por temor a poner en peligro el acuerdo nuclear del 2015, el Plan Integral de Acción Conjunto, el cual alivió las sanciones contra bancos iraníes, activos del régimen y sectores económicos. Esta parálisis política tiene que terminar, y el ataque militar de este fin de semana, conducido en coordinación estrecha con Francia e Inglaterra, debe llevar a un entendimiento transatlántico que permita verdadera guerra financiera contra el nexo Irán-Siria para comenzar.

En el año 2011 el Senado de EU votó por unanimidad por imponer sanciones contra el banco central de Irán. Lo hizo basado en el rol del banco en financiar el desarrollo nuclear ilícito, el terrorismo, la proliferación misilística, lavado de dinero y evasión de las sanciones por parte de Irán. Estas y otras sanciones contra Irán nunca tuvieron intención de torcer solamente el comportamiento nuclear. Si el Presidente Trump determina que un banco, empresa o sector iraní está patrocinando actividad maligna no nuclear—como el apoyo de los Guardias Revolucionarios y Hizbalá a los crímenes contra la humanidad de Asad —él está bien dentro de su autoridad de traer de regreso las sanciones que apuntan a la actividad ilícita. El Presidente Obama dejó en claro en el 2015 que imponer sanciones sobre la República Islámica por “razones no nucleares” era permisible en virtud del acuerdo nuclear.

Europa debe apoyar estas sanciones como parte de una campaña de máxima presión tomando como blanco al régimen sirio y a sus partidarios. Eso iniciaría reimponiendo las sanciones sobre bancos iraníes que apoyan a Asad. Luego, atacaría a todos los patrocinadores de los Guardias Revolucionarios y Hizbalá. El conglomerado, fundaciones, exportaciones de energía por 200 mil millones del líder supremo y otros sectores clave de la economía iraní–todos deben enfrentar sanciones.

Trump ha solicitado duras acciones europeas contra Hizbalá y los Guardias Revolucionarios. Ambos están desplegados en Siria para asegurar la supervivencia del régimen de Asad. Si bien E.U. designa a ambos grupos como organizaciones terroristas, los europeos no lo hacen. Europa debe unirse a E.U. y tomar acciones contra estos terroristas sin importar la suerte del acuerdo nuclear.

Estados Unidos y Europa tienen que concordar en arreglos al acuerdo nuclear para el 12 de mayo, cuando Trump debe decidir si emitir otra renuncia de cuatro meses suspendiendo las sanciones contra el banco central de Irán. Si ellos no pueden concordar en un arreglo, Estados Unidos puede ofrecer un gesto salvador de imagen para ganar el apoyo europeo para una campaña de máxima presión tomando como blanco al Asad. En vez de etiquetar la reimposición de sanciones sobre el banco central de Irán como una forma de revocar el acuerdo nuclear, el presidente debe anunciar la medida como una respuesta al comportamiento iraní en Siria.

Este enfoque podría proporcionar ya sea más tiempo para las negociaciones con Europa e Irán para arreglar el acuerdo nuclear—pero con presencia estadounidense incrementada—o más tiempo para que la administración planifique una salida responsable del acuerdo. En vez de hacer que Irán parezca una víctima del unilateralismo estadounidense amante de la diplomacia, Teherán tendría que defender si odiosa política siria. E intensificaría más la presión sobre un régimen iraní que está enfrentando protestas diarias por parte de gente cantando, “Abandonen Siria, piensen en nosotros.”

Si los europeos quieren salvar el acuerdo nuclear y castigar a los facilitadores de Asad, ellos tienen que moverse en las sanciones. Un verdadero arreglo no puede impedir la capacidad del Occidente de torcer las actividades ilícitas no nucleares de Irán, aún si los objetivos de tal guerra financiera fueran el alivio de las sanciones otorgado inicialmente en virtud del acuerdo. Tampoco un arreglo puede estar completo sin máxima presión sobre los satélites terroristas de Teherán.

El último ataque con armas químicas de Asad dio a Trump una oportunidad de sacar ventaja de raro apoyo transatlántico y bipartidista para tomar como blanco las actividades de Irán en Siria. El presidente debe explotarlo al máximo.

Dubowitz es ejecutivo principal de la Fundación para la Defensa de las Democracias, donde Goldberg es un asesor principal.