Es muy difícil ser hospitalario y es muy difícil actuar como es debido. Sin embargo, es todavía más difícil mantener las formas correctas y a la vez ofrecer hospitalidad a aquel que actúa incorrectamente. “Juzgar para bien” ha de ser de las mitzvot (mandato toraico) más importantes y a la vez más arduas en toda la halajá (ley toraica).

Ésta es una historia rabí Eliezer, el padre del hombre más importante para el jasidismo (el Baal Shem Tov). Por lo que cuentan las leyendas era un hombre extremadamente hospitalario, tan hospitalario que podía dejar de evidenciar los defectos de sus huéspedes. Esta historia es un recordatorio de la importancia que tienen la hospitalidad y los sentimientos de las personas para la Torá. Esperamos la disfruten.

La Prueba

Se cuenta que rabí Eliezer, el padre del Baal Shem Tov, vivía en una aldea. Era tan hospitalario que pagaba a guardias a las afueras del poblado para que viajeros humildes fueran dirigidos hacia su casa y pudieran recibir de sus manos alimento y hospedaje. En el cielo se alegraron de sus acciones y decidieron ponerlo a prueba. El Satán (ángel de la muerte y del juicio) se ofreció a realizar la tarea, sin embargo el profeta Elías pidió ser mandado en su lugar.

En la forma de un méndigo con un palo y un hatillo fue a la casa de Rab Eliezer un Shabat por la noche y lo saludó. Rabí Eliezer ignoró la desacralización del día sagrado (1), porque no quería incomodar al hombre. Lo invitó a su comida y lo alojó en su casa. Tampoco lo reprendió cuando a la mañana siguiente, aun siendo Shabat, el hombre tomó sus cosas y se preparó para continuar su camino. Entonces el profeta se reveló ante sus ojos y le prometió un hijo que haría a los hijos de Israel ver la luz.

Notas:
(1) Está prohibido viajar y cargar cosas en Shabat, para la ortodoxia y el jasidismo es una falta grande.

Fuente: Tales of the hasidim, Martín Buber.