ISAAC HERZOG

Las partes acordarán una década de calma, durante la cual Cisjordania será una zona libre de violencia y de incitación; se congelará la construcción fuera de los bloques de asentamientos, con más poderes para los palestinos – sólo entonces se renovarán las negociaciones.

Hace unos días, se informó sobre una cumbre secreta celebrada hace aproximadamente un año en Aqaba con la participación del primer ministro Benjamín Netanyahu, el secretario de Estado norteamericano John Kerry, el rey Abdalá de Jordania y el presidente egipcio Abdel Fattah al -Sissi.

A raíz de esta reunión y otras medidas adoptadas al mismo tiempo, estaba dispuesto a examinar con Netanyahu un gobierno de unidad nacional.

La información publicada en la prensa puso en manifiesto una pequeña parte de la gran oportunidad que tuvo Israel de cambiar la faz de todo el Medio Oriente y que podría haber traído mucha esperanza a nuestro pueblo y a la región. El movimiento histórico, que por razones obvias no se dio a conocer en ese momento, tenía como objetivo evitar más rondas de violencia y derramamiento de sangre.

En el momento, dije repetidamente que Israel tenía una oportunidad histórica de hacer un movimiento estratégico prometedor y dramático, y que se requería tomar decisiones políticas valientes. Mi disposición para adoptar medidas que fueron vistas por otros como un suicidio político – después de que en la campaña electoral insistí en que “somos nosotros o él” [Netanyahu] – viene de mi compromiso inflexible de salvar a Israel del desastre de un solo Estado y evitar más muertes innecesarias de ambos lados. Sentí que era mi deber no dar la espalda a la posibilidad que veía ante mí.

A lo largo de mi vida política me he comprometido a buscar la paz, así que decidí aprovechar la oportunidad con mente abierta, a raíz de las peticiones explícitas de los principales líderes de nuestra región y del mundo. Estos líderes vieron la inclusión de la Unión Sionista en el gobierno como una prueba de que Israel tenía serias intenciones. Incluso me confirmaron que Netanyahu había expresado explícitamente su compromiso de impulsar la iniciativa, en la que él mismo desempeñaba un papel importante.

Lamentablemente, en el momento crucial Netanyahu cedió a sus aliados de derecha y a sus temores. Renunció a sus obligaciones y puso fin a una verdadera oportunidad para un acuerdo regional que podría transformar el Medio Oriente. Por mi parte, estaba dispuesto a soportar el peso de los abusos e insultos de mis aliados y rivales políticos para salvar a mi pueblo y patria de otra serie de derramamientos de sangre, como nuestros ministros nos han estado prometiendo con arrogancia en las últimas semanas.

El presidente al-Sissi y el rey Abdalá dejaron claro esta semana que un acuerdo regional radica en la realización de la visión de dos Estados. No un Estado palestino en Jordania como sugirió Tzipi Hotovely, y no en la Península del Sinaí como sugirió Ayoub Kara. Nosotros, los líderes responsables, debemos seguir luchando por la paz y por la solución de dos Estados, porque es la única alternativa posible.

Actualmente, tras la reunión Netanyahu-Trump, tenemos más claro que nunca el hecho de que 50 años después de la Guerra de los Seis Días, Israel se encuentra en un punto crucial. Hoy deben expresarse las duras y penetrantes verdades.

Una verdad se refiere a los asentamientos judíos en Cisjordania, cuyas dimensiones ahora ponen en peligro la existencia de Israel como Estado judío. La continua construcción en los asentamientos conducirá al reemplazo del Estado con una mayoría judía por un Estado con una mayoría árabe. La ley de confiscación de tierras, las voces que piden la anexión, incluida la anexión del Área C (que abarca el 60% de Cisjordania), son el reflejo más tangible de esta amenaza. Los grandes bloques de asentamientos forman parte de la solución. Las decisiones ambiciosas sobre la continuación de la construcción en Cisjordania forman parte del problema.

Otra realidad se refiere a seguir gobernando a otro pueblo. Esto ha llegado al punto peligroso que hoy amenaza el carácter moral y la democracia de Israel.

Una tercera verdad es la necesidad de reconocer que el intento de alcanzar una paz viable mediante iniciativas, conferencias o un proceso que involucre fórmulas y parámetros acordados para un acuerdo permanente, ha fracasado una y otra vez – con Ehud Barak que lo intentó en Camp David, con Ehud Olmert que lo intentó en Annapolis, y con Benjamín Netanyahu que lo intentó con el esquema de Kerry hace algunos años.

Todos esos movimientos culminaron con decepción y algunos incluso condujeron a una mayor violencia, hostilidad y desconfianza entre ambos pueblos y sus líderes.

No podemos aceptar el status quo, pero tampoco debemos repetir los errores del pasado. No debemos poner en peligro la seguridad, pero tampoco podemos avanzar con los ojos abiertos hacia el suicidio nacional.

La anexión de 2 millones de palestinos que demandarán derechos civiles totales no es la respuesta. Sólo la solución de dos Estados puede poner fin al conflicto prolongado y sangriento. La infraestructura para ello existía hace un año y existe hoy más que nunca.

Existe en la forma de un deseo regional de tomar parte en un movimiento estratégico, debido a la presencia de aliados regionales con serias intenciones y el interés común de Israel y nuestros vecinos de combatir a ISIS, bloquear a Irán y llegar a un acuerdo con los palestinos. Existe gracias a la iniciativa de paz árabe, cuyos principios siguen siendo válidos y deben formar parte del acuerdo para separarnos de los palestinos, con el respaldo de la administración de Trump.

Estos dos elementos – la infraestructura regional y la separación – combinados con otros movimientos podrían servir de base para una nueva Hoja de Ruta realista y equilibrada que sería la antítesis del plan de Naftali Bennett.

En contraste con la inacción del gobierno, sugiero una Hoja de Ruta actualizada para un proceso de múltiples etapas que incluya los siguientes 10 etapas:

  1. Una nueva ratificación por ambas partes y el compromiso de la comunidad internacional con el objetivo final de dos Estados que conviven en paz y seguridad.
  2. Las partes deben fijar un plazo de hasta 10 años, durante el cual toda la zona al oeste de Jordania será declarada un lugar libre de violencia. Acordarán acciones conjuntas y la pena intransigente para cualquier tipo de acto terrorista o incitación. El Consejo de Seguridad de la ONU adoptará una resolución al respecto y supervisará directamente su implementación.
  3. Durante este período ambas partes avanzarán hacia la realización de la visión de dos Estados. Israel continuará separándose de los palestinos al completar el muro que protegerá a Jerusalem y los bloques de asentamientos, construirá una separación entre Jerusalem y las aldeas palestinas que rodean la ciudad y proporcionará a los palestinos mayores poderes civiles en el Área C, para permitir el desarrollo urbano entre las comunidades palestinas cercanas a la valla de separación y las grandes ciudades palestinas.
  4. Israel suspenderá la construcción fuera de los bloques de asentamientos y evitará movimientos que puedan transformar la realidad sobre el terreno en esas áreas, con la excepción de medidas necesarias para conservar la seguridad, permitiendo la implementación de la visión de dos Estados.
  5. Durante este período, el desarrollo económico palestino se acelerará dramáticamente, con ayuda regional e internacional. Esto incluye el desarrollo urbano, la rehabilitación de los campamentos de refugiados y el desarrollo de una economía e industria viables.
  6. Los palestinos actuarán para impedir el terrorismo y la incitación. También formularán un amplio acuerdo nacional entre las facciones palestinas en Cisjordania y la Franja de Gaza bajo una sola soberanía. Si lo hacen, se les permitirá declarar un Estado palestino dentro de fronteras provisionales y quedará claro que las fronteras permanentes de este Estado se determinarán sólo a través de un acuerdo. Israel considerará reconocer favorablemente al Estado palestino y anunciará que ve a este Estado como un socio en un acuerdo permanente.
  7. Las FDI seguirán operando en toda la zona de Cisjordania hasta el río Jordán y alrededor de la Franja de Gaza. La coordinación de la seguridad con la Autoridad Palestina continuará e incluso de fortalecerá.
  8. Las partes actuarán para rehabilitar la Franja de Gaza y construir un puerto, sujeto a estrictas medidas de seguridad, desmilitarización total y la destrucción de los túneles.
  9. Después de este período, asumiendo que transcurrió sin violencia, ambas partes iniciarán negociaciones directas, con el respaldo de los países vecinos y de la comunidad internacional. Las conversaciones se celebrarán sin condiciones previas, entre dos socios iguales, de manera seria y resuelta, y conducirán a un acuerdo de paz global y definitivo que solucione las cuestiones controvertidas, establezca fronteras permanentes y y ponga fin al conflicto.
  10. Los países de la región apoyarán pública y firmemente los movimientos, como parte de una amplia iniciativa regional. Israel impulsará el establecimiento de instituciones conjuntas en Oriente Medio, que actuarán para desarrollar la región e iniciar la cooperación en materia de seguridad, economía, agua, el transito de mercancías y trabajadores. Israel propondrá hacer de Jerusalem el centro de esta comunidad regional.

Cuando la gran tormenta se avecina, y la amenaza de perder a Israel como nuestro Estado-nación se vuelve cada vez más tangible se debe iniciar un nuevo proceso realista para poner en práctica la visión de dos Estados.

Un proceso actualizado conducirá en primer lugar a la calma, en la que cada lado recibirá lo que le corresponde en cada etapa. Los palestinos obtendrán reconocimiento, autoridad, más territorio y esperanza para el futuro. Los israelíes recibirán seguridad, reconocimiento regional y esperanza para el futuro.

No será una estampida salvaje e imprudente hacia lo desconocido. Habrá un enfoque optimista aunado a la condición de tranquilidad total que obligará a palestinos e israelíes a hacer un esfuerzo supremo para evitar la violencia y el terrorismo.

Lo que es más importante, se detendrá el deslice hacia la anexión, un infierno del tipo que hemos visto en Bosnia y ahora en Siria. El paradigma de los dos estados se preservará y el proceso de paz entre los pueblos será real. Los dos pueblos se separarán, la economía palestina avanzará, la infraestructura regional se desarrollará y los principios de la iniciativa de paz se implementarán.

Así es como salvaremos los bloques de asentamientos y los mantendremos bajo la soberanía israelí. Será la verdadera victoria del sionismo. Una nueva realidad de seguridad y confianza mutua forjará un proceso de paz y evitará desastres.

Isaac Herzog es líder de la oposición, presidente de la Unión Sionista y del Partido Laborista.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico