El castillo de Wewelsburg, en Alemania, espantoso escenario donde mediante la entrega de ciertos anillos, H. Himmler pretendió crear el centro del mundo nazi.

P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO:

Renania del Norte de Westfalia – frontera con Holanda y Bélgica- un pueblecito junto a un río y un castillo de planta triangular del S. XVII que fue segunda residencia de un príncipe-obispo.  Aquí se celebraron los peculiares  juicios de la Santa Inquisición  y aquí miles de mujeres fueron confinadas en sus mazmorras y  torturadas hasta la muerte bajo la acusación de actividades relativas a la brujería.

r.r. Wewelsburg in Büren Wewelsburg

En 1934,  el infame Heinrich Himmler, ideólogo del nazismo y extrema mano derecha de Hitler, lo alquiló por cien años. Había oído la leyenda de La Saga del Abedúl, sobre una futura  batalla  final donde un «gran ejército del Este» es derrotado definitivamente por el Oeste. Kar Maria  Wiligut predijo  que el castillo se convertiría en el bastión que decidiría esa batalla. Y Himmler lo creyó.

Su objetivo, en un principio era montar una especie de academia para altos mandatarios de la SS. Pero esto nunca llegó a ocurrir, pues su primera actividad fue convertirse en Museo Arqueológico de la Raza Aria.  La Sala de los Generales tenía en el suelo de mármol un mosaico en el que se representaba un sol cuyos doce rayos estaban compuestos por invertidas runas SS. La cripta imitaba una tumba micénica de cúpula con una gran esvástica. En el centro de la sala , una llama eterna alimentada mediante una tubería de gas y , a su alrededor,  doce pedestales cuya finalidad perturba la imaginación. Desde 1939 Himmler tenía absolutamente prohibida cualquier publicación que hiciera referencia a esta fortaleza.

Cinco mil altos mandos de la SS recibieron en estos salones el espantoso anillo de honor que luego recibirían todos y cada uno de los miembros de tan deleznable institución. UN anillo de plata con una calavera y dos tibias , junto a símbolos rúnicos. Quien ostentara en su índice semejante adefesio se imbuiría presuntamente de las mejore virtudes germánicas.  Y  conla ceremonia de entrega recibían una carta:

«Signo de nuestra fidelidad al Führer, de nuestra inalterable obediencia hacia nuestros superiores y de nuestra inseparable unión. La calavera es el recordatorio de que en cualquier momento debemos estar dispuestos a sacrificar nuestra vida individual por la de la totalidad. Las runas, por contra, son signos de la gloria de nuestro pasado, con el cual, a través del Nacionalsocialismo  hemos renovado nuestra ligazón. (…) El anillo está orlado de hojas de roble,  el viejo árbol alemán.».

Todos los anillos debían ser devueltos a Himmler a la muerte del portador o cuando dejase las SS. Si alguno de los  portadores moría en combate, sus camaradas debían hacer todo esfuerzo a su alcance para recuperar el anillo y evitar que cayese en manos enemigas. Después se debían conservar como memoria en el Castillo  Wewelsburg.

Se ignora a ciencia cierta el destino de los anillos depositados en el Castillo de Wewelsburg , pero s parece ser  que fueron  enerrados en una cueva cercana, cuya boca se habría sellado usando explosivos. Ello es coherente con el destino que, ante la derrota, se destinaba al castillo, que debería haber sido volado pero sólo lo fue parcialmente por falta de explosivos.

Hoy en día se calcula que hay por el mundo  unos 3.500 anillos,  preciados objetos de colección tenebrosa… Las copias y falsificaciones son  frecuentes y resulta difícil distinguirlas de los originales.

El castillo hoy es un albergue juvenil.  https://www.wewelsburg.de/

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