En comunidades religiosas tiende a suceder que a veces los integrantes viven una separación emocional entre lo que piensan y la forma en que viven. Están convencidos de que determinadas acciones los acercan a D-os, o concuerdan con varios de los principios religiosos y piensan que es lo mejor para sus vidas, pero son incapaces de integrarlos a su forma de actuar y de sentir, ello se debe a una falta de incentivo. Rab Raymond Beyda habla de este problema en el siguiente discurso. Específicamente se está refiriendo a la dificultad que sienten los miembros de su congregación para asistir a la sinagoga. Escribe el ejemplo de un colega que cuando sale de compras no siente cansancio, pero nada más pisa el suelo del templo y se le empiezan a cerrar los ojos. Ofrece una solución. Esperamos les guste.

Rab. Raymond Beyda. El cansancio

Podrás haber notado que tú también sientes la dificultad que Josúe siente para mantenerse despierto. Cuando Esaú regresó de los campos, la Torá señala que estaba cansado. Con ello nos enseña que el sentimiento de cansancio que sobrepasa a la persona no necesariamente es el resultado de un trabajo pesado, o cansancio físico, sino una falta de motivación. La moraleja es que tu nivel de energía está directamente relacionado con tu deseo. Entre más una persona desea hacer algo, más energía tiene para hacerlo.

Una persona puede levantarse fresco y feliz muy temprano en la mañana para tomar un avión que lo llevará a sus vacaciones de verano; estará lleno de alegría y entusiasmo incluso antes del amanecer. Sin embargo, a esa misma persona, cuando necesita ir a la sinagoga le cuesta trabajo inclusive levantarse de la cama y vestirse. La diferencia no radica en qué tan cansada está la persona, sino en cuánto desea hacer la actividad que se propone.

Por ello, debemos de esforzarnos en poder apreciar el valor real de nuestras actividades y situarlas en el orden correcto de prioridades. Si logramos hacer eso, podremos ocupar de forma productiva el tiempo tan limitado que tenemos aquí en la Tierra; produciendo momentos de encuentro con nuestro Creador.

El beneficio invaluable que está a tu disposición con esa actividad debería ser suficiente para alegrarte e impulsarte a actuar. Si este pensamiento no te funciona, quizás deberías intentarlo hacer únicamente por el amor de Aquél que provee todas tus necesidades y todos tus gozos.

Escrito por Raymond Beyda / Traducción Aranza Gleason

Fuente: Raymond Beyda Online