Por Michel Lhomme, politólogo de Métamag

La campaña de las primarias de Estados Unidos provocó la incomprensión horrorizada de todos los americanistas politólogos y expertos en la materia.

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – No es solo que el viejo Bernie Sanders, que se declara socialista, pueda recortar triunfos a Hillary Clinton, sino también que una personalidad tan atípica como Donald Trump lidere la carrera por delante de un Ted Cruz ultra religioso, es lo que sacude todos los marcos y sentidos establecidos, en una palabra, el establishment.

¿Cómo no ver sin embargo que estos dos intrusos son las dos caras de una misma moneda, la del cuestionamiento profundo del sistema? La única pregunta sin respuesta hasta ahora es la siguiente: ¿se trata de una verdadera crisis de adaptación de un sistema que envejece o el signo de una revuelta más profunda? ¿O, simplemente, es que estamos dentro de una espectacular cortina de humo del estado profundo?

El mes pasado, se pusieron en marcha campañas de demonización de Donald Trump por parte de sus oponentes republicanos pero sobre todo por miembros de la comunidad judía americana con la llamada a boicotear su discurso en el AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí). Pero no funcionó en absoluto: el 21 de marzo en Washington, sólo 300 personas de los 18.000 participantes se retiraron de la sala del gran evento a favor de Israel. El principal candidato republicano dio satisfacción incluso a la opinión pública israelí por no decir ultrasionista presente en la sala.

Así que olvidado el “Donald” que se negó a tomar partido sobre la cuestión palestina ya que no estaría en la Casa Blanca y que no quiso decir si Estados Unidos debe reconocer a Jerusalem como capital de Israel. Trump declaró sin rodeos en el Congreso que, de ser elegido presidente, de ningún modo hará pagar a Israel la ayuda militar que recibe de Washington. Incluso empezó diciendo que era de hecho un “apoyo de larga data y un verdadero amigo de Israel”, y recordó que fue “Mariscal” en el desfile del día de Israel en Nueva York en 2004. De hecho, con él en la presidencia de Estados Unidos, aseguró, Israel ya no será tratado “como ciudadano de segunda clase”.

A continuación, un sinfín de declaraciones a los que nos tiene acostumbrados que podrían haber salido directamente de la boca de Binyamin Netanyahu.

Por ejemplo, ¿será neutral sobre la cuestión palestina? Trump dice que se entendieron mal sus declaraciones anteriores: “Los palestinos deben venir a la mesa de negociaciones sabiendo que la relación entre Estados Unidos e Israel es inquebrantable… Absolutamente deben venir dispuestos a aceptar que Israel es un estado judío y seguirá siéndolo siempre”.

¿Neutral sobre la cuestión de Jerusalem? Si es presidente, transferirá la Embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalem, “la capital eterna del pueblo judío”.

A continuación, el candidato republicano primario lanzó balas rojas a Irán, acusándolo de ser “el mayor patrocinador del terrorismo global”, de estar en Siria para establecer un nuevo frente contra Israel en el Golán, proporcionar armas sofisticadas a Hezbollah en el Líbano, y apoyar a Hamas y la Jihad Islámica, dándoles $ 7,000 por cada ataque terrorista y $ 30.000 a los propietarios de las casas destruidas por los israelíes (lo cual no está mal, pero ¡es la guerra!).

En poco más de veinte minutos, AIPAC se llenó de atronadores aplausos. Trump terminó su discurso a modo de las celebridades, afirmando que su hija Ivanka (casada con un judío ortodoxo de Israel) estaba “a punto de tener un hermoso bebé judío”.

Entonces, ¿de dónde sale Donald Trump? Y si de hecho no fuera más que el candidato cínico e incontrolable del “estado profundo” y, además, quizá su primera manifestación política visible? Sin embargo, el estado profundo de América se prepara para superar victoriosamente todas las dificultades que pudieran surgir de Trump o de su electorado. Recordemos que “estado profundo” se refiere comúnmente a la combinación militar, industrial, financiera y diplomática que ha permitido que Estados Unidos surgiera desde la Segunda Guerra Mundial como superpotencia y gendarme del mundo.

No obstante, algunos analistas en Estados Unidos hablaron recientemente de una batalla mediática-prefabricada entre los dos principales candidatos a la Casa Blanca, Hillary Clinton, líder de los neoconservadores y Donald Trump. En agosto de 2015, la revista política Cicero ya escribió que las familias Trump y Clinton eran muy amigas por lo tanto, surge la incómoda pregunta: ¿podría Trump ser simplemente un submarino de Clinton para ridiculizar a los republicanos a los ojos del público a fin de que la demócrata Hillary tenga todas las posibilidades de ganar? De hecho, según Wikipedia, Trump fue miembro del Partido Demócrata hasta el año 2009 y ha donado 100.000 dólares para la Fundación Clinton en los últimos años. Dicen que ha mantenido buenas relaciones con Hillary Clinton y declarado públicamente a Bill Clinton el mejor presidente estadounidense de todos los tiempos.

Por otra parte, las niñas Trump y Clinton son grandes amigas. Los colaboradores han descubierto que en mayo de 2015, justo antes que Trump decidiera entrar en la campaña presidencial, tuvo una larga conversación con Bill Clinton. Este último llamó a Trump y le aconsejó cómo podía causar buena impresión en los miembros del Partido Republicano. Los Clinton también fueron invitados de honor en la boda de Trump con su tercera esposa, Melania. Además, por su familia, Trump está estrechamente asociado con los miembros ricos del Partido Demócrata. Su padre ya acudía en ayuda de los expertos inmobiliarios demócratas. Su yerno Jared Kushner, que acaba de comprar el antiguo edificio del New York Times por el precio de quinientos millones de dólares, es miembro del Partido Demócrata.

¿Trump es realmente un candidato independiente? ¿Para quién trabaja exactamente? De hecho, Trump divierte enormemente a su audiencia: ¿es esa su función de intruso, actor de galería, bufón del rey oculto? Cínico como es ahora convertido con ella misma en oligarquía, asesta verdades primarias tratando de hacerlas pasar por insensatas.

Dicho esto, si el aislacionismo ‘trumpiano’ ganara, nos daría un buen descanso después de todo, un poco de alivio. Los políticos e intelectuales neoconservadores estadounidenses son demasiado peligrosos por su nula cultura histórica y su falta de realismo. A veces se celebra su culto a lo concreto o se promociona su pragmatismo, pero hay un mundo entero entre el MIT, Hopkins y estos profesores americanos que basan su enseñanza en éxitos de archivos y los rusos que la basan en análisis de ajedrez, el juego que Arabia Saudita quiere prohibir justo debajo de las tiendas de campaña con aire acondicionado en el desierto.

Fuente: synthesenationale.hautetfort.com – Traducción: Silvia Schnessel – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico