IRVING GATELL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO — En realidad, era de esperarse. Cuestión de tiempo para que el integrismo islámico golpeara en Barcelona. Por supuesto, es algo que se le escapa a la lógica con la que funcionan la mayoría de las democracias europeas y, especialmente, a Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Pero eso es sólo porque se rehúsan a ver las cosas como realmente son.

Vamos por partes.

Ada Colau es alcaldesa de Barcelona desde 2015, por parte de PODEMOS, una agrupación política dirigida por Pablo Iglesias, un populista pseudo-iluminado cuyas posturas políticas suelen ser delirantes. Desde entonces, Colau se ha dedicado a convertir Barcelona en la ciudad más amigable para el extremismo islámico, y sus posturas rabiosamente judeófobas y anti-israelíes son bien conocidas.

Acaso el momento más emblemático en esta rendición de Colau ante el extremismo terrorista, fue la invitación que se le hizo a Leyla Khaled para dar una conferencia en la Feria Literaria de Barcelona en abril de este año.

El historial de Khaled es bien conocido. Se trata de la imagen femenina emblemática del terrorismo palestino. Ha sido miembro del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), una organización radical de corte marxista-leninista que desde 1969 ha asesinado a cualquier cantidad de civiles en atentados terroristas. Khaled siempre ha justificado esas muertes “en nombre de la causa”, y participó activamente en secuestros de aviones desde entonces.

La III Feria Literaria de Barcelona se autodenominó “feria de ideas y libros radicales”, y fue en ese marco que se invitó a Khaled como conferencista, labor que viene desarrollando desde los años 70’s y que ha aprovechado para denostar a Israel, a cualquier intento por lograr una paz negociada, y a hacer una apología abierta y desenfadada del terrorismo.

Pero es lo que le encanta a Colau y a la gente de PODEMOS. Son de sobra conocidas las posturas retorcidas de Juan Pablo Monedero, por ejemplo, que no ceja en su defensa a ultranza del gobierno de Maduro y se rebaja al conspiracionismo más vulgar al pretender que la violencia en Venezuela es culpa exclusiva de la oposición, y que todo es en realidad “un complot” de “la derecha internacional” para destruir la “democracia” venezolana.

Barcelona se ha convertido en el principal centro de recepción de inmigrantes musulmanes en España. Incluso, el gobierno habilitó 31 mil viviendas desocupadas para acogerlos, y se calcula que en Barcelona y sus alrededores se han establecido medio millón de musulmanes.

No es un secreto que muchos de ellos son pertenecientes a grupos radicales cuyo objetivo es “la reconquista de Al-Andalús” (nombre en árabe de España).

Pero el gobierno local de PODEMOS no se lo toma como un problema. Bajo el pretexto de dejar que los musulmanes vivan conforme a sus costumbres, muchas mezquitas de Barcelona se han convertido en un criadero de extremistas influenciados, principalmente, por el Estado Islámico.

Jofre Montoto, especialista en extremismo islámico y yihadismo, señaló que al ser parte histórica de Al-Andalús, Barcelona ha adquirido una especie de justificación histórica para que los extremistas quieran atentar allí. Lo sorprendente es que este señalamiento lo hizo desde 2015.

Y no era la primera voz en hacerlo. Ya en 2011, Omar Charach —líder comunitario musulmán— se quejó de que todas las comunidades musulmanas de Catalunya se habían convertido en refugio de extremistas, y que los políticos locales no estaban haciendo nada por resolver el problema, pensando más en buscar votos que en enfrentar los retos que podían representar un problema a mediano o largo plazo.

Si la situación era así en 2011, desde la llegada de PODEMOS al poder en la Ciudad Condal el asunto se radicalizó aún más.

Sin que quede claro cuál es la línea ideológica a partir de la que se toman posiciones en ese partido político (pese a que se presume “de izquierda”), sus líderes —como Iglesias o Monedero— no han tenido empacho en solidarizarse “con la lucha de los árabes en Europa”, o exigir que España se disculpe con los árabes y los musulmanes por la Guerra de Reconquista que se extendió desde el siglo VIII hasta el XV.

En sus desvaríos más notables, las figuras centrales de PODEMOS parecieran soñar con una islamización absoluta de España.

