ELLIOTT ABRAMS

Las Naciones Unidas, siempre totalmente confiables en lo que hace a odiar a Israel, lo han hecho nuevamente.

Michael_Lynk

El 14 de marzo, escribí en National Review Online acerca de la inminente selección en el Consejo de Derechos Humanos de la O.N.U. de un nuevo “Informador Especial sobre la situación de derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967.” La selección ha sido hecha ahora, y el honor—por así decirlo—es para el canadiense Michael Lynk.

Ahora, en la O.N.U., estos trabajos de odio a Israel son importantes. No puedes asumir el riesgo que un seleccionado sea justo, equilibrado o imparcial. Así que vas por alguien como Lynk.

Por ejemplo, Lynk es un miembro de la junta de asesoramiento del “Intercambio Educativo Canadiense-Palestino” (CEPAL), el cual promueve la “Semana Anual del Apartheid Israelí.” Tres días después del 11/S,  culpó por los ataques a las “inequidades globales” e “indiferencia por parte de las naciones occidentales por el imperio del derecho internacional.”

Él firmó una declaración en el 2009 condenando a Israel por presuntos “crímenes de guerra” en Gaza. En la conferencia política anual del Grupo de 78 en el 2009,  dijo, como fue resumido en el informe del grupo, que él “solía pensar que la fecha crucial en el conflicto palestino-israelí fue 1967, el comienzo de la ocupación.”

Ahora él piensa que “la solución al problema debe remontarse a 1948, la fecha de la partición y el inicio de la limpieza étnica.” En otras palabras, Israel no debe existir y su mera existencia es un presagio de la limpieza étnica y otros crímenes.

El director de U.N. Watch dijo correctamente la semana pasada que “la selección de la O.N.U. de un candidato manifiestamente partidista—alguien que tres días después del 11/S culpó al Occidente por provocar los ataques contra el World Trade Center—constituye una parodia de justicia y una violación de las propias normas del organismo mundial.”

Bueno, una parodia de justicia, una violación de las propias normas de la O.N.U. —y absolutamente parte del curso en lo que hace a la O.N.U. e Israel. En su conferencia de prensa sobre la sesión del Consejo de Derechos Humanos, la que gracias a Dios ahora terminó, el embajador de Estados Unidos ante la O.N.U., Keith Harper, ni siquiera mencionó este nombramiento despreciable. (sin embargo sí denunció la resolución “especialmente inquietante” para establecer una base de datos de empresas que operan en los asentamientos en la Margen Occidental y las Alturas del Golán. La resolución “sólo sirve para reforzar las acciones parcializadas del Consejo contra Israel” y excedió la autoridad del consejo, dijo él. Mejor que nada, supongo.)

Lynk nunca pondrá un pie en Israel o los territorios palestinos, porque la reacción israelí ante este sinsentido es negar una visa a estos “informadores especiales.” Él puede escribir su informe en Ontario, y no habrá ninguna sorpresa: otro en la larga línea de ataques de la O.N.U. contra el estado judío.

*Elliott Abrams es un miembro principal para estudios meso-orientales en el Consejo sobre Relaciones Exteriores. Es el autor de “Puestos a Prueba por Sion: El Gobierno de Bush y el Conflicto Israelí-Palestino.”

Fuente: National Review

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México