MANUEL HERNÁNDEZ PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

¿Cuántas veces hemos escuchado esta frase: “el judaísmo no es proselitista”? Y ¿Otras cuantas veces la hemos repetido?

En el Talmud encontramos una alusión al tema de Israel y las conversiones:

“Dios exilió a Israel entre las naciones, para que se le pudieran anexar los prosélitos”

Pesajim 87b

En el judaísmo, no se sale a las calles a repartir propaganda, tampoco se atrae a las personas a base de promesas de ayuda alimenticia, mucho menos en programas de televisión prometiendo la salvación eterna. En el judaísmo, se convence a través del ejemplo, la ciencia y el estudio. Nunca se ha ido a los prosélitos, si no que estos, a base de la convivencia con las diferentes comunidades, han decidido abrazar la fe mosaica. Las comunidades judías de hoy en día son el resultado de una mezcla de israelitas con los prosélitos en las diferentes regiones en que las comunidades se han desarrollado a través de miles de años. Es por esto que los Sefaradim se parecen más físicamente a los españoles que a las comunidades Shamis o Jalabies de Siria, y que los Ashkenazim físicamente no empatan con los Yemenitas o los Persas.

El judaísmo sí es proselitista, fueron los otros pueblos los que obligaron a los judíos a vivir en guetos o juderías, bajo pena de muerte si salían de estos. Fueron las autoridades griegas, las españolas, las portuguesas, las islámicas, las católicas y protestantes, las que prohibieron las conversiones al judaísmo, fueron ellos los que amenazaron de muerte a los rabinos si las seguían practicando. Incluso fueron estos mismos los que obligaron al judío a abrazar una fe extraña, fueron estos mismos los que desaparecieron comunidades judías indígenas milenarias. Ya en la Grecia antigua los filósofos se quejaban de que los judíos incitaban a las conversiones, es por esto que Horacio, en su obra Satirae, hace alusión a este fenómeno y Juvenal arremete duramente contra los judíos y aquellos que abrazan su fe, e incluso con aquellos que muestran simpatía por estos. Por su parte, Tácito toma un tono más violento en contra de los prosélitos al judaísmo.

Son estos hechos, pasando por la esclavitud egipcia, la dominación grecorromana, la inquisición española, la estadía en los gobiernos islámicos, los que han endurecido el tema de las conversiones en el judaísmo. Pero en un sentido original el judaísmo era más abierto a los prosélitos de lo que es hoy en día. Vale la pena aclarar que las conversiones al judaísmo se siguen practicando, y no se dejarán de practicar, las conversiones son de carácter personal y llevan varios años y esfuerzos a los candidatos.

La historia del pueblo judío comienza con Abraham y Sarah, Abraham fue el primer converso al Dios de Israel; Abraham no solo descubrió el monoteísmo, sino que descubrió el monoteísmo ético. Pues no basta con la creencia en un solo Dios, sino en llevar a cabo las leyes morales y éticas para el bien de la humanidad.

En las fuentes judaicas encontramos en el Midrash Rabá la siguiente afirmación: Abraham hacía conversiones, entonces preguntan los sabios ¿acaso Sarah no hacía conversiones?, y se les responde: Abraham convertía a los hombres y Sarah a las mujeres, y vuelve a preguntar el midrash, ¿e Isaac? Y responden: Isaac también hacía conversiones, y por su parte Jacob también hacía conversiones. Es decir, uno de los trabajos de los patriarcas del pueblo judío era atraer prosélitos. Junto con Abraham vivían los primeros prosélitos al Dios de Israel, con los cuales se conformaba la primera comunidad de monoteístas.

El tema de las conversiones lo vemos también en la época de la esclavitud en Egipto; según el midrash, la madre adoptiva de Moshé: Batyah (literalmente: hija de Dios). Esta Princesa egipcia, dejó de un lado los honores y se convirtió al judaísmo. De ahí se explica su nombre. También el suegro de Moshé, Itro, parece haberse convertido, y de igual forma su hija Tziporah, la cual tuvo el mérito de ser la esposa y la madre de los hijos del profeta más grande que ha existido en el pueblo judío; Moshé. Aquel que era llamado amigo de Dios.

El judaísmo entiende que la salvación, o mejor dicho la redención, es un tema universal y es por esto que la redención se da para toda la humanidad y no nada más para el pueblo de Israel, de esta forma cuando el pueblo judío sale de la esclavitud de Egipto, una multitud de esclavos también se convierte al Dios de Israel y se unen al pueblo Judío y toman juntos un mismo destino: Llegar a la tierra prometida, pero antes vagar por el desierto.

Ruth, la Moabita, es el ejemplo más grande de los conversos. El amor de Ruth por el pueblo de Israel fue demasiado grande, que fue capaz de abandonar a su propio pueblo y su familia para unirse al pueblo y al Dios de Israel. Sin importarle que en ese momento el pueblo estuviera pasando uno de sus peores momentos, asolado por el hambre y la carencia de recursos. Del libro de Ruth se toman las leyes para las conversiones actuales.

Naomi, la suegra de Ruth, entiende que sus nueras, al no ser judías, no tienen por qué pasar las peripecies que el pueblo judío estaba sufriendo en ese momento. Es por esta razón que Naomi las invita a irse para buscarse una mejor vida, pero Ruth insiste en quedarse a lado de Naomi y su frase “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios” se vuelve base para el tema de las conversiones. Así, la conversión al judaísmo no es solo religiosa, si no también nacional, con un sentido de pertenecía a un mismo pueblo, el de Israel. Ruth pasó de ser una princesa en Moab a mendigar espigas en Israel, pero fue su gran amor al pueblo la que le dio el mérito de que de su descendencia saliera el Rey David y de ahí vendrá el Mesías de Israel.

Existe una gran lista de personas que se han convertido al judaísmo y han aportado sus obras al pueblo judío: Onkelos, tradujo la Torá al arameo. El gran rabino Akiva (no era un converso, pero sí un descendiente de conversos). Asenat, esposa de José. Menashe y Efraim, hijos de José, llegaron a ser dos de las doce tribus de Israel.

Rajab escondió a los espías de Israel y luego llegó a ser la esposa de Josué. Makeda, reina de Saba. El profeta Ovadia. Avtalion, líder del pueblo judío, Shmaya, líder de pueblo judío. Los reyes Monobaz y Helena, y sus hijos, ayudaron al pueblo judío durante una hambruna. Paulina Beturia se convirtió en la protectora de todas las sinagogas de Roma. Akila de Sinope, comentarista del Tanaj, que murió como mártir; sus escritos fueron conservados por los cristianos y hecho santo, pero él nunca fue cristiano sino judío.

El rabino Meír Baal Hanes, descendiente del emperador romano Nerón. Tub’a Abu Kariba As’ad, Rey de Yemen, se convirtió junto con su ejército al judaísmo. Dhu Nuwas fue Rey del sur de Arabia. Kazares, Kazaria, o los ‘Kozar’ fueron un reinado del área de Asia menor y los caspios. El reino entero se convirtió al judaísmo, y es de donde se cree que procede una parte de los ashkenazim.