El Centro Israelí para Agricultura Sostenible -el Instituto Aravá- dirigido por Dr. Elaine Solowey, ha conseguido hacer brotar una Metuseláj , la autóctona palmera datilera del Desierto de Judea, desaparecida hace dos mil años.

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Tras las excavaciones arqueológicas de la imponente y simbólica fortaleza herodiana de Masada, se encontraron, entre otras muchas cosas, restos de dátiles. En el año 2005, muchas de esas semillas de Masada fueron entregadas l Instituto Aravá  por la Organización Médica de Hadasa, en concreto por por el Centro de Investigación de Medicina Natural Louis L. Borick.

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Y de estas milenarias semillas conservadas por las espectaculares condiciones de  sequedad del desierto que va del Mar Muerto al mar Rojo, la Dra Elaine Solowey, de negro en la foto,  consiguió no sólo que esas semillas germinaran sino que crecieran, y el reto estriba ahora en conseguir una planta macho para que pueda haber fruto.

Al principio,  aunque se pensaba que desde el punto de vista botánico sería una empresa  imposible, se presentó el  proyecto en el New York Times, el National Geographic y otras publicaciones internacionales.  Hoy en día, Matuseláj tiene un hogar permanente en el Parque de Investigación del Instituto de Arava, perteneciuente al kibutz Ketura, muy cerca de Eilat.

La planta , que podríamos decir tiene dos mil años, es dos veces mayor que el personaje bíblico del que toma su nombre, Matusalén, que vivió 900 años. Resulta curioso que en la etimología de la palabra Metuselaj están las raíces de muerte, met, y shalaj, envío. Ella ha resucitado.

 

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