LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

Explotación Laboral

Tengo cerca de una década de comprar pan salado (chapatas) y croissants (cuernitos) en una pastelería en la Colonia Chimalistac, próxima a mi domicilio en el sur de la ciudad. Originalmente era una empresa de una familia de origen francés; lo que más se vende en este establecimiento son pasteles y también café.

En el presente, esta empresa forma parte de un importante grupo empresarial que participa en varios campos de la economía, empero, sobresale en el de la panificación. En los dos tipos de panes mencionados más o menos se ha mantenido la calidad original y en la pastelería, ha descendido; en ambos rubros existe un paulatino encarecimiento de los productos.

El establecimiento al que concurro abre de 8 de la mañana hasta las 8 de la noche; tiene dos o tres empleadas con las que siempre he mantenido una relación muy cordial. Sin embargo, periódicamente renuncian a su trabajo porque las jornadas son muy largas y extenuantes, y muchas veces tienen que doblar turnos y trabajar toda la semana sin descanso, por lo que periódicamente las empleadas renuncian.

Las empleadas me han comentado que aparentemente esta política laboral de explotación no deriva de directivos de la empresa, sino de sus jefes inmediatos (supervisores). Me han dicho que tienen temor de denunciar estas prácticas abusivas porque piensan que pueden ser despedidas. Si este abuso laboral se manifiesta en grandes firmas, es fácil de imaginar la magnitud del que se registra en otras de menor tamaño, particularmente en las pequeñas empresas familiares.

En este contexto, observamos en las calles del área metropolitana de la ciudad de México un gran número de personas con uniformes que portan el nombre de grandes empresas, vendiendo periódicos, tarjetas telefónicas, alimentos y agua embotellada, entre otras mercancías, y que no tienen un salario fijo ni prestaciones sociales, su ingreso depende del volumen de sus ventas; un mecanismo legaloide para no tener una vinculación directa de las empresas con los vendedores, una verdadera explotación del trabajo.

En este contexto, la fundación Walk Free dio a conocer en junio pasado su Índice Global de Esclavitud, que trasciende al aspecto laboral y se extiende al tráfico o trata de personas, trabajos forzados, la servidumbre por deudas, el matrimonio forzado o servil y la explotación comercial sexual. De acuerdo a este índice, en pleno siglo XXI 46 millones de hombres, mujeres y niños en el mundo “están atrapados en la esclavitud”.

El índice fue elaborado con base a los resultados de 42 mil entrevistas llevadas a cabo en 53 idiomas, en 25 países en el 2015. India posee la mayor población de esclavos modernos, 18.35 millones, le sigue China con más de 3 millones, Pakistán, Bangladesh y Uzbekistán con más de un millón cada uno. En América la esclavitud es un problema predominante entre los grupos indígenas de Perú, Bolivia y Colombia en los sectores agrícola, la confección de ropa, la construcción y la minería; el país de la región con el mayor número estimado de individuos cautivos en la esclavitud moderna es México, con casi 377 mil, después Colombia 308 mil; Brasil 161 mil y Perú 200 mil. En una Crónica anterior hice comentarios sobre varios campos agrícolas de Baja California, México, donde se practicaba algo parecido a la esclavitud y las protestas que se llevaron en los mismos.

Las respuestas gubernamentales más enérgicas en contra de la esclavitud moderna en América se han registrado en EUA, Argentina, Canadá y Brasil. 20 países de la región tienen un plan de acción para combatir la esclavitud y solo cinco tienen un organismo independiente para monitorear su instrumentación.

En este marco, pienso que el fenómeno de la esclavitud moderna es mucho más amplio al considerar el sometimiento en el que se encuentran millones de mujeres en las naciones islámicas, verdaderos actos de misoginia, cuyo número se ha ampliado con la aparición del Estado Islámico, y que no solo se refiere al sometimiento de mujeres, sino de poblaciones enteras conquistadas por ese violento grupo. La esclavitud viola los derechos fundamentales del hombre y lo denigra.

Empleo formal más precario

Las cifras oficiales sobre la Población Económicamente Activa (PEA) en México fue de 53.4 millones de personas al último trimestre del 2015, lo que representó 60.4% de la población que vive en México; la PEA aumentó en 1.7 millones en el 2015 respecto al año previo, debido al aumento de los jóvenes que se incorporan a la fuerza de trabajo, es decir, básicamente por el incremento demográfico. La población desocupada sumó 2.2 millones de personas y la tasa de desocupación fue de 4.0%. Sin embargo, la población subocupada fue de 4.4 millones de personas, o sea, que el desempleo real es de 6.6 millones. El empleo formal ha crecido, no obstante, cada vez más la fuerza laboral recibe menor salario y menos prestaciones; esto sucede sobre todo a través del mecanismo legal de la subcontratación (Out sourcing), que en un principio debería permitir la mayor eficiencia de las empresas a través de la especialización productiva.

El retroceso salarial y en prestaciones se manifiesta con cabalidad en el empleo en los bancos, en uno de ellos inicié mi carrera profesional en 1970. En esa época todo el mundo quería trabajar en el sector bancario, ya que era uno de los que más prestaciones otorgaba a sus empleados hasta la reprivatización bancaria al inicio de los noventas: pensión al 100.0% del último ingreso, prestaciones al 65.0% del sueldo, préstamos sin intereses o menores a los prevalecientes en el mercado, servicio médico del Seguro Social subrogado a través de sistemas médicos privados, 20 días de vacaciones desde el primer año, vales de despensa, descuentos en almacenes comerciales, principalmente.

