Los límites que alcanza la manipulación de la mente humana son sobradamente conocidos.

HECTOR MORALES

Puede resultar malévolo aprovecharse de la inocencia y la ignorancia de las personas para llevar a cabo un cometido escabroso o lograr un objetivo concreto. En periodos de recesión e incertidumbre, la música ha sido capaz de tranquilizar y fortalecer el ánimo de quienes sienten que tienen mucho que perder. La mentira sustituye a la razón, y la manipulación a la melodía que marca el camino hacia el desastre. Así fue la música del Tercer Reich.

Influencias

Ante la necesidad alemana de grandeza por el fracaso en la Primera Guerra Mundial y el odio creciente a los judíos, Hitler encontró en Richard Wagner un refugio musical en el que apoyarse, con grandes paralelismos entre las obras de Wagner y lo que el dictador alemán creía que los judíos implicaban para los alemanes.

Richard Wagner fue reconocido por sus obras dramáticas y su dilatada carrera como compositor clásico, impulsor del romanticismo y la teatralidad musical. A pesar de que se le atribuyen ciertas raíces judías, y además de haber nacido y crecido en la judería de Leipzig, Richard Wagner firmó obras con claro contenido antisemita como El anillo de los Nibelungos o Parsifal.

Es por esta razón que Wagner fue tan influyente en el Führer ya que, como él mismo decía: «Reconozco a Wagner como mi único predecesor. Lo considero como una figura profética suprema». En los discursos de Hitler se apreciaría más tarde y de manera clara la similitud entre el leitmotiv de las obras del compositor y las palabras del Führer.

El Tercer Reich

La integración de la música en la propaganda nazi se remonta a años antes de que el partido alcanzara el poder en 1933. El Reich implementó deprisa la idea sobre la importancia de la música, incluyéndola hasta en los detalles más pequeños. Se compusieron canciones específicas para el Reich que, de habituales, se convirtieron en repertorio estándar, como el himno de la Wehrmacht «Horst Wessel Lied» o el himno de Alemania «Deutschland, Deutschland über Aller».

Dados los precedentes, la música fue utilizada en la propaganda nazi, entre otras cosas, para adoctrinar un país, ya que se consideraban un pueblo con una cultura musical muy arraigada. De esta manera, y para ser consecuentes con sus ideas, necesitaban limitar la variedad existente en la época. Poco a poco se fue rechazando a los músicos judíos, con el objetivo, según el partido, de erradicar cualquier atisbo de judaísmo en la música alemana, para que los propios músicos alemanes pudieran trabajar codo con codo.

Así las cosas, la música en el Reich debía cumplir ciertos estándares. Se limitó la promoción del arte y la música, y muchos artistas o sus obras eran rechazados. Se impusieron reglas estrictas para poder llegar a ser músico en la Alemania nazi. Por un lado había que ser miembro leal del partido nazi y poseer un gran talento musical para ser aceptado como músico, lo que aseguraba el trabajo. Por otro lado sería aceptada cualquier persona no judía que se considerara un genio musical y fuera miembro de la Cámara de la Música del Reich. Con todo ello trataban de justificar su elección de la buena música.

Eran consideradas «buenas músicas» las obras de Richard Wagner, Ludwig van Beethoven y Anton Bruckner, además de los coetáneos Hans Hotter, Herbert Von Karajan, Clemens Krauss, Elly Ney, Hans Pfitzner, Richard Strauss y Li Stadelmann. Las obras de estos artistas eran representadas y escuchadas en la Alemania de la época, mientras que se prohibía el jazz y el swing que triunfaban en Estados Unidos, de la mano de artistas como Benny Goodman y Bing Crosby. Culpaban de la corrupción de su música a los judíos, como permanentes objetivos de las críticas alemanas.

Manipulación en el Tercer Reich

Ernst Hangfstaengl también fue una gran influencia para Hitler. Fue quien le enseñó cómo las bandas de música y los ritmos podían influir de manera mental y física en las personas. De este modo, el régimen utilizaba la radiodifusión como medio más extendido para hacer circular su propaganda. Al principio de la guerra, la canción más difundida por estos sistemas era «Desfilamos contra Inglaterra», uno de los más famosos de la contienda.

Legado

Muchos musicólogos e historiadores desechan u omiten el nombre de cualquier compositor influenciado por la ideología nazi ya que, en su opinión, no aporta nada de valor a la cultura musical general. A pesar de que el pueblo alemán, junto al austríaco, ha sido uno de los más importantes en la historia de la música, su limitación prejuiciosa y racial de la misma supuso un período recesivo y crítico para el país. Tanto es así que entre 1933 y 1944 se compusieron 164 óperas que han sido olvidadas en nuestros días. Un legado casi inexistente marcado por el dolor y el engaño. Las mismas notas efímeras que se olvidaron de llorar con el tiempo.

 

 

 

Fuente:lemiaunoir.com