DAVID OVALLE
Tres hombres sospechosos de lavar dinero proveniente del tráfico de cocaína para el cártel de Colombia han sido arrestados después que agentes los acusaran de trasladar ilegalmente $500 mil dólares a bancos de Miami en una serie de complejas transacciones financieras que se extienden desde Australia a Europa.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Esto no es algo poco común en Miami, pero los orígenes del trío lo son: se trata de un grupo de sospechosos de tener lazos con el grupo terrorista Hezbollá.

El cabecilla es Mohammad Ahmad Ammar, de 31 años, que vivía en Medellín, Colombia. La semana pasada fue internado en secreto en una cárcel de Miami-Dade, para enfrentar cargos por cometer el delito grave de lavado de dinero en un caso que pone de relieve un mayor escrutinio en la aplicación de la ley sobre el papel de los grupos terroristas de Oriente Medio que utilizan redes financieras en América Latina para obtener ganancias millonarias procedentes del tráfico de drogas.

Además de Ammar, otros dos asociados de Hezbolá enfrentan cargos en el mismo caso. Uno de ellos está detenido en París, mientras que el otro se ha dado a la fuga, posiblemente a Líbano o Nigeria.

La DEA investigó el caso junto con la Fuerza de Ataque contra blanqueo de dinero del sur de Florida, un grupo de investigadores federales y estatales que recientemente ayudó a arrestar a 22 personas sospechosas en una gran operación conectada al capo mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán.

“Todos los traficantes de drogas, terroristas potenciales y lavadores de dinero deben recibir el mensaje de que Miami-Dade no es lugar para hacer su trabajo sucio”, dijo la fiscal estatal de Miami-Dade, Katherine Fernández Rundle en un comunicado.

La participación de grupos terroristas islámicos radicales en América Latina no es nueva, pero ha aumentado en los últimos años, de acuerdo con expertos en la aplicación de la ley y seguridad federales.

En noviembre de 2012, un informe del Congreso sobre la seguridad fronteriza señaló que América Latina se ha “convertido en un importante centro de lavado de dinero y recaudación de fondos” de Hezbolá, el grupo chiíta clasificado como organización terrorista por el gobierno de Estados Unidos. El grupo, con sede en Líbano, ha sido un aliado clave del dictador sirio Bashar Assad en la sangrienta guerra que ha diezmado al país durante los últimos cinco años.

“La idea de que grupos terroristas, especialmente de corte islamista utilizan a América Latina como lugar para el lavado de dinero, tráfico de drogas y otros delitos se sabe desde hace algún tiempo”, dijo Jerry Haar, experto en América Latina de la Universidad Internacional de Florida, en una entrevista.

En febrero, la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos anunció una “actividad significativa” contra personas relacionadas con Hezbolá. Los esfuerzos de la DEA en “Operación Cassandra” se dieron después de que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunciara sanciones contra los financieros de Hezbolá, ya que se cree que puede tratarse de un negocio de 400 millones de dólares al año por tráfico de drogas y lavado de dinero.

Se desconoce exactamente cuánto dinero generado por el lavado de dinero de la droga se utiliza directamente para financiar ataques terroristas. Muchos de estas personas, como Ammar, “están más preocupados por generar dinero en efectivo que por temas de doctrina religiosa o política” – a pesar de que voluntariamente envían dinero a sus manejadores en Oriente Medio, según una orden de detención.

Ya antes han ocurrido detenciones relacionadas con Hezbolá en América Latina en el sur de Florida.

En 2008, un libanés llamado Chekri Harb fue detenido y condenado como parte de una banda colombiana de cocaína a gran escala. Las autoridades de Estados Unidos no nombraron a Hezbolá en los documentos de acusación, pero los funcionarios de seguridad de Colombia lo vincularon con el grupo.

En el año 2010 agentes federales detuvieron a tres hombres de negocios del sur de Florida acusados de exportar videojuegos y otros productos electrónicos a un centro comercial en Paraguay que supuestamente servía como frente de Hezbolá. Acabaron siendo condenados por cargos no relacionados con el terrorismo.

La zona sin ley en las fronteras de Paraguay, Brasil y Argentina durante mucho tiempo ha sido identificada por Estados Unidos como punto de acceso para lavadores de dinero que envían su dinero de vuelta a Oriente Medio.

