A veces nos sentimos limitados por los mandamientos de la Torá; hoy en día nos es difícil pensar en libertad como autodeterminación y lucha interna. Estamos acostumbrados a que “libertad” sea sinónimo de “ausencia de normas y ausencia de desafíos”.

Sin embargo, ésta es una postura opuesta a la que propone la Torá. Para el judaísmo la libertad se encuentra obedeciendo las mitzvot (mandamientos divinos), se basa en intentar ser “imagen y semejaza” de Dios. El rabino Naftali Reich explora el tema en su ensayo “Denme libertad” (Give me Liberty):

Un estadounidense pre revolucionario dijo: “¡Libertad o muerte!” No todos estarían de acuerdo que una vida sin libertad deja de tener valía, aún así, todos reconocemos que la libertad es un regalo inigualable. Me gustaría preguntar ¿qué es y por qué es tan preciada la libertad? ¿Implica únicamente liberarnos de nuestras restricciones o es necesario algún otro elemento? Me basaré en la Torá para dar una respuesta.

Nuestros Sabios nos dicen que: “la única persona realmente libre es aquella que estudia la Torá.” ¿Cómo puede ser eso cierto si la Torá tiene una cantidad inmensa de restricciones y prohibiciones? Parecería más bien que nos limita antes de liberarnos.

En la perashá (porción semanal toraica) de Emor, cuando Dios indica los ritos funerarios a los sacerdotes aparecen las siguientes palabras: “Dijo Dios a Moisés: ‘Habla a los sacerdotes, hijos de Aarón, y les dirás no se deben impurificar…”¿Por qué la Torá es redundante en este fragmento, si usualmente es muy escasa con las palabras que usa?

Los comentaristas encuentran una implicación bastante profunda en estos versos. Dios estaba mandando dos mensajes distintos a los sacerdotes a través de Moisés.

El principal era que no debían contaminarse por los cadáveres al hacer los ritos funerarios e indica las precauciones que deberían de tomar.

El segundo era recordarles que son los hijos de Aarón (“Habla a los sacerdotes, hijos de Aarón”). Es decir que poseen una condición superior al resto del pueblo de Israel: Son los príncipes, la casta de los sacerdotes. Dios les recuerda su origen y su santidad para que no encuentren el mandato restrictivo y recuerden que dicho estatus lo tienen gracias al servicio especial que dan a Dios y que su padre dio antes que ellos.

Con esto en mente, la libertad toma otra cara. La libertad verdadera es alcanzar el mayor crecimiento personal posible sin interferencia exterior. La madre que cuida a su hijo también adquiere libertad al poder cumplir su rol materno completamente, aunque este restringida por las necesidades de su hijo. Así como los cohanim (sacerdotes) que obedecían las normas y el converso que cambia de vida y acepta la Torá.

La libertad nos permite vivir al nivel de nuestros propios estándares, al nivel de nuestros valores y nuestros ideales; nos permite desarrollar nuestro potencial más elevado y buscar nuestro objetivo más desafiante.

¿Cómo logra una persona explotar todo su potencial? ¿Cómo llega a ser imagen y semejanza de Dios? Nuestros sabios nos dicen que es a través de la Torá. Sin la Torá, la persona está abandonada en el vacío de sus pasiones, es arrastrada por sus deseos carnales y cambios emocionales. Se aleja cada vez más del camino que le ayuda a elevarse y a sacar lo mejor de sí.

Sólo a través de años largos de trabajo espiritual y obediencia a los mandatos divinos, es decir, sólo a través de la Torá puede una persona alcanzar la perfección. Ésta es la libertad en su punto más alto.

En nuestros días, vivimos en una sociedad que glorifica la libertad a través del libertinaje, a veces nos sentimos restringidos por los mandamientos y a veces, inclusive, sentimos resentimiento. Sin embargo, cuando vemos los logros que adquirimos al seguir las mitzvot (mandatos) y observamos la fortaleza interna que desarrollamos; entendemos que realmente nos libera.

Somos los únicos que dirigimos toda nuestra vida a llegar a un nivel espiritual mayor. La Torá nos enriquece y nos da el regalo de la libertad.

Escrito: Naftali Reich — Adaptación y traducción: Aranza Gleason