Enlace Judío México.- Parado a algunas cuadras de la Casa Blanca, Elias Bou Sab, miembro de la delegación libanesa, tuiteó su apoyo a los “miembros de la resistencia” de Hezbolá. Pero el problema real es mucho, mucho peor.

TONY BADRAN

El día después que el primer ministro libanés Saad Hariri se reunió con el Presidente Trump en la Casa Blanca, un miembro de su delegación saludó a Hezbolá en las redes sociales desde Washington. El miércoles pasado, el ex ministro y actual asesor del presidente libanés (un aliado de Hezbolá), Elias Bou Saab, tuiteó un saludo a “todo miembro de la resistencia”—un eufemismo para combatiente de Hezbolá—y a “todo soldado” que combate en el interior de la ciudad nordestina libanesa de Arsal, sobre la frontera con Siria. Más tarde, ese mismo día, Bou Saab, quien es el vicepresidente ejecutivo de la Universidad Estadounidense en Dubái, y es visto generalmente en Líbano como un simpatizante del Partido Nacional Socialista Sirio, posó para una foto con una periodista del canal de televisión NBN que es pro-Hezbolá. La periodista subió la foto en su página de Facebook . Muestra a Bou Saab y a la periodista en una calle de Washington, sosteniendo un cartel con otro saludo a Hezbolá. Este dice: “Desde el interior de Washington, un saludo a los héroes en el interior de Arsal.”

El jefe de Bou Saab, Hariri, fue apenas ligeramente más reservado en su alianza pública con el ejército terrorista libanés—también conocido como “la resistencia.” Después de su conferencia de prensa con el Presidente Trump, en la cual el presidente estadounidense describió a Hezbolá como una amenaza regional y el largo brazo de Irán, el primer ministro dijo a periodistas libaneses, “Combatimos al ISIS y a al-Qaida. Hezbolá está en el gobierno y parte del parlamento y tenemos un acuerdo con él.”

Un acuerdo con Hezbolá suena bastante bien. La visita de Hariri con Trump fue parte de una campaña de información coordinada y multifacética para engañar al gobierno estadounidense para que continúe su apoyo militar y extienda la cobertura política para el orden pro-iraní en evolución en Líbano y Siria. Todos—Hariri, Hezbolá, las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) y sus partidarios y publicistas en Washington—están en la estafa. Todos se benefician—excepto, por supuesto, la gente que continúa sufriendo y muriendo en la región.

Rastreemos la línea de tiempo de la campaña de Hariri y Hezbolá, cuyo objetivo principal fue evidentemente jugar con Donald Trump y sus generales. A fines de junio, las FAL atacaron un campamento de refugiados sirios en la región de Arsal en el nordeste de Líbano, cerca de la frontera siria. El operativo fue acompañado por una campaña grande y coordinada para avivar el fervor patriótico, en el cual los refugiados sirios fueron usados como accesorios. Algunos días después, el jefe de Hezbolá, Hassan Nasrallah surgió con un discurso televisado en el cual él anunció el inicio inminente de la batalla alrededor de Arsal. Algunos días después de eso, comenzaron las operaciones militares, con Hezbolá recibiendo apoyo aéreo del régimen de Assad del lado sirio y apoyo de artillería de las FAL del lado libanés, demostrando el alto nivel de coordinación entre estas dos fuerzas, las cuales están volviéndose rápidamente una bajo el liderazgo iraní.

La sincronización de esta operación—o demostración—difícilmente fue accidental, tampoco: Hariri estuvo haciendo su lanzamiento en Washington en busca de apoyo continuado a Líbano y a las FAL, y para alivianar las sanciones estadounidenses contra Hezbolá.

El segundo acto del juego de engaño libanés comenzó mientras la delegación de Hariri estaba todavía en Washington. El ministro libanés del exterior, Gebran Bassil, un aliado cercano de Hezbolá que acompañó a Hariri, tuiteó el siguiente paso de las FAL desde Washington: Atacar el segundo bolsón retenido por un llamado afiliado del ISIS fuera de Ras Baalbeck, al norte de Arsal. En una entrevista en Washington, Hariri explicó cómo, “el ejército está pasando a capturarlo todo y Hezbolá está pasando a retirarse, porque va a continuar el combate con ISIS, y creemos que ésta es la batalla real.” En otras palabras, se suponía que Washington vea eso, la operación conjunta de Hezbolá con las FAL en Arsal no obstante, ISIS es el enemigo real– y son las FAL las que manejarán esta batalla próxima y crucial. Las FAL deben, por lo tanto, recibir más dinero y armas estadounidenses sin importar su obediencia política a un grupo terrorista con la sangre de cientos de estadounidenses en sus manos.

Para el momento en que salió la entrevista de Hariri, la breve operación en Arsal ya había terminado—con un acuerdo negociado con el grupo anteriormente conocido como el Frente Nusra. El Gen. Abbas Ibrahim, un aliado de Hezbolá que dirige la Seguridad General de Líbano, manejó las negociaciones. Los combatientes de Nusra recibieron paso seguro fuera del área a la provincia Idlib e intercambió prisioneros y cuerpos con Hezbolá.

Ese espectáculo de Hezbolá se enfocó sólo en el bolsón de Nusra cerca de Arsal y evitar el segundo bolsón retenido por ISIS más lejos al norte fue por diseño. La estrategia aquí no estuvo dirigida a alguno de estos grupos, sino a Washington. El bolsón de Nusra había estado involucrado en estas negociaciones por un rato, pero Hezbolá forzó la cuestión—temprano en la operación, un mediador, un funcionario municipal local de Arsal, fue atacado en su coche y asesinado, con algunos acusando a Hezbolá por el asesinato—en este preciso momento, a fin de establecer una opción binaria para que Hariri presente en Washington: las FAL contra el ISIS.

Tan pronto como Hariri había terminado su visita el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington sacó un informe sobre por qué, debido a esta presunta batalla en ciernes con ISIS, Estados Unidos debe continuar, incluso aumentar, su apoyo a las FAL. Atando una cinta limpia a la campaña de información libanesa, el informe, escrito por un promotor de la política pro-FAL que trabaja estrechamente con el mando de las FAL, completó el lanzamiento de Hariri: Apoyar a las FAL no sólo es necesario porque las FAL pronto combatirán al ISIS, sino también porque Hezbolá de otra forma ganaría la llamada batalla de las narrativas con el estado libanés, al cual controla de hecho. Es una estafa espectacular.

Pero la gente que maneja Líbano estos días difícilmente sea lo suficientemente astuta o creativa para soñar por su cuenta algo que sea retorcido e inventivo. Ellos están leyendo el guion escrito por el ex Presidente Barack Obama y su asesor Robert Malley cuando realineaban su política regional estadounidense con Irán. Sabiendo que una alianza llana con Irán nunca agradaría a los votantes estadounidenses y al Congreso de Estados Unidos, Obama ató su política pro-Irán a la campaña contra el ISIS y el extremismo suní—los que todos podían acordar que eran malos. Como Obama no podía colaborar en forma directa con Hezbolá y el CGRI, necesitaba que las FAL sirvieran como cobertura. “Combatir al ISIS” fue el disfraz y las FAL fueron el conducto para una política pro-iraní.

La continuidad de la política regional de Obama significa que las FAL son ahora una pantalla adecuada para todos los involucrados, incluidos Hezbolá y Hariri—por no decir nada de las mismas FAL—se beneficien de la generosidad estadounidense mientras los implementadores de la política de realineamiento pro-Irán—como Brett McGurk—continúan su trabajo bajo Trump. Las FAL son el conducto, y el escenario es su supuesta confrontación con el ISIS. Para estar seguros, sin embargo, esta producción teatral con las FAL también tiene un canal de negociación en curso con el ISIS.

