Enlace Judío México- La ministra de Cultura de Israel, Miri Regev, protagoniza un nuevo capítulo de su particular guerra puritana contra los escenarios israelíes. En esta ocasión, su objetivo es la obra ¿Qué haré yo con esta espada?, de la directora, actriz y dramaturga española: Agélica Liddell. Su representación forma parte del programa del Festival de Israel y está previsto que suba a escena el viernes, 9 de junio, en el Teatro de Jerusalén. Pero la ministra ha pedido al director del festival, Eyal Sher, que la retire del cartel.

“Estoy sorprendida de escuchar que este año, de nuevo, habrá espectáculos que incluyen desnudos como parte integral de las representaciones que se ofrecerán al público israelí en el festival. Una obra con desnudo integral —incluso en el marco artístico— se opone y socava los valores fundamentales del público israelí, del estado de Israel como estado judío y democrático y la sensibilidad de gran parte de la población”, escribió Regev en una carta dirigida a Sher.

La obra de Liddell —que cosechó un rotundo éxito el año pasado durante su estreno en el Festival de Aviñon— forma parte de la Trilogía del Infinito y se adentra en lo más profundo de la naturaleza humana mediante el erotismo, la violencia, la muerte y la vida. Lleva al espectador al origen de la tragedia a través de dos hechos reales sucedidos en Francia: el asesinato y el canibalismo protagonizados en 1981 por el estudiante japonés Issei Sagawa, que mató y se comió a su compañera de estudios en la Sorbona, y los atentados de París de noviembre de 2015, cuyo máximo exponente fue el ataque terrorista del ISIS a la sala Bataclan, donde murieron 87 personas.

Una fuente de inspiración para una representación de cinco horas interpretada en español, japonés y francés, en la que la autora viaja de Tokio a París a través de un tortuoso camino en el que al final, la ley de la poesía termina triunfando sobre la ley del Estado. Sobre el escenario, realizando ese viaje, una mujer desnuda cuyo objetivo final es despertar en el espectador una reflexión existencial sobre lo bueno y lo malo y sobre lo que pasaría si se pudiera invertir la creación y regresar al origen donde, según la autora, se encuentra el Amor.

Una obra excesivamente transgresora y provocativa a los ojos de la ministra israelí que, además, en su carta, recordaba al director del festival, que se trata de un certamen organizado con fondos públicos y que “no se va a financiar desnudos con el presupuesto del estado”.

 

Fuente: El País