Enlace Judío México – Los sauditas necesitan una alianza con Israel, pero para lograrlo deben proponer un acuerdo para los palestinos, aquí es donde el presidente de EE.UU. entra en el juego.

TZVIA GREENFIELD

La ausencia del ministro de Defensa Avigdor Lieberman en la reunión urgente entre el primer ministro Benjamín Netanyahu y el presidente ruso Vladimir Putin en Sochi muestra que el encuentro tenía como objetivo demostrar a los israelíes que su primer ministro puede convocar una reunión con importantes líderes mundiales a corto plazo. Netanyahu obviamente habría preferido reunirse con el presidente de Estados Unidos Donald Trump, ya que es más respetado por los votantes del Likud. Pero Trump, quien se ha dedicado principalmente a su espectacular pelea con los medios, no estaba disponible. La siguiente opción era Putin. Se hace lo que se puede.

El peligro de un atrincheramiento de Irán en Siria y el Líbano es real. El acuerdo firmado recientemente entre Rusia y Estados Unidos sobre su influencia en la región es un motivo de preocupación. Y la cuestión de cómo lidiar con la amenaza iraní, ante la retirada estadounidense y la indiferencia de los rusos, es muy significativa. Pero esto debe ser visto en un marco más amplio, porque la presencia de los iraníes en Siria y sus planes de extender su influencia hacia el sur, y aparentemente en Irak también, a fin de crear un puente terrestre que conduce al Mediterráneo – es una gran amenaza para Israel, pero también para Jordania, Egipto, y Arabia Saudita principalmente.

El reciente acuerdo entre Estados Unidos y Rusia muestra que los estadounidenses han llegado a la conclusión de que una verdadera intervención en Siria provocará un choque con Putin en un momento inadecuado. Por el momento, lo más importante para los estadounidenses es frenar a Corea del Norte, y para ello requieren de la ayuda de los chinos y los rusos (y el esfuerzo para lograr un acuerdo entre Israel y los palestinos evidentemente se posterga). Los estadounidenses se esfuerzan por fortalecer su posición en Irak para crear una barrera, al menos temporalmente, y detener la influencia iraní, proteger a los países sunitas e impedir que Irak se convierta en una amenaza chiíta en la frontera norte de Arabia Saudita.

La cuestión de por qué el presidente Barack Obama abandonó a los países sunitas y fue tan generoso con Irán, un país chiíta, debe ser examinada a fondo a través de la historia. Para Israel, esta política tiene un efecto dramático, no sólo por el peligro que representa, sino también por las repercusiones de la amenaza chiíta para Arabia Saudita. La posibilidad de una mayor influencia iraní desde el norte ha sido la gran pesadilla del reino saudita en una década. Y así, por primera vez en la historia local, Arabia Saudita tiene un verdadero e inmediato interés de cooperar con Israel contra Irán. Debido a que los saudíes carecen de legitimidad para establecer lazos de defensa abiertos con Israel sin presentar al mundo musulmán alguna solución al problema palestino, éste es un verdadero punto de presión para que Estados Unidos avance hacia un acuerdo de paz con los palestinos.

Afortunadamente, Trump cambió la política de Obama de un extremo a otro. El resultado es que Estados Unidos ha vuelto a su alianza con los temibles saudíes, por lo que el primer ministro de Israel tendrá que llegar rápidamente a un acuerdo con los palestinos (y los saudíes), y todo el mundo teme de Trump, incluyendo Netanyahu y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas. La conclusión es evidente: si Trump permanece en la Casa Blanca, existe la posibilidad de detener a Irán, al menos parcialmente, y de lograr un acuerdo con los palestinos. Los ciudadanos de Israel tendrán que decidir si éste es un buen trato o no.

Fuente: Haaretz / Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudíoMéxico