G. Meyerbeer,  músico judío tirado al olvido, resonará mañana en el Teatro Real de Madrid con la gran diva del momento, La Damrau.

P HUERGO CASO PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO :

Jacob Liebmann Beer, fue traido al mundo en  1791 y en la capital de Prusia -Berlín- donde su padre,  Yehuda  Herz Beer, se dedicaba al arte de las finanzas;  su madre , Malka Wulf, también era hija  de la Estrella de David y brillaba en los círculos de la altísima burguesía hasta el extremo de que tenían sinagoga privada en casa. Además de Jacob,  trajeron al mundo un astrónomo y un poeta, calas importantes en el renacimiento judío del S XVIII, La Haskalá.

Jacob -que aún no se llamaba Giacomo- debutó de niño con una pieza de Mozart y la crítica espoleó su fama y su talento llevándole a Viena y a Roma de la mano del instructor de Goethe. Al acabar su formación sería nombrado músico de la corte del Gran Duque Ludwig de Hesse, pero su mérito musical, innegable, le llevaría a pasar a la historia de la Música como creador de la ópera romántica, basada en temas históricos, ejecutados con grandilocuencia, según una técnica de precisión alemana en la que se conjugan los gustos más refinados de lo francés y lo italiano.

En 1817 se trasladó a Italia, a la sombra de Rossini, donde creó gran número de obras -era sumamente prolífico tanto en la composición como en la ejecución. En 1924  su éxito era tal que se le abrieron las puertas de Paris, epicentro musical de la época, donde presentó uno de sus mayores éxitos, Roberto El Diablo, que le encumbró, hasta el día de su muerte, en el músico más importante del momento. Y aún sería mayor éxito Los Hugonotes, soprbe la matanza de estos protestantes a mnos de los católicos,  con más de mil representaciones en la Opera de Paris y que con cuatro horas de duración llevaba al paroxismo al público.

 

Inmensamente rico por obra y gracia de su familia y de su talento -esa mezcla entre la gracia divina y el trabajo continuo- además de enormemente triunfante en la sociedad más exquisita de la época, unido a que nunca ocultó su fe y práctica judías, le prodigaron envidias y enemistades en gran número, incluso de seres a los que él ayudó a triunfar, como Richard Wagner, que lo acusaba de ser más banquero que artista. No obstante fue una gran inspiración, que no maestro, para grandes nombres dela Historia de la Música, desde Donizzeti a Tschaykowsky.

En un momento dado, tras la muerte de su abuela materna, cambió su nombre por el cual es conocido en la Historia de la Música, Giacomo Meyerbeer.

Pero Wganer, una vez muerto Mayerbeer, inició una gran campaña de descrédito contra su gran competidor, llegando a publicarf bajo suedónimo panfletos antisemitas como “Juadaísmo y Música” , que todo el mundo interpretó como un gran golpe bajo contra quien le ayudó incluso monetariametne cuando llegó a Paris. En 1933, los nazis, grandes admiradores de Wagner, prohibieron la música de Mayerbeer, y esto fue el golpe de gracia contra un autor  defenestrado de los escenarios (unido a que sus óperas eran de costoso montaje) A finales de S XX se ha ido reanimando su figura musical, se ha devuelto su nombre a los programas de muchas óperas europeas y americanas y hasta en 2013 se ha puesto una placa en la casa que nació.

Pasó su vida entre París y Berlín, donde fue enterrado, pues su esposa, Minna, no gustaba de París.

Diana Damrau, enamorada de Maerbeer desde su época estudiantil, es una  soprano que  ha grabado una selección de óperas famosas de Meyerbeer como L’AfricaineLes Huguenots , mezcladas con obras muy poco conocidas como Emma di Resburgo y Ein Feldlager in Schlesien, entre otras. Interpretará mañana en el teatro Real de Madrid obras de este gran compositor, pues está promocionando su última grabación sobre su obra.

 

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