LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Envejecimiento poblacional

En este espacio he realizado en varias ocasiones comentarios sobre la vejez, cada vez más con conocimiento de causa, porque afortunadamente he logrado adentrarme en esta etapa de la vida: si quieres llegar a la vejez tienes que hacerte viejo.

El cúmulo de experiencias con el que se llega a la vejez permite hacer un juicio más objetivo del significado de la vida del hombre. El resultado puede ser positivo o negativo; en ambos casos queda la duda de si podrías haber hecho mejor las cosas, quizá lo más triste de la vejez es que los hijos se van de la casa, tienen sus propias preocupaciones e intereses y los padres, de alguna forma, son abandonados en la crisis existencial de la vejez y muchas veces con carencias económicas y problemas de salud.

El tiempo pasa y aumenta el número de gente vieja en todo el mundo gracias a los avances de la medicina y de la tecnología en general; la posibilidad de que el promedio de vida de los individuos sobrepase los cien años es ya factible, por lo menos en las naciones desarrolladas, ello constituye una buena noticia, empero, involucra retos importantes para las finanzas públicas de los países que no tienen suficientes recursos para apoyar programas de pensiones, de salud y, en general, de infraestructura para un número creciente de personas de la tercera y cuarta edad, principalmente.

En México la tasa de crecimiento demográfico es de 1.28% anual para la población en general, frente a 3.02% de la tasa para personas de 65 años y más registrada entre 1981 y 2011, similar a la de Japón, la nación con mayor número de ancianos respecto a su población total.

En este contexto, las carencias del grueso de los adultos mayores son patéticas, aumenta el número de ancianos que deambulan por las calles pidiendo limosna; en muchos casos son manejados por mafias que los explotan o por parientes deshumanizados que los lanzan a las calles para que obtengan recursos no solo para la manutención familiar, sino para destinarlos para sus adicciones: alcohol y drogas.

Se estima que en México los adultos de 65 años y mas suman 9 millones, alrededor del 7.0% del total de la población del país. El 46.0% son hombres y 54.0% mujeres; tan sólo en los próximos 5 años se añadirán 2 millones y 4 millones para el 2030. Cabe destacar que el 28.0% todavía forma parte de la población económicamente activa, sin embargo, de este total una tercera parte percibe un salario mínimo. Por lo demás, del total de las personas mayores sólo una tercera parte tienen una pensión que no supera dos salarios mínimos. La mayoría de los viejos en la república viven en una situación precaria. Resulta lamentable e inhumano que en la etapa final de la vida de los mexicanos estos vivan en condición de pobreza o extrema pobreza.

El cambio del sistema de pensiones del Seguro Social al de las Afores (Sistema de Ahorro para el Retiro) que se estableció hace 18 años, no resuelve el problema de las personas que se jubilan, ya que en el 2022 cuando surgirá la primera jubilación de este sistema, solo recibirán un tercio de su salario vigente.

En este marco, hay quienes recibimos una pensión digna, empero, insuficiente, sobre todo a la luz del deterioro del poder adquisitivo por la inflación, por el mínimo aumento de la actualización anual de la pensión, que en mi caso este año ascendió a 1.6%; la cual resulta ridícula. El camino que hemos tenido que seguir los viejos considerados en este segmento “privilegiado”, es reasignar nuestros desembolsos: reducir los gastos en el renglón de recreación, vacaciones, e incluso en el de vestimenta, entre otros. Afortunadamente tengo un servicio médico particular de la institución en la que me jubilé y mi esposa también es beneficiaria, aunque con crecientes limitaciones en la dotación de medicamentos, estudios e intervenciones quirúrgicas. La situación no es dramática, empero, sí triste.

Hablando de la tercera edad, el sábado antepasado concurrí a una “barbacoa” a la que Don Paco, nos convoca periódicamente a los jubilados de dirección del Banco en el que trabajé por cinco lustros. La convivencia se lleva a cabo en su rancho, próximo al poblado de Santiago Tianguistengo, en el Estado de México. Por diversas circunstancias no pude asistir a las dos últimas pachangas (fiestas); pasaron dos años y el reencuentro con mis compañeros me sorprendió; aumentó el número de colegas que casi llegan a ochenta años o más. Sus rostros ahora están marchitos y su andar es pesado. Sin embargo, no denotan tristeza y la mayoría de ellos mantienen el espíritu de convivencia que nos ha unido en 40 años. Los que no pudieron asistir, como siempre, mandaron saludos a través de Don Paco, es el caso de Efraín, que durante muchísimos años estuvo en una silla de ruedas; empero, con ayuda de un enfermero asistía a los convivios. Mientras estaba escribiendo esta nota me llegó la noticia de su sensible fallecimiento. ¡Descanse en Paz!

