Enlace Judío México – Las conjeturas sobre su texto han variado desde un tipo de latín hasta una derivación de chino-tibetano, pero un par de científicos canadienses parecen haber dado al clavo y sugieren al hebreo como el idioma en el misterioso Voynich.

Dos científicos de Canadá creen haber descifrado el desconcertante código del famoso manuscrito de Voynich que por décadas ha sido un misterio.

“Una vez que lo ves, una vez que descubres el misterio, es una tendencia humana natural tratar de resolver el rompecabezas”, dice Grzegorz Kondrak del famoso laboratorio de inteligencia artificial de la Universidad de Alberta al portal CBC News. “Estaba intrigado y pensé que podía aportar algo nuevo”.

El manuscrito de Voynich ha sido fechado con pruebas de carbono 14 hacia principios del siglo XV. Se cree que es algún tipo de documento sobre la salud de la mujer, pero como está escrito en un idioma desconocido, en un guión desconocido, en un código desconocido, nadie puede asegurarlo.

Sus 240 páginas, que ahora forman parte de la colección Beinecke de la Universidad de Yale, están ilustradas con plantas, estrellas, planetas y mujeres que se bañan. Algunas plantas coinciden con especies conocidas; algunas otras no. También hay diagramas astronómicos que parecen signos del zodíaco; algunos no se parecen a nada de los cielos terrestres.

Su propiedad se remonta a principios del siglo XVII. Su visibilidad surgió hasta tiempos modernos cuando una colección de manuscritos de una biblioteca jesuita en Italia fue comprada en 1912 por un comerciante polaco de libros raros llamado Wilfrid Voynich, quien se interesó en que alguien lo descifrara.

Al menos 8 aspirantes a traductores han declarado el éxito pero luego fueron desacreditados, el más reciente de ellos a fines del año pasado. El manuscrito incluso frustró a los famosos criptógrafos del Bletchley Park de Gran Bretaña, el equipo que rompió los códigos de la máquina Enigma de los nazis.

Las conjeturas sobre el lenguaje de su texto han variado desde un tipo de latín hasta una derivación de chino-tibetano. Pero Kondrak pensó que, además de la lingüistica, poderosos programas de inteligencia artificial podrían ayudar. “El primer paso es probar y descubrir cuál es el idioma”.

Él y su colega Bradley Hauer tomaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las ONU y la tradujeron a 380 idiomas. Utilizando una serie de algoritmos y procedimientos estadísticos complejos, lograron que una computadora identificara el idioma correcto hasta el 97% de las veces.

Al poner el manuscrito a través del mismo procedimiento estadístico, arrojó la hipótesis de que estaba escrito en hebreo, o en alguna lengua abyad emparentada, es decir sin vocales y con sólo consonantes, emparentada. Luego fueron tras el código inmiscuido en el Voynich. Las letras en cada palabra, encontraron, habían sido reordenadas. Muchas vocales fueron desechadas.

Su primera frase completa, según algoritmos informáticos, es “Ella hizo recomendaciones al sacerdote, al hombre de la casa, a mí y a la gente”. Las primeras 72 palabras de una sección producen traducciones que pueden encajar en la botánica: “agricultor”, “luz”, “aire” y “fuego”.

Kondrak reconoce que la recepción de su trabajo por parte de los expertos tradicionales de Voynich ha sido adecuada.

“No creo que sean amigables con este tipo de investigación”, dijo. “La gente puede temer que las computadoras los reemplacen”.

Pero Kondrak asevera que no se trata sólo de lo que las máquinas logren. Se necesita un ser humano para dar sentido a la sintaxis y la intención de las palabras.

“Alguien con muy buen conocimiento de hebreo y que es un historiador al mismo tiempo podría tomar esta evidencia y seguir este tipo de pistas. ¿Podemos mirar estos textos de cerca y hacer algún tipo de trabajo detectivesco y descifrar cuál puede ser el mensaje?” se pregunta el investigador.

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