Por su propia parte, Hezbolá quiere fortalecer su control militar y político de vastos territorios de Líbano y Siria despejando el último parche de la frontera entre sus acciones libanesas y sirias. También quiere fortalecer la coordinación abierta y oficial entre el gobierno libanés y el régimen de Assad—algo que ya inició en la operación de Arsal, mediante la participación de la fuerza aérea del régimen sirio y a través de las negociaciones por la evacuación de Nusra.

El punto de estas maniobras es difícilmente un secreto dentro de Líbano. Cuando concluyó la operación de Arsal el diario pro-Hezbolá Al-Akhbar publicó el titular: “El Acuerdo del Interior [de Arsal]: La coordinación en seguridad con Damasco, con cobertura política.” El artículo continuó diciendo que la consecuencia del acuerdo fue que “la coordinación en seguridad con el régimen del Presidente Bashar Assad es inevitable, sin importar cualquier objeción política.”

Hariri ha planteado objeciones a la coordinación abierta con Assad aun cuando él se inclina a entrar en el jaleo de la reconstrucción siria. Pero si Hezbolá y sus aliados van a hacer su voluntad de cualquier manera, el primer ministro libanés calcula que él podría también poner a Washington contra las cuerdas para obtener cobertura estadounidense, o al menos la semblanza de esto. Tal vez los estadounidenses proporcionarán un amortiguador contra Hezbolá, mientras también se libran de ellos comprándolos. Pero eso es más un pensamiento ansioso e ilusorio, expresado en voz alta para hacerse sentir mejor a sí mismos y quizás a los estadounidenses que una probabilidad, o incluso una posibilidad razonable. En otras palabras, es parte de la estafa.

Los libaneses están jugando con la idea de un enfrentamiento entre las FAL y el ISIS para lograr que los estadounidenses paguen. Pero Líbano no está sólo poniéndonos contra las cuerdas para volverse cómplice en su coordinación potencial con Assad. Es bastante peor que eso. Como invoca el informe del CESI, los libaneses están fuera para aprovechar el poder político y militar de Estados Unidos, incluida la presencia del personal de Operaciones Especiales de E.E.U.U. en Líbano—planteando incluso todo tipo de proposiciones, incluyendo que las FAL solicitan participación militar directa de Estados Unidos de su lado. De lo contrario, dice el lanzamiento, ¡ganarán tanto el ISIS como Hezbolá! Y eso sería culpa de Estados Unidos, por supuesto.

Las ramificaciones del juego de estafa libanés son tan serias como viles, incluso aparte de continuar la redefinición de la era de Obama del propósito de la ayuda, y la reescritura de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de ONU en apoyo de una configuración de poder pro-Irán en Líbano. Los libaneses ahora están solicitando a Estados Unidos y al Reino Unido que aumenten su inversión en Líbano y desplieguen más activos en el área fronteriza, convirtiendo efectivamente al ejército de Estados Unidos en los guardianes de las rutas logísticas de Irán entre sus territorios libanés y sirio.

La Gran Estafa Libanesa amenaza obviamente también a Israel. Líbano oriental es el área a través de la cual Irán ingresa armas para Hezbolá. Como Hezbolá y el CGRI han excavado a ambos lados de la frontera entre Líbano y Siria, convirtiendo gran parte del lado sirio en posiciones militares, el área ahora sirve como profundidad estratégica para el grupo en cualquier guerra futura con Israel—y muy probablemente habrá otro teatro de guerra. Como destaqué la semana pasada, los libaneses están aprovechando la inversión de Estados Unidos en las FAL para restringir a Israel en cualquier conflicto futuro: Si Israel devuelve el fuego, estará destruyendo la infraestructura militar y armas pagadas por Estados Unidos. Pedir que Estados Unidos aumente su propio despliegue directo en Líbano convierte a los soldados estadounidenses en escudos humanos para disuadir a Israel.

La conclusión es simple: El gobierno libanés, Hezbolá, y las FAL están manejando juntos un juego de engaño, y Estados Unidos es la marca.


Fuente: Tablet Magazine
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México