El último caso de Miami fue derivado de la investigación de la DEA en operaciones colombianas con cocaína en la que se llevaron a cabo decenas de detenciones por trata de personas y blanqueo de dinero. Ammar está detenido en Miami, en los documentos judiciales se le describe como asociado a Hezbolá y que su trabajo consistía en lavar dinero para la operación colombiana conocida como La Oficina, o The Office, una ramificación del notorio cartel de Medellín, dedicado al tráfico de cocaína.

Era conocido por blanquear dinero a través de Holanda, España, Reino Unido, Australia y África, según una orden de detención. Ammar es acusado de ocho delitos graves, incluido el de lavado de dinero y conspiración para lavar dinero; los registros de la corte no mencionan ningún abogado de defensa.

De acuerdo con el expediente judicial, su padre es un socio de Hezbolá bien conectado que vive en Los Ángeles, donde el joven Ammar fue detenido el mes pasado.

También Ghassan Diabse enfrenta cargos, se trata de otro supuesto asociado de Hezbolá con base en Nigeria. De acuerdo con el expediente judicial, Diab está relacionado con un “miembro de alto rango de Hezbolá con acceso a numerosas cuentas bancarias internacionales”. Está libre, posiblemente en Nigeria o el Líbano.

El tercer hombre que enfrenta cargos es Hassan Mohsen Mansour, otro asociado a Hezbolá con doble ciudadanía libanesa y canadiense. Privado de su libertad en París, se enfrenta a una acusación separada pero similar de blanqueo de dinero federal en el sur de la Florida.

La orden de detención de 42 páginas habla de algo parecido a la trama de una película de espionaje internacional, detallando una complicada red de comunicaciones encriptadas entre jugadores en países lejanos – algunos trabajando en secreto como informantes – y transacciones financieras turbias en seis continentes diferentes.

Una fuente confidencial por primera vez apuntó a los agentes de la DEA de Miami hacia Ammar a principios de 2014, introduciendo un segundo informante confidencial que grabó en secreto sus reuniones.

El segundo informante finalmente pidió a Ammar que le ayude a lavar $ 250,000 dólares australianos procedentes de la venta de cocaína. La tarea: trasladar el dinero a los bancos en Miami, desde donde podría ser reenviado a Colombia o utilizado por los traficantes colombianos en el sur de Florida.

Ammar no era consciente, sin embargo, de que el dinero era en realidad de la DEA y que las cuentas de Miami fueron abiertas por los federales.

Usando comunicaciones cifradas, Ammar contó con la ayuda de Mansour, en París, que contactó con una fuente en Australia (que por coincidencia, resultó ser un informante de la policía allí) para recoger el dinero en efectivo.

El dinero fue depositado en una cuenta en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos -donde el sistema bancario ‘todo vale’ se mantiene fuera del alcance de las autoridades de Estados Unidos. Luego esta cuenta fue cancelada y se movió a través de una empresa fantasma llamada Al Haitham Exhibitionand Conference Organizers, que se supone que se dedica a organizar eventos, pero las autoridades creen que es simplemente una fachada para lavar dinero.

A partir de ahí, el dinero se extrajo de inmediato y desapareció, según una orden de detención firmada por el agente de la DEA Kenneth Martin y el fiscal del estado Jared Nixon.

De vuelta en Miami, las cuentas bancarias creadas por la DEA pronto comenzaron a recibir el dinero de a poco desde empresas oscuras con nombres como “Tropical Trading” y “Khofo Internacional”. Para parecer negocios legítimos, se enviaban facturas falsas por psrte de Diab por bienes no especificados o “pago por envío”.

Después del éxito de la primera operación, Ammar pronto admitió al informante de la DEA que estaba trabajando con La Oficina, del cartel de Medellín, según la orden de detención.

En septiembre de 2014, se llegó a otro acuerdo para el blanqueo de $250 mil dólares. El dinero en efectivo fue enviado desde Australia a la empresa de eventos en Dubai, con una nota indicando que era para comprar un anillo de diamantes de cuatro quilates en Mallorca, España. A través de más compañías falsas, una parte del dinero fue finalmente transferido a cuentas bancarias de la DEA en Miami; una transacción se disfrazó como pago por bolsas de 50 kilos de arroz blanco.

A través de la operación encubierta, Ammar hizo admisiones que despertaron el interés de los investigadores, de acuerdo con la orden, incluida la de que conocía a dos hermanos que trabajaban para las compañías aéreas Avianca que podían pasar cocaína de contrabando a Miami.

También se jactó de que su familia estaba bien conectada con Hezbolá, y preguntó si el informante estaría interesado en ayudar a pasar de contrabando 150 kilogramos de cocaína desde Costa Rica a los Países Bajos.

Fuente: miamiherald.com