Enlace Judío México.- Tal medida dejaría en claro que Estados Unidos apoya el derecho de Israel a la parte occidental de la ciudad.
DANIEL B. SHAPIRO
El Presidente Donald Trump, como sus tres predecesores, hasta ahora ha renunciado a la ley de 1995 que requiere la relocalización de la Embajada de Estados Unidos en Jerusalén. Este mes él dijo a Mike Huckabee en la Trinity Broadcast Network que tardará más la medida para dar “un impulso” a su naciente iniciativa de paz.
Pero Trump ha creado la oportunidad perfecta para combinar su revelación de un plan estadounidense de paz con el anuncio de que mudará la embajada a la capital israelí.
La administración indica que Trump anunciará su propuesta de paz más tarde este año. Para obtener la aprobación de los palestinos y estados árabes, tendrá que incluir un respaldo explícito a un estado palestino. Él tendrá que ser claro en que tal Estado debe comprometerse a vivir en paz al lado de Israel, aceptar disposiciones para asegurar la seguridad de Israel, y reconocer a Israel como un estado judío.
Eso es consistente con la política israelí. Según funcionarios estadounidenses, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, en conversaciones a puertas cerradas, ha reiterado su compromiso con su discurso del 2009 en Bar-Ilan que apoya “un Estado palestino desmilitarizado que reconozca al Estado judío.” Y diplomáticos extranjeros informan que funcionarios estadounidenses han confirmado que entienden que una solución de dos Estados debe ser incluida en cualquier plan estadounidense de paz viable.
Envolver la revelación de un plan estadounidense de paz con un anuncio de la mudanza de la embajada podría asegurar que lo último refuerce lo primero. Pero Trump debe ser claro en dos puntos: La embajada se relocalizará en Jerusalén Occidental, el área de la ciudad bajo soberanía israelí indiscutida. Él también debe explicar que el estatus de Jerusalén Oriental tendrá que ser negociado, y Estados Unidos espera que el resultado incluya una capital palestina en los vecindarios árabes de la ciudad, como parte de una ciudad unificada.
Este enfoque tiene dos ventajas. Primero, reorienta la política estadounidense hacia una solución de dos Estados. En segundo lugar, pincha los mitos que ambas partes usan para engañarse y dilatar el progreso. Los palestinos verán que Estados Unidos apoya fuertemente los derechos históricos judíos e israelíes en Jerusalén, y los israelíes escucharán de su aliado que para terminar el conflicto ellos tendrán que admitir un Estado palestino con una capital en Jerusalén Oriental.
Hay señales de apertura en ambos lados. Los estados árabes, los cuales ya reconocen a Israel como un socio estratégico, podrán ayudar a persuadir a los palestinos que ellos ganarán a partir del respaldo estadounidense a una capital palestina en Jerusalén. Por adelantado, será necesario que Estados Unidos discuta estas ideas con los árabes y los palestinos para ayudar a prepararlos para la mudanza de la embajada.
En Israel, hay reconocimiento de que los intereses propios del estado judío requieren un nuevo enfoque sobre Jerusalén. Como informó Ben Caspit en al-Monitor, Anat Berko, una miembro de la Kneset por el Likud, seleccionada cuidadosamente por Netanyahu, ha presentado un plan que transferiría el control de la mayoría de los barrios árabes de Jerusalén Oriental de Israel a la Autoridad Palestina. Eso ayudaría a asegurar una mayoría judía estable en la Jerusalén israelí. El Ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, ha expresado hace mucho preocupación por el equilibrio demográfico en Israel. Su posición sugiere lógicamente que Israel no tiene ningún interés en absorber a los más de 300,000 residentes palestinos de Jerusalén Oriental. A medida que números crecientes de residentes árabes aceptan la oferta de Israel de solicitar la ciudadanía, el Ministerio del Interior israelí parece estar vacilando.
Ahora debe comenzar la planificación para las consecuencias logísticas, presupuestarias y de seguridad de una mudanza de la embajada, incluidas las probables protestas. Pero estos retos son manejables y no deben impedir que Estados Unidos relocalice la embajada en Jerusalén y a través de ella refuerce los intereses estadounidenses en una solución de dos Estados.
*Daniel B. Shapiro es un miembro visitante en el Instituto para Estudios en Seguridad Nacional en Tel Aviv. Se desempeñó como embajador de Estados Unidos ante Israel de 2011-17.
Fuente: The Wall Street Journal
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico
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