ADNAN OKTAR

El autor turco Adnan Oktar describe la relación de siglos de antigüedad entre los judíos y los turcos. Oktar explica que a pesar de las muy recientes tensiones en la relación, los judíos y turcos quieren paz y están trabajando para restaurar la relación fuerte y saludable.

Los turcos y los judíos son dos naciones antiguas que comparten una larga historia juntas. Buenos tiempos, malos tiempos, aliados espectaculares que llegaron uno en ayuda del otro en tiempos desesperados, recuerdos agridulces y retos intimidantes que se volvieron más fáciles a través de la amistad y sacrificio. Todo esto contribuyó a la fuerte relación que han levantado estos dos pueblos con el tiempo. Aun cuando la mayoría de la gente joven se sorprendería probablemente de escucharlo, estas dos naciones una y otra vez encontraron consuelo en la amistad y apoyo entre sí.

Durante el curso de los siglos, y especialmente en los últimos doscientos años, esta amistad ha sido puesta bajo muchas pruebas. A veces las cosas se pusieron tensas; tan tensas que parecía como que esta afinidad podría ser destruida. De hecho, tuvieron éxito, en cierta medida. Incontables desacuerdos, intereses políticos, intolerancia, todos jugaron un rol en el alejamiento temporal que nadie deseó jamás observar.

No hace falta decir que las potencias externas con sus agendas se involucraron también y no dudaron en alentar la discrepancia. Sin embargo, sin importar lo que sucedía en la superficie, la amistad en el fondo era sólida y fue reforzada por el amor compartido de los dos pueblos por Dios. Ambos han conocido lo que fue ser perseguidos y estigmatizados.

Ambos han sufrido tremendamente a lo largo de sus historias. Ambos han sido pueblos nobles y honorables que consideraron hacer lo correcto como única opción.

Aparte de los turcos jázaros, un estado de turcos judíos, su historia real juntos comenzó después que los judíos pusieron pie en las tierras de los otomanos. Los judíos estaban huyendo de la inquisición en España y encontraron brazos abiertos en el Imperio Otomano.

Aunque las cosas no eran perfectas y no siempre se aseguró la igualdad plena, a los judíos se les ofrecieron en cambio libertades extensas y comodidad en tierras otomanas comparados especialmente con las minorías bajo gobierno cristiano. Junto con las minorías cristianas, ellos gozaban de autonomía en asuntos religiosos y educación.

A lo largo del curso de los siglos, los judíos se volvieron partes inseparables de la comunidad turca, con su presencia refinada, sofisticada y de buenas maneras. Siendo los comerciantes habilidosos que eran, ayudaron al crecimiento de la vida económica y social en el Imperio Otomano. Su competencia y lealtad les ganaron posiciones poderosas en el gobierno, ejército y vida empresarial. Hubo también épocas en que los sultanes otomanos asistieron a sus funerales.

El Sultán Abdulmecid en 1840, con su famoso ferman (decreto), dijo lo siguiente sobre el libelo de sangre: “… no podemos permitir que la nación judía, cuya inocencia por el crimen del que se los acusa es evidente, sea preocupada y atormentada como consecuencia de acusaciones que no tienen el mínimo fundamento en verdad…”.

Cuando comenzaron los problemas para los otomanos, el pueblo judío se puso del lado del estado otomano durante la Primera Guerra Mundial y la consiguiente Guerra de Independencia. Muchos perdieron sus vidas como resultado. Por lo tanto, no debe sorprender que cuando el ejército otomano se retiró de los Balcanes y el Cáucaso, los ejércitos enemigos quemaran no sólo los poblados turcos sino también los poblados judíos.

El amor y aprecio turco por los judíos fue igualmente desbordante. Después que Hitler inició su campaña atroz contra el pueblo judío, los diplomáticos turcos se arriesgaron a morir para emitir carnets de identidad para miles de judíos turcos en Francia, a fin de salvarlos de ir a los campos de concentración nazis. Por ejemplo, Behiç Erkin, el entonces Embajador turco ante Francia, emitió identidades turcas para 18,200 judíos en Francia a pesar de la presión del gobierno francés bajo la ocupación nazi y salvó sus vidas.

Turquía pasó a convertirse en el primer país predominantemente musulmán en reconocer al estado de Israel y estableció relaciones estrechas con él aun cuando Israel estaba luchando con estados árabes. Durante la Segunda Guerra Mundial, aunque imponiendo fuertes gravámenes sobre sus súbditos judíos, Ankara rechazó a Hitler cuando él solicitó que los profesores judíos refugiados fueran regresados a Alemania. Israel se puso del lado de Turquía en la cuestión de Chipre.

Aunque nuestra historia conjunta ha sido marcada en su mayoría por recuerdos positivos como estos, han habido problemas, discrepancias políticas y obviamente el incidente del Mavi Marmara. Especialmente después del Mavi Marmara, nuestra amistad se tensó como nunca antes. Los líderes de ambos países emitieron duros mensajes en el calor del momento y ningún político pareció saber cómo arreglarlo.

Sorprendentemente, han sido la madurez y naturaleza amorosa de ambos pueblos las que una vez más ayudaron a poner las cosas en orden. Este enfoque sensible mantuvo las cosas bajo control y evitó una destrucción total de los vínculos. Ahora, después de seis años, las cosas finalmente están regresando a la normalidad. Los lazos diplomáticos están casi restaurados y los dos países ya han comenzado a funcionar en mejorar aún más que antes las relaciones.
Sin importar las cuestiones en que podríamos estar discrepando hoy, está claro para cualquiera que la relación que iniciaron y construyeron estos dos pueblos durante el curso de los siglos se ha vuelto un vínculo inquebrantable que ha resistido la prueba del tiempo.

Hoy es obvio que judíos y turcos quieren paz, hermandad y amor como antes. Aparte, está claro para cualquiera que una alianza fuerte entre estos dos países sería extremadamente beneficiosa para ambos y definitivamente para la estabilidad de la región. Ambos países son democráticos, aborrecen el radicalismo, gozan de fuerte influencia militar y diplomática y pueden beneficiarse en gran medida de crecientes relaciones comerciales, militares y sociales. Es maravilloso ver que los resentimientos están siendo dejados atrás y el acercamiento, largamente deseado, está sucediendo finalmente.

*Adnan Oktar es un influyente autor y líder de opinión turco. Ha escrito más de 300 libros traducidos a 76 idiomas sobre política, religión y ciencia.

Fuente: Jerusalem online
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México