Enlace Judío México – Esta semana se lee la perashá de Noaj (Noé). Al inicio de ella se nos narra cómo D-os decide aniquilar la humanidad gracias a la inmoralidad y decadencia en que los hombres de esa generación cayeron. De todas las razones que podría haber dado para describir la carencia moral de estas generaciones, la Torá usa el robo como ejemplo. De todas las faltas que existen, el robo fue lo que trajo como consecuencia el Gran Diluvio. ¿Por qué? Rab. Ysroel Ciner nos lo explica.

Ysroel Ciner. Compartir el dolor de los demás.

El robo se encuentra en el núcleo de cada pecado. Todos tenemos un tiempo y energía limitados en esta tierra. Se nos da como individuos para que cada uno de nosotros podamos construir una relación con nuestro Creador. Esto se logra mejorando espiritualmente el mundo que nos rodea, agregando el bien que sólo cada uno de nosotros puede agregar. Cada momento que pasa es valioso y es medido. Cuando una persona toma este regalo y abusa de él, cuando usa la energía que se le da para hacer una acción que lo separa de su Creador y daña espiritualmente el mundo que lo rodea se convierte en un ladrón, en su significado más básico. Roba el poder que D-os le dio para ayudar a los otros y ayudarse y lo usa para ocasionarles dolor, lastimando el mundo eternamente. Cuando el mundo se llena de este tipo de acciones es el momento en que llega “el final de toda carne”.

En la Torá, el término “ketz kol basar”, “el final de toda carne” se refiere al día de la muerte. En la perashá de esta semana D-os le comunica a Noé que ese día ha llegado. Es una forma de queja, está diciendo “nadie piensa en mí,” “sus vidas son tan largas que nadie siente miedo a las consecuencias de sus actos”. Roban y asaltan sin poder ver que la muerte se los quitará nuevamente. Como está escrito en Jovos Alevovos (Mandatos del Corazón) una persona puede pasar su vida entera amasando una fortuna que su esposa disfrutará con su segundo esposo. D-os avisa a Noé que la destrucción está cerca.

Ya que en medio de la depravación Noé se levantó como un hombre justo, como un individuo íntegro y sólo él y su familia se negaron a unirse a la maldad que la sociedad fomentaba en ese momento; sólo ellos fueron salvados.

Sin embargo, a las aguas de del Diluvio se le llaman “las aguas de Noé” (Isaías 54:9) ¿Por qué?, ¿en qué forma fue responsable Noé del Diluvio? El Jazal explica que las aguas son llamadas tras su nombre porque Noé jamás rezó por la salvación de sus congéneres. Ya que no le importó el exterminio de su generación, también él es responsable de su destrucción.

Para entender bien este concepto necesitamos explicar más pasajes bíblicos. Más adelante en el Génesis, D-os nuevamente le comunica a Abraham sus planes de exterminar Sodoma y Gomorra. Abraham reza y ruega para que la ciudad sea salvada si D-os encuentra en ella al menos cincuenta hombres justos. Cuando D-os acepta, y Abraham se da cuenta que no hay diez hombres justos vuelve a pedir por la salvación de la ciudad, pero ahora en favor de un número menor de individuos. Esto continúa hasta que D-os acepta el número de diez hombres justos. En este punto Abraham deja de rezar. Según el Jazal, Abraham había aprendido de la generación de Noé; ambos sabían que con un número menor a diez hombres justos, el mundo no podría merecer ser salvado.

A primera instancia esto podría explicar por qué Noé no rezó. Sin embargo, si este es el caso porque se le hace responsable del Diluvio. ¿Por qué esas aguas destructivas recibieron el nombre de Aguas de Noé?

Podemos explicarlo con más fragmentos talmúdicos. Nos dice el Jazal que cuando el faraón decide exterminar a los judíos llama a tres asesores: Bilam, Yitro y Job. Bilam habla a favor de la destrucción de los judíos, dice lo que el faraón quería escuchar; Yitro defiende a los judíos, lo que despierta la ira del faraón, y Job permanece en silencio.

D-os responde a nuestras acciones usando “medida por medida” (midah k’neged midah). Esto quiere decir que la respuesta divina es correspondiente a nuestras acciones. No es un castigo sino una consecuencia. Analicemos un poco más lo que sucede con la figura de los asesores.

Bilam quien promovió que los judíos fueran exterminados, murió él mismo a manos de judíos. Yitro, quien defendió a los judíos, salvó su vida en Midián y conoció ahí mismo a Moisés quien también huía del faraón. Moisés se casó con su hija y Yitro fue incluido al pueblo de Israel. Tenemos dos ejemplos de “medida por medida” que son fáciles de entender. Uno busca el exterminio de los judíos y muere a manos de ellos, el otro busca la salvación de los mismos y es incluido dentro de su pueblo. Sin embargo, el tercer caso es mucho más difícil. Job que permaneció en silencio sufrió un dolor inexplicable. ¿Cómo es que su acción corresponde a su consecuencia?

Veamos el caso de Job. Él realmente quería defender a los judíos, pero al ver el destino de Yitro se dio cuenta que sus palabras caerían en oídos sordos. Creyó que no ganaría nada al hablar y mantuvo su silencio. El terrible dolor que recibió de D-os fue la única forma en que pudo ver su error. ¿Qué hace uno cuando siente un dolor inconmensurable? ¡Grita! Incluso si sus gritos no alivian directamente el dolor, cuando le duele, la persona grita. D-os le enseñó que su silencio era una muestra de indiferencia. Si los planes del faraón le hubiesen importado, habría dicho algo.

Con ello Rab. Jaim explica nuestra disyuntiva. Las aguas del Diluvio son llamadas “Aguas de Noé” porque él no rezó. Si la destrucción del mundo le hubiese afectado, le hubiera rogado a D-os que no lo destruyera, incluso sabiendo que no había más de diez hombres justos y que D-os podía no escucharlo. Cuando te duela grita.

Debemos compartir el dolor de los demás, incluso cuando aliviar ese dolor este fuera de nuestro alcance. Les deseo un gran Shabat.

Fuente: torah.org