ANTON TROIANOVSKI-RUTH BENDER- DREW HINSHAW

Algunos temen una reacción a medida que aumentan los actos violentos y crece la oposición a las políticas de puertas abiertas.

Cuando llegaron las noticias de que un solicitante de asilo sirio había llevado a cabo un ataque suicida en Ansbach el domingo por la noche, el director de un hogar de refugiados 300 millas al norte se preguntó si algunos de sus residentes serían capaces de hacer lo mismo.

“Cuando ocurre algo como esto, es un golpe personal,” dijo Thilo Rau, quien maneja el refugio en una vieja base militar en Basepohl, Alemania. “Te preguntas si estás haciendo lo correcto y si estás haciendo todo lo que puedes.”

La reciente serie de ataques por parte de inmigrantes en este país ha sacudido a muchos refugiados y a los alemanes que trabajan con ellos. Algunos temen una reacción o tiempos de mayor observación mientras esperan, en refugios abarrotados, que sean procesadas las solicitudes de asilo. Otros dicen que dados los cientos de miles que ingresaron a este país el año pasado con poco o ningún control, más ataques pueden ser inevitables.

“Estuve pensando que tales cosas podían ocurrir,” dijo Niaz Ahmad Azizi, un técnico de audio de 37 años de Afganistán que llegó en octubre. “La gente sólo llegó, sin ninguna revisión, sin ningún control de quien eras o de donde eras.”

Las preocupaciones ponen de relieve los riesgos detrás de la decisión de Alemania de dar la bienvenida a un millón de refugiados en su suelo, muchos de quienes podrían finalmente fortalecer la fuerza de trabajo anciana de esta potencia económica. Pero un pequeño número de ellos, dicen algunos políticos, podrían importar el tipo de fundamentalismo violento que hasta ahora ha tenido una presencia más débil aquí que en las vecinas Bélgica y Francia. Algunas de esas personas pueden haber traído una ideología radical con ellas; otras pueden estar adoptándola después de llegar.

“El terrorismo islámico ha llegado a Alemania,” dijo el martes el premier del estado bávaro, Horst Seehofer.

En la ciudad de Bremen, una organización juvenil sin fines de lucro ha visto un aumento en las llamadas telefónicas de trabajadores de los refugios de asilo preocupados por la radicalización de los refugiados.

“Hay muchos menores solos aquí, algunos de quienes han importado sus opiniones conservadoras de su religión que pueden llevar a la gente a interpretarlas como una radicalización,” dijo David Aufsess, un consejero que se especializa en radicalismo islámico para el grupo sin fines de lucro VAJA. “Hay mucha inseguridad entre algunos de los ayudantes de los refugiados que no saben cómo hacer frente a eso.”

Las autoridades alemanas dicen que están investigando actualmente unos 60 casos en los cuales refugiados llegados hace poco son sospechosos de estar conectados con terrorismo. La agencia federal de investigaciones penales BKA ha recibido más de 400 puntas sobre posibles miembros de organizaciones terroristas o islámicos radicales entre el número récord de solicitantes de asilo que han llegado.

Las dificultades que encuentran las autoridades europeas en monitorear las comunicaciones y movimientos de los radicales fueron ilustradas además cuando el Estado Islámico publicó un obituario afirmando que el atacante de Ansbach había luchado con el grupo en Irak y Siria antes de ser herido en el campo de batalla, viajando al exterior para tratamiento médico y buscando asilo en Alemania, donde lanzó el ataque del domingo con ayuda de un segundo yihadista.

Los funcionarios de seguridad también han estado preocupados por los refugiados que adoptan opiniones radicales después de llegar—por ejemplo, después de asistir a mezquitas que siguen la rama salafista conservadora del Islam, muchas de las cuales celebran servicios en árabe y ofrecen ayuda a los refugiados.

En Bavaria, por ejemplo, los refugiados menores de edad han sido marcados yendo a mezquitas radicales conocidas, dijo la agencia de inteligencia interna del estado.

Para estar seguros, los dos ataques islámicos aquí hace poco fueron cometidos por solicitantes de asilo que habían llegado antes de la afluencia del otoño pasado. No obstante, ellos han hecho más palpables los temores de que terroristas lleguen en la corriente migratoria.

Los refugiados y personas que trabajan con ellos ya ven signos de crecientes tensiones entre los alemanes y los recién llegados. Cuando Peter Hermanns albergó a un pianista sirio el domingo para un concierto en el hogar de refugiados que él maneja en Berlín oriental, tuvo llamados telefónicos airados de los vecinos. Ellos le dijeron a Hermanns que la música siria tradicional era una provocación y no pertenecía a Alemania.

“Si están faltando las fuerzas de la integración, si la discusión siempre es liderada en una forma polarizada, entonces uno puede temer que entraremos en un tipo de guerra civil en algún momento”, dijo Hermanns. “La sociedad se está dividiendo.”

El Sr. Azizi, quien vive en un refugio de solicitantes de asilo al norte de Berlín, dijo que la gente que ha llegado a Alemania con visiones radicales es improbable que renuncie a ellas. En un momento en su viaje, dijo él, escuchó a otros refugiados escuchando canciones yihadistas. Para lidiar con el problema, dijo, las autoridades alemanas deben hacer algo que algunos alemanes han sugerido también esta semana: conducir nuevos controles ambientales sobre los inmigrantes que ya están aquí.

“Puedes sacar al hombre de la aldea, pero no puedes sacar la aldea del hombre”, dijo Azizi. “Es mejor tener alguna especie de gran control, visitar los campamentos.”

En el campamento de refugiados más grande de la ciudad, un aeropuerto decomisado que una vez albergó al Puente Aéreo Berlín, sirios, iraquíes y afganos se preocupan de que la racha reciente de ataques pudiera someterlos a mayores tiempos de análisis o mayores sospechas.

Bastante más de 1,000 personas están amontonadas en el aeropuerto, muchas en hangares de aviones, mientras esperan que sean procesadas las solicitudes de asilo. Algunos temen que las esperas largas y ociosas podrían exacerbar el trauma que los refugiados han llevado con ellos.

“Es como si estuvieran viviendo en un zoológico. Todos ellos enloquecerán aquí,” dijo Ashraf, un sirio de 20 años.

“En el gran número de inmigrantes, tendrán algunas personas allí que son terroristas.”

Hace seis meses, él hizo la travesía de 2,000 millas a través de Turquía al norte a través de Grecia a Alemania. El iraquí Hider Abbas siguió el mismo camino.

Ahora, la reciente racha de violencia ha aumentado las reservas que ambos albergan sobre el país al que ahora llaman hogar.

“Se está poniendo mal.…Alemania está pensando que soy un terrorista,” dijo Abbas, de 24 años, sentado sobre el césped del aeropuerto. “En Irak había bombas, matanza, pero era bueno: Había familia.”

Los funcionarios de seguridad y gente que trabaja con los refugiados expresan preocupación de que la incertidumbre y aburrimiento que enfrentan aquí los solicitantes de asilo mientras esperan una decisión sobre su solicitud pueda aumentar el potencial para la radicalización. Rau, el director del campamento de refugiados en el norte de Alemania, dijo que algunos de sus residentes se sienten “indefensos e impotentes” cuando escuchan de muerte y destrucción allá en casa.

“Si se desmorona tu propio mundo, te vuelves como una esponja que no puede absorber nada en lo absoluto,” dijo

Rau. “Y cuando la barrera del idioma está allí, todo lo que queda a veces es el Corán.”

Fuente: The Wall Street Journal

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México