Con gorro islámico y barba intentando ocultar su identidad judía, dos veces confrontado por la policía egipcia, el rabino israelí nacido en Estados Unidos visitó la Universidad Al-Azhar para encontrarse con los más altos eruditos sunitas del mundo.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Rabino de una yeshivá en el asentamiento Otniel en Samaria Judea el mes pasado viajó a El Cairo para hablar de religión con eruditos musulmanes en la institución más importante en el mundo suní, la Universidad de Al-Azhar.

El rabino Yakov Nagen, nativo de Nueva York, que llegó a Israel en 1984, dice que su trabajo interreligioso obedece a un impulso personal “casi mesiánico”.

“La religión ahora es parte del problema. Tiene que ser parte de la solución”, insiste.

Según prescribe la Biblia, el sionismo no consiste sólo en reubicar a los judíos de todo el mundo en Oriente Medio. El sionismo, sostiene, tiene un segundo componente esencial.

“Parte del sionismo es el retorno de los judíos a la tierra de Israel. Pero las mismas profecías también hablan de nuestra conexión y la paz con nuestros vecinos”, dijo.

El rabino Yakov Nagen (Cortesía: Facebook)
El rabino Yakov Nagen (Cortesía: Facebook)

El mentor espiritual de Nagen fue el difunto rabino Menachem Froman, un gigante de la comunidad interreligiosa entre Israel y Palestina, que tenía conexiones personales con muchos líderes palestinos. Fue Froman quien consolidó en Nagen la necesidad de que la religión sea parte de la solución.

Por otra parte, dice Nagen, la creencia en el Dios de Abraham es compartida por los principales credos monoteístas, lo que significa que la coexistencia debe darse de forma natural.

“Si compartimos la creencia en el mismo Dios, entonces nuestra creencia nos va a conectar”, dijo.”Mucha gente, presionada contra la pared diría que judíos y musulmanes creen en el mismo Dios, pero en realidad no lo sienten en sus corazones”.

El viaje de El Cairo para el rabino de Otniel, que creció en el Upper West Side de Manhattan y asistió a la escuela judía ortodoxa de la Universidad de Yeshiva, llegó por recomendación de su buen amigo el Dr. Omer Salem, compañero activista por la paz interreligiosa e importante miembro de la Fundación para la Diplomacia religiosa.

Nagen había invitado dos veces al erudito egipcio para hablar en su yeshivá y ahora Salem, quien obtuvo su doctorado de la Universidad de Al-Azhar, fue a devolver el favor.

En su viaje a Egipto, Nagen estuvo acompañado por Rebecca Abrahamson, una activista por la paz haredi y madre de 11 hijos de Bnei Brak, y el erudito estadounidense de Fulbright Dr. Joseph Ringel. Nagen no informó de su judaísmo a quienes ignoraban su viaje, y tuvo dos enfrentamientos con la policía egipcia, pero los superó sin mayores incidentes.

Nagen es un hombre de voz suave, cuyas palabras suenan sincerasHabla inglés con marcado acento de Manhattan, y a veces hebreo con acento americano cuando cita textos sagrados judíos.

Cuando el Dr. Omer le sugirió viajar a El Cairo, no sintió miedo ni entusiasmo, pero estaba preocupadoTeniendo en cuenta que vive en las colinas de Hebrón, y una de las mejores amigas de su vecinaDafna Meir, fue asesinada, pensó que no podía dejar que el miedo le impida hacer lo que cree correcto.

Las personas designadas para el encuentro sabían que eran judíos pero el resto no. Le dieron un gorro blanco, como el que usan los musulmanes religiosos, y con su barba, no llamó la atención.

En Al-Azhar se reunieron con algunos profesores. Uno de ellos, el Dr. Zaki Bakr Awad, decano de la Escuela de los Dogmas de la religión. Su especialidad es la relación entre la Torá, el Nuevo Testamento y el Corán, sin embargo, nunca había conocido a un rabino.

Universidad Al Azhar en El Cairo (Crédito de la foto: CC-BY-SA Pal Coder / Wikimedia Commons)
Universidad de Al-Azhar en El Cairo (CC-BY-SA Pal Coder / Wikimedia Commons)

El decano tenía muchas preguntas poderosas sobre judaísmo, incluso sobre el arte de la guerra en la Torá. El rabino empleó citas del Corán y la Torá sobre la santidad y la dignidad de la vida y el amor de Dios por la humanidad.

Por ejemplo, el dicho más humanista de la Mishná [Texto de la ley judía]: “El que salva una sola vida, salva un universo entero”, está escrita palabra por palabra en el verso 32 de la quinta Sura del Corán.

