Enlace Judío México – Cuando los ultraortodoxos no comprenden ni interpretan correctamente a la sociedad israelí, enfurecen a muchos israelíes, que normalmente aceptarían su estilo de vida.Pero debido a su enfoque religioso invasivo, muchos han perdido la paciencia.

TZVIA GREENFIELD

Sólo los ingenuos asumieron que los ultraortodoxos en el gobierno se conformarían con un mar de fondos y amplios beneficios para su comunidad que el primer ministro está feliz de darles, y que finalmente no harían valer sus derechos a través de la torpe intervención y la coerción religiosa. Después de todo, este gobierno aprueba nuevas leyes casi a diario, ¿por qué entonces los jaredíes deben perderse de participar en las festividades en torno a la mesa del gabinete en estos días?

Sin embargo, a pesar de la alegría, la razón de esta lucha por el libre albedrío no es sólo la anarquía reinante entre los políticos debido a las investigaciones policiales del primer ministro. La verdad es que los ultraortodoxos en Israel, y ahora también los ortodoxos, que alguna vez buscaron una síntesis de religión y modernidad, no entienden la esencia del proyecto judeo-sionista del establecimiento del Estado. No se dan cuenta de que su propósito es impartir un sentido de soberanía y responsabilidad a las personas cuya historia los ha humillado y aplastado su identidad. El entendimiento jaredí, hoy también, es el de los nobles que controlan las masas ignorantes y les dicen qué hacer. La regla de sapere aude – “atrévete a saber”, que formuló Immanuel Kant hace 200 años, instituyendo así el espíritu del laicismo – los asusta. Temen del conocimiento y lo combaten, y esa es la verdadera razón por la que se oponen al plan de estudios básico que se enseña en sus escuelas.

El conocimiento es libertad, y los ultraortodoxos no quieren personas libres que estudien y comprendan el mundo para que luego puedan decidir su propio destino. Como seguidores inconfundibles de la doctrina de Hazon Ish, aún están seguros de que el sistema de valores democráticos, que representa el mayor logro del mundo moderno, no es más que un vagón vacío que puede usarse para contenido, acciones y demandas que contradicen la cosmovisión moderna, como, por ejemplo, una actitud igualitaria hacia las mujeres.

Esa extrema falta de comprensión de la importancia del mundo moderno y el valor de la igualdad pueden ser una gran sorpresa. ¿Dónde estuvieron los jaredíes en los últimos 70 años, durante los cuales pudieron haber estado practicando política parlamentaria? ¿En Lublin, o Cracovia? Cuando los ultraortodoxos no comprenden ni interpretan correctamente a la sociedad israelí, enfurecen a muchos israelíes, que normalmente aceptarían su estilo de vida ultraortodoxo. Pero debido a su enfoque religioso invasivo, muchos han perdido la paciencia. Si los jaredíes fuesen inteligentes, no habrían interferido todos los días en la vida del resto de la población en Israel.

El actual gobierno de derecha no hará nada para evitar que los ultraortodoxos continúen empobreciendo a sus comunidades e incrementando su dependencia en la superstición y en los fondos del gobierno. Si tuvieran paciencia, obviamente tarde o temprano lograrían una influencia política tan decisiva que sería imposible interponerse en su camino e impedirles tomar la iniciativa, en función de su población. Pero ahora se apresuran por mostrar su poder, en base a que el primer ministro Benjamín Netanyahu los necesita y no a su verdadero peso en la sociedad israelí.

En su prisa por participar en la fiesta política, los líderes de la sociedad ultraortodoxa también han abandonado las reglas de precaución con respecto al Shabat como un día de descanso. Están creando una ola de oposición incluso de aquellos considerados sus aliados naturales. De esta manera, los ultraortodoxos pueden llevar al gobierno de Netanyahu a un final amargo e inoportuno.

Tzvia Greenfield, ultraortodoxa y ex diputada del partido de izquierda Meretz, es una feroz critica de las actitudes de su propia comunidad hacia el proceso de paz y la modernidad. Obtuvo una maestría en Filosofía e Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén y luego un doctorado en Filosofía Política. En 1993 fundó el Instituto Mifné que promueve la paz, la tolerancia y la democracia en la sociedad ultraortodoxa de Israel.

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