¿Qué es lo que pretendían con eso?

Difícil saberlo, ya que la coherencia tampoco se le da fácilmente a esa agrupación política. Pero es muy probable que se trate de algo que podríamos definir como “síndrome de Chamberlain”: intentar mantener contento al potencial agresor para que no haga ninguna locura.

Esa fue la absurda, irracional y a la postre catastrófica política que Chamberlain siguió con Hitler, a quien le concedió todo lo que quiso con tal de “evitar un guerra” que, de todas maneras, estalló. Chamberlain lo hacía desde su postura evidentemente ingenua de resolver los problemas políticos con una “diplomacia honorable”.

En PODEMOS la lógica es otra. Se trata de una agrupación política cuyos máximos dirigentes están obsesionados con reactivar una especie de socialismo trasnochado y nostálgico, y con ello se han hundido en una obsesión por “estar en contra del imperialismo” (y todo lo que se le parezca), sin importar las cuestiones éticas o los problemas concretos que surjan de ello.

Por eso se defiende irracionalmente a Venezuela o a Corea del Norte, porque el punto no es preocuparse por la gente que está sufriendo en esos países. Pareciera que el punto sólo es ser anti-yanqui, y por eso la irracionalidad se justifica con verborragia que no soporta el mínimo rigor o análisis.

En otros casos más delirantes, la gente de PODEMOS se ha declarado en contra de los programas de asistencia social que puedan ayudar a mejorar las condiciones de vida de la gente que vive en mayor precariedad, porque de ese modo “se les tranquiliza” o “se les adormece”, y entonces ya no están dispuestos a “participar en la revolución social”.

Es decir: ya no están dispuestos a ser carne de cañón (porque, obviamente, si hubiese una revolución armada en España, los líderes de PODEMOS no irían a la trinchera a combatir; como ellos son “indispensables”, estarían a buen resguardo en sus escondites mientras otros sacrifican la piel y los huesos, y derraman su sangre).

En ese sinsentido de sólo tomar partido, PODEMOS en general, y Ada Colau en particular, no se han cansado jamás de evidenciar su simpatía y su apoyo al crecimiento desmedido de las comunidades islámicas y su influencia en Catalunya, pero sobre todo en Barcelona.

Por supuesto, es un hecho que la mayoría de la gente que integra esas comunidades no es miembro de agrupaciones extremistas, pero también es cierto que en Barcelona se han hecho de la vista gorda con el incremento del yihadismo y la radicalización de muchos jóvenes.

El resultado lo tenemos allí: un atentado brutal en una de las calles más emblemáticas de Barcelona, con un saldo de 13 muertos y más de 100 heridos. Y luego, un intento de atentado que se ha saldado con seis heridos y un tiroteo en el que los cinco terroristas fueron eliminados por la policía.

Y ahí es donde parece que todo es ilógico: ¿Por qué en Barcelona? Justo allí es donde el propio gobierno local les ha permitido instalarse y florecer. ¿No sería más razonable que los atentados se perpetraran en otros lugares y que Barcelona se mantuviera como sede de los grupos extremistas?

No. Esa no es la lógica de la yihad, y este día Ada Colau se ha despertado con esa molesta realidad que le acaba de explotar en la cara.

Toda la actitud displicente y hasta cómplice por parte de los políticos de PODEMOS sólo puede ser interpretada por los yihadistas de una manera: debilidad. Y al débil hay que aplastarlo, porque lo que se busca no es su complacencia o su amistad. Lo que se busca es la reconquista de Al-Andalús, y por eso cuando gente como Iglesias, Monedero o Colau ya no sean necesarias, los yihadistas simplemente los eliminarán sin ninguna contemplación.

Por eso Barcelona también es (y seguirá siendo) blanco de ataques terroristas. No importa que sea “friendly zone” para todo tipo de musulmanes, desde los más decentes hasta los más radicales.

Pareciera absurdo por parte de los terroristas islámicos: ahora, como consecuencia del ataque, la policía catalana será más agresiva en su postura ante ellos, y la opinión pública estará más proclive a discutir e incluso apoyar políticas más estrictas en materia de inmigración, y acaso hasta de deportación.

Es decir: es contraproducente. Lejos de beneficiarlos, tensa la situación y hace más fácil que explote un conflicto.

Pero volvemos al punto: la lógica de los yihadistas no es la misma que la de occidente, y menos aún que la de PODEMOS (si acaso se le puede llamar “lógica”).

Justo lo que quieren los yihadistas es eso: la guerra entre dos civilizaciones. Están inmersos en una obsesión religiosa según la cual D-os les dará la victoria final, porque son guerreros santos. No importa que en términos objetivos el Islam esté en desventaja militar ante las naciones europeas y los Estados Unidos. Quieren el choque, quieren la confrontación.

¿Y por qué no la habrían de querer? Hasta el momento, lo único que se han encontrado es un occidente agotado y sin ganas de ponerle control al problema del terrorismo (y por eso su odio incontrolable contra Israel, único país del mundo que ya les tomó la medida y los mantiene a raya). Incluso, se han encontrado con ridículos sectores de occidente (como PODEMOS, o a nivel individual gente como Hollande, Wallstrom o Barak Obama) que hacen todo lo posible para evitar que las democracias occidentales aprovechen sus recursos en una verdadera lucha a fondo contra el terrorismo.

En otras palabras, complejo de Chamberlain. O, para decirlo más simple, debilidad.

Por eso están confiados en que pueden vencer. Mientras que Israel reacciona de inmediato, elimina a los terroristas y luego aplica medidas punitivas, en Europa y Estados Unidos la gente prende velas, escribe mensajes bonitos en cartulinas e incluso compra muñecos de peluche que se agregan a las ofrendas florales en los sitios de la masacre. La gente pone banderas en sus perfiles de Facebook, y repentinamente todo mundo es sentimental y fraterno. Y se ponen a hablar del flagelo del terrorismo y de cómo ha golpeado en Londres, París, Bruselas, Berlín (a Israel no lo mencionan, por supuesto).

Luego procuran desarmar las células involucradas directamente en el ataque, y mantienen en alerta máxima a sus cuerpos de seguridad.

Pero no más.

Siguen permitiendo que los barrios musulmanes se conviertan en guetos en los que las leyes occidentales no funcionan. Siguen permitiendo que la Sharia se aplique en sus propias ciudades. Siguen apelando a un fracasado multiculturalismo para justificar el nulo esfuerzo que se debería hacer para incorporar a los inmigrantes al modo de vida europeo, obligándolos a someterse a los marcos legales occidentales.

Peor aún: siguen pensando que con mantener una postura anti-israelí pueden mantener contentos y hasta tranquilos a los extremistas. Como consecuencia directa de esa digresión ideológica y hasta intelectual, siguen soltando millones de dólares a los palestinos, pese a que saben de sobra que mucho de ese dinero se usa en terrorismo.

El resultado está a la vista: lo que el terrorismo islámico no ha logrado en Israel, lo logra en las ciudades europeas.

Y por molesto que resulte decirlo, es lógico. Era de esperarse.

Si permites que una Feria de literatura se convierta en una “feria de ideas radicales”, invitas a una terrorista para que dé una conferencia, y luego todo es denostar a Israel, el único país que ha desarrollado estrategias eficientes contra el terrorismo, sólo es cosa de tiempo para que una célula extremista sepa que llegó la hora de golpearte.

Por débil. Por timorato. Por medroso.

Claro, habrá que sacrificar a algunos yihadistas, pero no hay problema. Para eso están, y hay muchos. Después de la obligada cacería de brujas, sólo habrá que esperar que los políticos progresistas hagan su labor para devolver a Europa al marasmo, y entonces se empezará a preparar el siguiente golpe.

Será cosa de tiempo para que volvamos a ver las mismas escenas en las noticias: gente en el piso muriendo, policías arriesgando su vida para detener o eliminar a los terroristas, y gente infumable como Monedero que sale a decir que la violencia terrorista en Barcelona es como la violencia de la oposición venezolana, y que el gobierno de Maduro es otra víctima más de este flagelo universal, tanto como los civiles y/o turistas inocentes que murieron en esta ocasión.

Y entonces los yihadistas podrán decir, relamiéndose los bigotes: “Bien. Vamos ganando”.

 

 

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico