ARNOLDO KRAUS

Los tiempos del show man se explican con otras palabras: divide y perderás. Los votos de Trump vienen del enojo y el descontento.

Divide y vencerás, y divide y domina, son máximas latinas utilizadas por Julio César y Napoleón. Su propósito era y es obvio: romper y dividir a los contrincantes para aislarlos e impedir que la unión sume fuerzas. Los modelos económicos imperantes, los fracasos de la globalización y de incontables vías políticas han escindido a muchas poblaciones.

En 2016, las divisiones no garantizan triunfos, anuncian fracasos. La victoria de Trump es su victoria. Su triunfo significará, y de hecho ya se vive, una nueva y peligrosa realidad. Con Trump, la máxima, divide y vencerás, es anacrónica. Los tiempos del show man se explican con otras palabras: divide y perderás. Buena parte de los votos de los casi sesenta de millones de trumpistas proviene del enojo y del descontento. Lo que sigue no será sencillo. La ira es ave de mal agüero; ya lo dijo Marco Aurelio: “Cuánto más dolorosas son las consecuencias de la ira que sus causas”.

Divide y perderás no es mera retórica. Es un ejercicio peligroso. Trump ha señalado a un sinnúmero de personas y grupos no gratos. Los no gratos empiezan y seguirán cobrando factura. Muy significativo es lo ocurrido el 18 de noviembre al finalizar el musical Hamilton en un teatro de Broadway. Mike Pence, futuro vicepresidente, se encontraba dentro del público. Al finalizar la representación, el actor afroamericano, Brandon Victor Dixon, dedicó, en nombre del elenco, las siguientes palabras a Pence: “Nosotros, señor, nosotros somos el Estados Unidos diverso que está alarmado y nervioso porque su nuevo gobierno no nos proteja, no proteja a nuestro planeta, a nuestros hijos, a nuestros padres, o no defienda y mantenga nuestros derechos inalienables”.

Pence abandonó el teatro sin responder. En el video, mientras el actor habla se escuchan vítores y aplausos del público. El mensaje de la obra Hamilton cobra, ahora, especial relieve: expone la idea del nacimiento de Estados Unidos dando énfasis a la noción de un país de inmigrantes. De acuerdo a la información y a los videos, cuando Pence llegó al teatro fue recibido con sonoros abucheos y escasos aplausos.

Tras el evento, Trump, ni tardo ni perezoso, seguramente, a vuelapluma, sin el filtro de sus asesores —¿o con su ayuda?— envió tres mensajes en su cuenta de Twitter: “Nuestro futuro vicepresidente Mike Pence fue acosado anoche por el elenco de Hamilton, bajo la luz de las cámaras. ¡Esto no debería pasar!”; “El teatro debe ser siempre un lugar seguro y especial. El elenco de Hamilton fue muy grosero anoche con un hombre muy bueno, Mike Pence. ¡Pidan Perdón!”; y, “Muy maleducado e insultante por parte del miembro del elenco de Hamilton insultar a nuestro gran futuro vicepresidente durante un acto teatral. ¡Ni siquiera podía memorizar las líneas!” (el último tuit, fue borrado media hora después: seguramente despertó el jefe de sus asesores de Twitter).

Difícil, si no imposible, predecir qué sucederá cuando Trump sea presidente y el poder republicano se rinda ante él. Acciones como la narrada anuncian malos tiempos. Rescato dos lecciones provenientes tras el affaire Hamilton. Primera. Estadounidenses, al menos la mitad de los votantes, enfadados y presas de temores y desasosiego, cobrarán factura. Segunda. Trump, implacable, sin autocensura, cualidad más que necesaria para cualquier persona e indispensable para quienes ostentan poder, amenazó al grupo de teatro y en particular al portador de la voz de los artistas.

Si Trump muestra su desdén y su Poder tras lo sucedido en un musical, ¿qué hará contra los alcaldes que no quieran deportar como ya lo han expresado Bill de Blasio (Nueva York) y Eric Garcetti (Los Ángeles)?, y, lo que alarma más, pensando en sus nulos recursos para argumentar o debatir, ¿qué hará, por ejemplo, con los firmantes del Acuerdo de París —casi la totalidad de los países del mundo— cuando tenga que medir su voz creacionista contra la voz científica con respecto al calentamiento global?

El macartismo en EU, la persecución anticomunista durante la Guerra Fría, ha muerto. El macartismo perseguía a las personas por sus ideas sociales y políticas, generalmente progresistas. La solicitud de perdón y las agresiones contra el portador de la voz del elenco de Hamilton son situaciones inéditas. Trump vs Hamilton resume el episodio narrado. ¿Qué sigue?: ¿un trumpismo variante macartismo donde se persiga a los disidentes? ¿Qué sigue?: tras uno de sus discursos, un seguidor gritó y el público contestó: “Heil el pueblo. Heil la victoria”.

Notas insomnes. Los asesores de Donald Trump deben saberlo: sus dislates tienen límite. Las divisiones cuestan. Trump divide. Todos perderemos.

Fuente: eluniversal.com.mx