Otros de los jubilados, a pesar de su edad avanzada, están activos laboralmente como consejeros de empresas, bancos y otras instituciones o en instituciones benéficas; como Carlos, que preside una organización orientada a apoyar a gente con debilidad visual; en 20 años a través de la convocatoria de gobiernos estatales y municipales y con el apoyo gratuito de médicos, han realizado más de 20 mil operaciones de cataratas y para corregir problemas de estrabismo.

Un detalle chusco, que sin embargo, revela la verdadera vocación y actitud ética de los viejos banqueros, fue el relato que nos hizo Don Agustín, tercera generación de banqueros hasta la nacionalización bancaria en 1982; el nuevo director de “nuestro banco”, designado por el gobierno, David I, se presentó a las oficinas de Don Agustín para tomar la posesión de éstas; lo recibió la secretaria de Don Agustín, Trini, le mostró las mismas, DI revisó diversos archivos y le sorprendió que no estuvieran bajo llave, y le preguntó a Trini el por qué, ella de forma natural le contestó “es que en este Banco todos somos honrados”. DI quien estuvo presente en nuestro último convivio esbosó una sonrisa de aprobación.

El Rey León

Como regalo del día de la madre y del padre, nuestro hijo menor, David, nos regaló dos boletos para ver la obra “El Rey León” en el Teatro Telcel operado por Ocesa, ubicado en la denominada Nueva Zona Polanco, que de acuerdo a la propaganda del mismo “se coloca como el mejor de América Latina y uno de los más completos y más visitados del mundo” y que entre innovaciones “cuenta con un sofisticado sistema de audio llamado Constelación, que gracias a las 270 bocinas distribuidas en toda la sala y otras 28 en el escenario, posibilita lo que hoy se conoce como Arquitectura Virtual, gracias a la cual, el espectador ubicado en cualquier punto de la sala, recibe el espectáculo como si se encontrara a escasos metros del escenario”. El ancho de las butacas es de 52 cms. empero, su estructura rígida las hace poco confortables, sobre todo para espectáculos como “El Rey León” que dura más de tres horas.

Mi época de asistir a obras musicales ya pasó, sin embargo, “El Rey León” me pareció un muy buen espectáculo para niños y adultos por su escenografía, vestuario, música, bailes, cantos y actuaciones, la tecnología es soberbia.

La obra cuenta la historia de Simba, un pequeño león que pierde a su padre, el Rey de Gran Roca y se culpa de su muerte cuando este lo salvó de una estampida, la realidad es que su tío, hermano del rey, puso una trampa para matarlo y tomar el poder; el tío convence a Simba a huir de los súbditos “para que no lo culpen de la muerte del rey”. Así, Simba crece lejos de los leones y después de mucho tiempo, tras enfrentar sus miedos, animado por su amiga de la infancia, Nala, regresa a la Gran Roca para recuperar el trono.

En el escenario aparecen más de 70 esculturas animadas, se realizan 215 cambios de vestuario. La compañía mexicana está integrada por más de 160 personas, entre ellas 52 actores y 12 músicos bajo la dirección de Isaac Saúl. Se presentan 20 números musicales, entre cantos sudafricanos y versiones en español de Aleks Syntex y Armando Manzanero, sobre los temas escritos originalmente por Time Rice y Elton John. El libreto es de Roger Allers que debutó en Broadway como el coautor al lado de Irene Mecchi con el libreto de The Lion King, adaptado de la película animada.

El Rey León, desde su estreno en Broadway en 1997 y, aún en cartelera, ha ganado más de 70 de los mayores galardones del mundo; entre ellos seis premios Tony, en las 22 producciones globales que han sido vistas por más de 80 millones de personas. Vale la pena ver esta obra, se pasa un buen rato, el espectáculo no es barato, entendible por la integración al mismo de un gran número de actores, escenografías, vestuarios y demás; no obstante, existen promociones de 2×1 y boletos con descuento para estudiantes y personas de la tercera edad al “módico” precio de 350 pesos; es decir, al alcance de solo un limitado número de asistentes potenciales.