Para el judaísmo, la Tumba de los Patriarcas es el segundo sitio más sagrado, después del Muro Occidental en Jerusalem. Más de 300,000 personas lo visitan anualmente. La estructura está dividida en tres salas: Ohel Abraham, Ohel Yitzhak y Ohel Yaakov. Actualmente los judíos no tienen acceso a Ohel Yitzhak, la sala más grande, con la excepción de 10 días al año.

MARCOS GOJMAN

La Torá cuenta, en Génesis 23, que Sarah murió a los 127 años en Kiriat Arba, hoy Hebrón. A su muerte, Abraham habló con los hijos de Het para pedirles un lugar para sepultarla. Quería la cueva de Majpelá que le pertenecía a uno de ellos, Efron hijo de Zohar. Éste se la vendió a Abraham por 400 siclos de plata. Génesis cuenta en el 25:9 que Abraham fue sepultado junto a su esposa y en el 49:31, Jacob en su lecho de muerte les cuenta a sus hijos que en esa cueva él sepultó a sus padres Isaac y Rebeca y a su esposa Lea. Jacob fue sepultado por sus hijos también ahí.

Muchos años después, para ganarse el apoyo de los judíos, Herodes el Grande (segunda mitad del siglo I AEC) construyó un recinto rectangular para cercar la cueva de Majpelá, mismo que es una de las pocas estructuras herodianas que se conservan de la época del judaísmo helenístico. El edificio de Herodes, con paredes de piedra de 6 pies de espesor no tenía techo. Los arqueólogos no están seguros dónde se encontraba la entrada original del recinto o incluso si había una.

En la época del Imperio Bizantino, una basílica cristiana fue construida en el extremo sureste del edificio y el recinto fue techado por todas partes excepto en el centro. El peregrino Piacenza (c.570) relata que judíos y cristianos compartían la posesión del sitio. En el año 614, los persas conquistaron el área y destruyeron la basílica, dejándola en ruinas.

En el año 637, la zona quedó bajo el control de los árabes y el edificio fue reconstruido como una mezquita techada. En 1100, después de que el área fue capturada por los cruzados, el recinto una vez más se convirtió en una iglesia y a los musulmanes ya no se les permitió entrar. Durante este período, al edificio se le dio un nuevo techo a dos aguas, ventanas y una bóveda.

Hacia el final del período de los cruzados, en 1166 Maimónides visitó Hebrón y escribió: “El domingo, 9 Marheshvan, dejé Jerusalem para ir a Hebrón a besar las tumbas de mis antepasados en la cueva. Estaba en la cueva y oraba, alabado sea Dios, en gratitud por todo “. En 1170, Benjamín de Tudela visitó el lugar. Él escribió: “Aquí está la gran iglesia llamada San Abram, y este era un lugar de culto judío en el tiempo de la dominación musulmana, pero los gentiles han erigido seis monumentos, respectivamente llamados los de Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Lea.”

En 1188 Saladino conquistó el área, reconvirtiendo el recinto en una mezquita, pero permitiendo a los cristianos continuar orando allí. A finales del siglo XIV, los mamelucos prohibieron a judíos y cristianos entrar en el sitio. Ellos fueron los que le añadieron dos minaretes, adornos en la pared y una fachada de mármol. La prohibición de acceso a judíos y cristianos duró 700 años, hasta 1967.

Para el judaísmo, la Tumba de los Patriarcas es el segundo sitio más sagrado, después del Muro Occidental en Jerusalem. Más de 300.000 personas lo visitan anualmente. La estructura está dividida en tres salas: Ohel Abraham, Ohel Yitzhak y Ohel Yaakov. Actualmente los judíos no tienen acceso a Ohel Yitzhak, la sala más grande, con la excepción de 10 días al año. A la cueva misma nadie tiene acceso. La conflictiva historia de la cueva de Majpelá refleja la problemática relación que hay hasta hoy en día entre las tres religiones que tienen su origen en el patriarca Abraham. Lástima, el lugar podría haberse convertido en el mejor ejemplo de convivencia de las tres.

 

Fuente:alreguelajat.com