Al Dr. Awad parecía molestarle que los musulmanes quieren que todos sean musulmanes, pero no parece que a los judíos les preocupe que la gente se convierta al judaísmo. El veía esto como antipatía de los judíos hacia los demás.

El rabino explicó que el judaísmo considera que tiene un papel que desempeñar en la historia de la humanidad, pero no que todo el mundo deba ser judío. Nuestro papel es despertar ciertos valores y una conexión de Dios con la humanidad, como se ve por ejemplo en las siete leyes de Noé. En el Islam se observa un cumplimiento de esa visión.

Los representantes del judaísmo preguntaron por un pasaje en la quinta Sura [verso 48] del Corán, donde dice: “Si Dios hubiese querido podría haber dado una sola ley para todos, pero eligió dar leyes diferentes a diferentes pueblos”. El contexto aquí es la Torá a los judíos y los Evangelios a los cristianos. La respuesta es que cada uno debe hacer lo correcto.

Este es el verso que Omer utiliza en su doctorado como base de la pluralidad religiosa en el Islam. Sin embargo, este verso está muy abierto a la interpretación por lo que recibieron respuestas diferentes de cada uno al que le plantearon la pregunta. Y a su vez preguntaron: “Si un judío vive de acuerdo a la Torá y respeta el Islam, ¿cuál es su estado de acuerdo con el Islam?”

Aquí hubo toda la gama de puntos de vista: algunos dijeron que la interpretación de Omer era legítima; otros que los judíos podían ser judíos antes del nacimiento del Islam, pero ahora tienen que aceptar el Islam.

En lo único que todos estuvieron de acuerdo fue en la frase: “No hay coacción en la religión”. Es decir, uno puede ir al infierno, pero no se lo puede obligar a convertir.

El cuarto día, hubo un antisemita, alguien muy importante, que cuando descubrió que eran judíos se enfureció bastante.

Preguntó al rabino si lloraba cuando asesinaban niños palestinos. El rabino asintió y dijo que había organizado una vigilia de oración después del ataque de la Duma.

Y el rabino le devolvió la pregunta, si él también llora cuando se asesinan niños judíos. A lo que respondió algo así como que rezaba por todos, pero se lo vio claramente enojado. Llamó a la policía y la seguridad que tomaron sus pasaportes y aparentemente querían arrestarlos. Sin embargo, algunos intervinieron y lograron sacarlos de allí. 

Luego fueron a Fayum a conocer al profesor Abdel Qader Wageeh El-Sheemy [el primer legislador ciego en el Parlamento egipcio, y miembro del partido Salafi al-Nour].

Cuando supo que eran judíos, contó una historia muy dulce: Un día alguien llamó a la puerta del palacio y se identificó como hermano del califa. Lo dejaron entrar, pero el califa no lograba reconocer a su hermano. El califa le preguntó: “¿Eres mi hermano por parte de madre?” “No”, fue su respuesta. “¿Por parte de padre?” Una vez más la respuesta fue negativa.

El califa siguió pensando y finalmente volvió a preguntar, “¿Eres mi hermano en el Islam?” A lo que el visitante respondió, “no soy musulmán”.

“Entonces, ¿cómo eres mi hermano?”, preguntó el Califa.  “Soy tu hermano porque todos somos hijos de Adán y Eva”. El Califa respondió: “Tienes razón. Te trataré como hermano para demostrar esto al mundo”.

Más tarde se reunieron con el presidente de la comunidad judía de Egipto. Parece que sólo quedan seis judíos en El Cairo, todas mujeres; cinco mayores de 80 años y la presidente de 65.

Tenía una historia muy conmovedora. Estaba casada con un hombre musulmán, y se divorciaron. Y en Egipto, si la madre es musulmana, ella se queda con los niños, pero si la madre no es musulmana y el padre sí, por ley él puede obtener la custodia de los hijos. Y a pesar de no ser religiosa, escogió vivir en el temor de que su marido se llevara a los niños con tal de no renunciar a su identidad judía.

También hubo un incidente de buen humor. Era entrada la noche cuando buscaban la sinagoga más importante de El Cairo. Iban vestidos como musulmanes y sacaban fotografías a altas horas de la noche. De repente, llegó la policía y se llevó sus pasaportes. No dijeron que eran judíos. Omer Salem habló mucho. Nunca supieron qué dijo pero los dejaron ir.

Cuando el rabino ahora pronuncia la frase, “Cada uno debe verse como si él mismo hubiera salido de Egipto”, sonríe y piensa “puedo omitir ‘como si'”.

Fuente: The Times of IsraelDov Lieber – Reproducción autorizada con la mención: ©EnlaceJudíoMéxico