En el presente la situación es muy diferente para las más de 220 mil personas que hoy en día trabajan en las instituciones bancarias de las cuales casi la mitad fueron contratados por terceros, Outsourcing. En los últimos 8 años, siete de cada 10 nuevos empleos fueron contratados por terceros y solo 3 directamente por las instituciones bancarias.

La automatización de las labores bancarias está eliminando plazas de trabajo y un porcentaje importante de los empleados medios, llamados gerentes de atención al público, que son prácticamente vendedores que ganan un porcentaje de la venta de los productos y servicios, y que frecuentemente, al no cumplir con las metas establecidas, son reemplazados.

En “mis tiempos” había una vocación del personal bancario para atender a los clientes, “se ponían la camiseta del banco” y su permanencia en las instituciones era duradera, “hasta que se jubilaran”; hoy día la rotación del personal es elevada; muchas personas trabajan en los bancos “mientras consiguen algo mejor”.

El deterioro salarial y en prestaciones no es privativo del sector bancario. Ciertamente, de acuerdo a una encuesta elaborada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en julio y agosto del 2015 en una muestra de siete mil personas de 18 a 70 años a nivel nacional, reveló que cerca del 10.0% de la población gana menos de 1,500 pesos mensuales, mientras que sólo el 17.2% percibe entre 1,500 y 3,000 pesos; una tercera parte entre 3,000 y 5,000 y apenas 20.0% entre 5,000 y 8,000. Destaca que en un poco más del 50.0% de los entrevistados el ingreso percibido no es fijo, sino que puede variar en función de diversos factores, hecho que le causa un sentimiento de inestabilidad sobre sus percepciones.

La erosión en el nivel de vida de los mexicanos es patético, no solo en su poder adquisitivo de la canastica básica de satisfactores, sino también en el renglón de la vivienda. El estudio del Estado Actual de la Vivienda 2015, publicado por el Centro de Investigación y Documentación de la Casa (CIDOC) AC, consignó que en México, 34 millones de personas viven en casas o departamentos con “rezago habitacional”, lo que implica que se encuentran en condiciones de hacinamiento, sus viviendas fueron construidas con materiales deteriorados, o bien, con deshechos, con láminas de cartón de asbesto, con palma, entre otros componentes de baja calidad. De acuerdo a CIDOC una vivienda tiene condiciones de hacinamiento cuando en ella residen dos o más familias.

El débil crecimiento que ha mostrado la economía mexicana en por lo menos las últimas dos décadas, 2.0% en promedio anual, se ha reflejado claramente en los elevados niveles de pobreza y desigualdad social existentes en el país; el camino por recorrer y superar los rezagos es largo y complejo; precisa de decisiones políticas de fondo y de solidaridad de quienes tienen los recursos para apoyar una transición estructural del entorno social y económico de México.

Víctima de la contaminación

Llevó ocho días enfermo de gripe; el neumólogo que me atiende me advirtió hace 2 semanas que con los niveles actuales de contaminación en la Ciudad de México, debería abstenerme de salir a la calle. Soy atendido por un neumólogo porque tengo una bronquitis crónica derivada de ser un “fumador pasivo”; durante décadas en el ámbito del trabajo estuve rodeado de fumadores, recuerdo cuando tras una larga jornada de labores llegaba a mi casa apestando a cigarro. Una gripe en mis condiciones actuales es un gran riesgo para mi salud.

En este contexto, dudo que la nueva norma de verificación vehicular que entrará en vigor el próximo primero de julio resuelva el problema de la contaminación en seis estados de la Megalópolis en la que operará. De acuerdo a las autoridades, casi 2 millones de automóviles no podrán obtener la calcomanía cero y, por lo tanto, no circularán todos los días, en virtud que para obtenerla los autos deberán verificar bajo el sistema OBD (On Board Diagnosis) y sólo los modelos 2006 y posteriores cuentan con esta tecnología. ¿Y qué pasará con los niveles de contaminación en el resto del país? La situación es inquietante, en un Informe que dio a conocer la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 12 de mayo pasado con datos de 2,973 urbes del mundo, las ciudades de Monterrey, Toluca, Salamanca, León, Irapuato y Silao en la República mexicana, tienen peor calidad del aire que la capital del país, “en cuanto a partículas 2.5 y 10, que conllevan riesgos a la salud que van desde mayores casos de asma hasta cáncer de pulmón; las partículas incluyen sulfatos, nitratos y carbón negro, que penetra en el tejido profundo de los pulmones y el sistema cardiovascular”.

La atenuación de la contaminación atmosférica en el país se contempla en el largo plazo en un marco pluridimensional de medidas, siempre y cuando se logre superar la corrupción que existe en torno a la supuesta mejoría del medio ambiente. La corrupción tiene un costo en términos económicos y sociales y en cuanto a la percepción que tenemos como seres humanos; empero, sobretodo, un costo en cuanto a nuestra salud y nuestra propia vida.