Después de la reunión celebrada entre el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu (BN) y el Presidente de EUA, Donald Trump (DT), en Washington el 15 de febrero pasado, este último expresó que lo más importante para resolver el conflicto existente entre Israel y los palestinos era que ambas partes llegaran a un acuerdo de paz que les permitiera negociar la mejor solución que consideren conveniente, sin que ello no necesariamente impulse la creación de dos Estados, para tal propósito se precisa “que adquieran un compromiso y más flexibilidad”.

DT le pidió a BN “frenar” la expansión de los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este, y a los palestinos les expresó contundentemente que pongan fin a la incitación contra Israel, estrategia que ha sido fundamental para la sobrevivencia de los líderes palestinos, que enfrentan ilegitimidad frente a la población porque la han sometido a un régimen autoritario y crecientemente corrupto; existen evidencias documentadas de que la camarilla de la Autoridad Palestina (AP) se apropió ilegalmente de más de 2 mil millones de dólares de los fondos que la Unión Europea destinó como ayuda a los palestinos en el último lustro.

En el contexto de la reunión entre BN y DT aparentemente el primero aceptó el llamado del mandatario estadounidense para no iniciar la construcción de nuevos asentamientos, empero, los planes recientemente aprobados para construir cerca de 6 mil viviendas en varios asentamientos de Cisjordania y Jerusalén Este, seguirían adelante. Asimismo, dijo que no tiene la intención de anexar Cisjordania a Israel con 2.5 millones de palestinos y explícitamente mencionó que, en una visión de un acuerdo de paz, “Israel tendría que mantener el control sobre el territorio del Oeste del río Jordán”, lo que significaría que por razones de seguridad no podría permitir la amenaza de la existencia de un Estado palestino militarizado. La creación de un Estado palestino llevaría de facto a la desaparición de Israel, no es fácil concebir la creación de un Estado palestino con estructuras dictatoriales y violentas frente a Israel, incluso los 1.8 millones de árabes israelíes que viven en Israel verían con recelo y “no aceptarían ser gobernados por la AP o por Hamas”.

El presidente de la AP, Mahmud Abbas (MA) reiteradamente ha solicitado que para concretar las negociaciones de paz, Israel tendría que volver a las fronteras de 1967 y supuestamente regresar los territorios que se anexo en la Guerra de los 6 Días, que no tienen relación alguna con los palestinos en virtud de que los territorios “reconquistados” pertenecían en 1967 a Jordania, Siria y Egipto.

BN ha consignado que MA no reconoce de hecho a un Estado judío y continuamente menciona el “derecho de retorno del pueblo palestino” que de una población original de alrededor de 800 mil personas que en 1948 salieron de Cisjordania con la promesa de los estados árabes que invadieron Israel, de que regresarían en pocos días, una vez “expulsados los judíos, ahora se evalúan en 4 o 5 millones de “refugiados palestinos”.

Los ahora autodenominados palestinos tuvieron una oportunidad única de crear su propio Estado en 1948 debido a que no aceptaron la resolución de la ONU para establecerlo ese año.

La historia ha constatado la legitimidad de la presencia de los antiguos hebreos en lo que hoy se pretende llamar Palestina y que se inició hace más de 4 mil años, cuando las tribus israelitas ocuparon el área comprendida “entre los ríos Nilo en el Oeste, el Tigris y el Éufrates, rodeada por los Imperios de Egipto y Babilonia, el desierto de Arabia Saudita y las montañas de Asia Menor, la tierra de Canaán”. Los judíos en general consideran que son descendientes de los antiguos israelitas y los hebreos, remontando su origen al patriarca Abraham; en este sentido, la tradición judía sostiene que el origen de los israelitas está en los 12 hijos de Jacob que se trasladaran a Egipto, donde sus descendientes constituyeron las 12 tribus.

En los libros de La Biblia (Antiguo Testamento) escritos en los siglos VIII y VII AC no aparece el término palestina o palestinos para designar específicamente a un punto geográfico o a un pueblo “Tanto la Biblia como los historiadores siempre se refieren a Judea para designar esta área, de manera que no existe ninguna referencia que atestigüe que existió un territorio Palestina, o un gobierno palestino.

En este contexto, fue el emperador romano Adriano que nombró a Aelia Capitolina y a Judea como Filistea para desprestigiar a los judíos sobrevivientes que se rebelaron contra el Imperio, para quitarles su identidad y que finalmente destruyó el Templo de Jerusalén en el año 70 DC, ciudad que se estima albergaba entre 600 mil y un millón de habitantes. Los antiguos filisteos (plishtim en hebrero) fue una “raza” enemiga de los judíos que desaparecieron con el tiempo.

Los palestinos del presente insisten que habitaron la tierra de Canaán antes que Dios se las entregara a Israel, lo cierto es que los árabes que hoy día residen en Cisjordania, proceden del linaje Árabe Hashe, también presente en Marruecos, proceden de Banu Hashim o hijos de Hashim, uno de los clanes más importantes de la antigua tribu de Quarish que vivían en la Mecca y a la que pertenece el Profeta Mahoma. La expansión musulmana se registró después de la muerte del Profeta en 632 DC, comenzó en la Península Ibérica al suroeste de Asia en las conquistas militares en las que harían caer al Imperio Sasánida, incluyendo parte del Imperio Bizantino.

En este ámbito, el Imperio Musulmán se asentó en lo que hoy día se conoce como Palestina, sin embargo, nunca fundó una ciudad como su capital política y económica, solo construyó templos musulmanes para imponer a la fuerza su religión.

Por otra parte, a pesar de que los judíos fueron expulsados de su antigua patria (70 DC), estos nunca abandonaron totalmente siempre hubo una población judía residente en Israel, principalmente en Jerusalén. Por otra parte, al final del siglo XIX y principios del XX corrientes de jóvenes judíos de Europa comenzaron a colonizar el país, destacando la fundación de las primeras colonias agrícolas socialistas. Fue en 1917 cuando el Barón de Rochild, representante del Congreso Judío Mundial logró la Declaración Balfour por parte de la Gran Bretaña. Arthur James Balfour, Ministro de Relaciones Exteriores de la Gran Bretaña consignó en la declaración que “El gobierno de su majestad ve favorable el establecimiento en Palestina, de un hogar nacional para el pueblo judío, y hará todo lo que este en sus manos para facilitar este objetivo, entendiéndose claramente que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de los ya establecidos en comunidades no judías en palestina, o los derechos y el estatus político del que disfrutan los ciudadanos judíos en cualquier otro país”.

La opinión política liberal del Reino Unido de la época sentía que Occidente tenía la responsabilidad de permitir una patria a los judíos, debido a las injusticias históricas sufridas por esa comunidad, de las cuales culpaba a Occidente. En este periodo los habitantes no judíos de Palestina constituían el 90.0% de la población total. Los árabes se sintieron traicionados por la Declaración ya que el Reino Unido les había prometido una completa autonomía desde el Mar Rojo hasta el Golfo Pérsico.

La “creación del hogar nacional judío” prometido por Gran Bretaña no se concretó por el contrario, estableció un Emirato Árabe de Transjordania en 90,000 km del territorio que estaba destinado a los judíos; que sería llamado Reino Hashemita a Transjordania en 1946, que provocó un gran conflicto árabe-israelí que antes no existía. Gran Bretaña llegó al extremo de prohibir la migración judía durante la Segunda Guerra Mundial a Israel, rechazando a los judíos que lograban escapar de los campos de exterminio de los nazis.

El 29 de noviembre de 1947 la ONU aprobó la Resolución 181/11, que era el Plan de partición de Palestina y que proponía que esta se dividiera en dos Estados, uno árabe y otro judío y un régimen internacional autónomo para la ciudad de Jerusalén bajo la autoridad de las Naciones Unidas. A la comunidad judía, con 30.0% de la población total, se adjudicaría el 55.0% del territorio, si bien el 45.0% era el Desierto del Negev, y a la árabe, 67.0% de la población, el 45.0% restante. Los judíos aceptaron el plan y los árabes no.

Así, en 1948 finalizó el Mandato Británico sobre Palestina y Ben Gurión proclamó el Estado judío en el territorio asignado por la ONU; los cinco Estados vecinos (Líbano, Jordania, Siria, Egipto e Irak) apostaron por destruirlo. Durante 15 meses de guerra Israel adquirió 26.0% adicional del antiguo territorio del Mandato Británico, mientras que Egipto y Jordania ocuparon la parte restante destinada por la ONU al Estado Árabe Palestino. Egipto ocupó y administró la Franja de Gaza, mientras que Jordania ocupó y luego se anexo Cisjordania y Jerusalén Este. Ironías de la vida, el Presidente Mahmud Abbas ha instado a los palestinos a demandar a Gran Bretaña por la Declaración Balfour “que allanó el camino a los judíos de 1917 a la creación de Israel”.