Enlace Judío México – El reconocimiento y el uso de soluciones lingüísticas al conflicto palestino-israelí podrían servir como modelo para la resolución de algunos de los otros conflictos, más destructivos y prolongados, que han plagado durante mucho tiempo a la región.

STANLEY DUBINSKY Y HARVEY STARR

Según una encuesta del Centro de Investigación Pew del 2017, mucha gente cree que el idioma es “el núcleo de la identidad nacional”.

Más del 70% de la población de los EE.UU., Europa, Australia y Japón están de acuerdo en esto. Y sin embargo, como estudiosos de lingüística y ciencia política, sabemos que las personas prestan muy poca atención al idioma, mientras que enfatizan demasiado en la religión, la historia y la cultura, al identificar las fuentes del conflicto.

A diferencia de muchos otros factores, el idioma está profundamente enraizado y no se deja de lado fácilmente. En ninguna parte es el papel del idioma en un conflicto más evidente que en el Medio Oriente. Estos conflictos frecuentemente infringen los derechos de las minorías lingüísticas para usar sus idiomas libremente y sin prejuicios.

Por ejemplo, este es un factor central en el caso de los kurdos turcos y las luchas menos conocidas de los bereberes (tamazigh) en el sur de Libia.

Israel no es una excepción.

Allí, el idioma ha jugado un papel importante en la perpetuación del conflicto árabe-israelí y podría desempeñar un papel para resolverlo.

Hebreo y árabe

Los fundamentos lingüísticos de la situación actual en Israel y Palestina se remontan al dominio británico sobre el territorio entre 1922 y 1948. En ese momento, el inglés, el hebreo y el árabe eran todos idiomas oficiales del Mandato de Palestina, una antigua parte del Imperio Otomano que comprendía el moderno Israel y Jordania, que fue gobernado por Gran Bretaña después de la Primera Guerra Mundial. Cuando Israel declaró la independencia en 1948, el inglés fue eliminado de esta lista, debido en parte a la animosidad israelí hacia los colonizadores británicos.

Desde la independencia, el hebreo y el árabe han compartido el estatus como idiomas oficiales de facto de Israel. Sin embargo, el estatus entre una y otra no es ni lo más cercano a algo igualitario. Además, la sociedad israelí es mucho más lingüísticamente compleja de lo que sugieren sus dos idiomas oficiales.

Con una población de alrededor del 80% judía, el estatus del hebreo supera al árabe. Hasta hace poco, se les exigía a los árabes israelíes que aprendieran hebreo desde el tercer grado, pero los israelíes que hablan hebreo han recibido instrucción en árabe en sus escuelas públicas solo hasta el séptimo grado.

Si bien el árabe en espacios públicos está oficialmente sancionado, algunos sectores de la comunidad de habla hebrea han expresado hostilidad. Se han realizado actos hechos por propia mano contra su uso oficialmente autorizado, como pintar con spray o empapelar carteles callejeros en árabe. Tales eventos han magnificado la distancia social entre los sectores de habla hebrea y árabe. Dado que los árabes israelíes dominan el hebreo con mayor fluidez, los hablantes del hebreo son socialmente desfavorecidos al no poder comunicarse con sus compatriotas israelíes que hablan árabe.

Como se señaló anteriormente, el conflicto lingüístico es mucho más complejo que el “hebreo vs. el árabe”. Las comunidades judías y no judías en Israel tienen, en parte, una superposición de identidades lingüísticas, étnicas y religiosas. Por ejemplo, hay varias variedades distintas de árabe usadas en Israel: árabe estándar, árabe palestino, árabe beduino y judeoárabe. Los oradores de algunas de estas variedades, como el árabe palestino y el beduino, no siempre se pueden entender.

Los judíos israelíes hablan no solo hebreo y árabe sino también inglés, yidish y francés. Israel también es el hogar de la tercera comunidad de habla rusa más grande fuera de la antigua Unión Soviética, después de EE.UU. y Alemania.

Compartir idiomas

Estas divisiones de idiomas mayores y menores dejan a los israelíes de todas las afiliaciones luchando con grandes distancias “sociales” dentro de su pequeño país. Es decir, a pesar de que las personas comparten espacios públicos -como viajar, caminar, jugar y comprar una junto a la otra-, siguen siendo extraños distantes sin un idioma común. Esta distancia es un problema ya que perpetúa y exacerba los conflictos internos de Israel.

Las estimaciones muestran que solo el 10% de los judíos israelíes hablan árabe con fluidez. Muchos menos pueden leer y escribir el idioma. Incluso los árabes que saben hebreo a menudo no están inclinados a utilizar ninguno de los dos idiomas en sus interacciones con los judíos israelíes, prefiriendo en cambio el inglés como un medio neutral. Hablar hebreo, incluso en circunstancias mundanas, puede ser un acto político peligroso para un árabe. Hace dos años, un árabe israelí fue atacado cuando se le escuchó hablar en hebreo en el este de Jerusalén.

Reconocer este problema ha llevado a algunos a probar soluciones orientadas al idioma. En los últimos 10 a 20 años, se han establecido escuelas bilingües hebreo-árabes en diferentes partes del país. Estas escuelas participan tanto en la crianza de una generación de niños verdaderamente bilingües como en el crecimiento de las familias de los estudiantes en comunidades biculturales. Aunque todavía son algo experimentales, creemos que tienen un enorme potencial para crear una población de hablantes de hebreo-árabe que se entenderán y coexistirán en el sentido más fundamental de la palabra.

Parece que su éxito preliminar no se ha perdido en el establecimiento educativo de Israel. En 2016, el Ministerio de Educación de Israel ordenó las clases de idioma árabe, comenzando en primer grado, en las escuelas públicas donde el hebreo es el idioma de instrucción. Este movimiento generó oposición y aún no ha llevado a una educación completamente bilingüe. Sin embargo, el reconocimiento de analistas y legisladores de la necesidad de utilizar soluciones de lenguaje promete abrir caminos nuevos y graduales para resolver el conflicto.

Además, el reconocimiento y el uso de soluciones lingüísticas al conflicto, si se aplican con éxito aquí, de hecho podrían servir como modelo para la resolución de algunos de los otros conflictos, más destructivos y prolongados, que han plagado durante mucho tiempo a la región.


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Fuente: The Conversation / Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudíoMéxico