LEO ZUCKERMANN

Trump entiende muy bien que ganó gracias al voto de los trabajadores de cuello azul de los estados del Rust Belt (Cinturón del Óxido), quienes han perdido sus trabajos o disminuido sus ingresos por la desindustrialización de la economía americana.

Sigue saliendo información para pensar que viene lo peor en materia de proteccionismo comercial de la nueva administración eestadounidense presidida por Donald Trump. Esta semana, por ejemplo, el Presidente electo dio una entrevista a The New York Times donde moderó diversas promesas de campaña. No en el tema comercial. Y es que Trump entiende muy bien que ganó gracias al voto de los trabajadores de cuello azul de los estados del Rust Belt (Cinturón del Óxido), quienes han perdido sus trabajos o disminuido sus ingresos por la desindustrialización de la economía americana.

En su campaña, Trump les echó la culpa a China y a México por esta situación (no dijo nada de la más importante razón de la pérdida de trabajos, la robotización, porque esto no mueve al electorado). Prometió, entonces, renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y, de no poder hacerlo, derogarlo. En México muchos siguen dudando de que vaya a cumplir esta promesa. Yo sigo pensando que sí la va a cumplir porque tiene muy claro que, si se quiere reelegir en cuatro años, debe ofrecerle resultados a los votantes que lo llevaron a la Casa Blanca. De ahí lo que le dijo a Times:

“Mira hacia atrás 20 años, no solían llamarlo el Cinturón de Óxido. Uno pasa fábrica tras fábrica tras fábrica que están vacías y oxidándose. La oxidación es la parte buena porque están peor que oxidándose, se andan cayendo a pedazos. Para mí, lo más importante es cuidar de las personas que realmente han demostrado amar a Donald Trump, en contraposición a los políticos. Y francamente si los políticos no se ocupan de estas personas, no van a ganar y van a terminar con un tipo de gobierno totalmente diferente al que están viendo en este momento. Estas personas están muy enojadas. Son inteligentes, son trabajadoras y están enojadas. Los llamo los hombres y las mujeres olvidados. Y vamos a traer trabajos de vuelta. Ya he hablado con muchas empresas y les digo que no planeen mudar su compañía porque no van a poder mudarla y vender su producto. Tú crees que vas a poder venderlo a través de lo que será una frontera fuerte, porque vamos a tener una frontera, pero simplemente no lo planeen así”.

La amenaza está muy clara. No sorprende, entonces, que el candidato a convertirse en el secretario de Comercio de Trump haya afirmado que más le vale a los mexicanos cooperar: “Cuando uno es el cliente de 80% (de las exportaciones) de alguien, ¿realmente peleará conmigo? No, va a negociar”. Wilbur Ross piensa que no habrá una guerra comercial con México porque tan sólo hay que ver al peso: “La razón por la que ha colapsado es porque todo el mundo sabe que los mexicanos tendrán que hacer concesiones. Punto”. Flojitos y cooperando, pues.

Agréguese a esto que muchos políticos y sindicalistas demócratas, que apoyaron a Hillary Clinton, están de acuerdo con Trump en el tema del TLCAN. Tradicionalmente eran ellos los proteccionistas, pero el candidato republicano les robó este tema en la pasada elección. Pues bien, ahora, tanto líderes de sindicatos importantes, como el de los trabajadores automotrices, como legisladores demócratas, han anunciado que no sólo ayudarán al nuevo Presidente para que actúe en consecuencia sino que lo presionarán.

William Mauldin y David Luhnow publicaron esta semana un buen artículo en The Wall Street Journal sobre Trump y el TLCAN. Argumentan que el Presidente electo y sus asesores quieren “cambios sustanciales en las normas que gobiernan el intercambio comercial de Estados Unidos con México y Canadá”. Se habla de imponer “aranceles especiales u otras barreras con el fin de reducir el déficit comercial estadunidense con México y de nuevos impuestos que perjudicarían a las empresas de EE.UU. que han trasladado producción al sur de la frontera. Su equipo también podría tratar de eliminar una cláusula del NAFTA que permite que las compañías mexicanas y canadienses cuestionen las regulaciones estadunidenses al margen de los tribunales”. Esto bien podría ser la postura inicial en el comienzo de las negociaciones con el fin de lograr “aranceles y otras barreras relativamente bajas al ingreso de productos mexicanos a EE.UU”. Ése sería, quizá, el mejor escenario. Y si los estadunidenses no obtienen esto, pues simple y sencillamente se salen del Tratado que “podría ser reemplazado por acuerdos bilaterales. Los asesores de Trump ya han dicho que prefieren estos acuerdos a los multilaterales”.

Twitter: @leozuckermann

Fuente:excelsior.com.mx