Enlace Judío México – A partir de esta semana le damos la bienvenida en este espacio a la columna Prisma, del reconocido escritor e historiador Juan Alberto Cedillo, quien entre otras cosas ha publicado una biografía novelada sobre Hilda Kruger, los libros Los Nazis en México y La Cosa Nostra en México, así como una biografía sobre el espía ruso Leonidas Eitingon. Cada semana les traeremos un fascinante capítulo desconocido de la historia de México.

JUAN ALBERTO CEDILLO EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores Genaro Estrada alberga una insólita investigación sobre 400 visas mexicanas que fueron entregadas sin el consentimiento de la dependencia para salvar la vida a judíos de Hungría pero que también terminaron sirviendo a miles para que pudieron escapar al recién creado Estado israelí.

La investigación precisa que en el año de 1944, el último año de la Segunda Guerra Mundial, un diplomático mexicano no identificado, con sede en la embajada de Berna, Suiza, ofreció en secreto las visas a 400 judíos que radicaban en Hungría cuando esa nación estaba ocupada por los nazis.

El diplomático les hizo llegar desde Berna los visados para que pudieran escapar de país y así evitar que los asesinaran.

En esos últimos años del conflicto en Europa la “Solución Final al problema judío” estaba en marcha y los Einsatzgruppen y los equipos especiales de la SS ejecutaban el Holocausto.

Ya había quedado atrás el decreto de expulsar a los judíos de Alemania. Así como la idea de mandarlos a Madagascar o Siberia. Ahora estaba en marcha el exterminio y a pesar de ser una operación “secreta” el desconocido mexicano conoció sobre los crímenes masivos y arriesgó su carrera diplomática para entregar los visados a las posibles víctimas.

Cuando los 400 hebreos se preparaban a huir con el salvoconducto mexicano arribó el Ejército Rojo y derrotó a las hordas de Hitler que ocupaban Hungría, así que las visas se quedaron sin utilizar.

No obstante, la llegada del ejército ruso no significó que los judíos ya estuvieran a salvo debido a que los “pogromos” (devastación en ruso) contra la cultura semita y el linchamiento de sus seguidores habían aparecido durante el Imperio Zarista.

De hecho, se considera que el primer linchamiento que se registró como un pogromo fueron los disturbios antisemitas ocurridos en Odesa en el año de 1821.

Los ataques violentos en el Imperio Ruso contra los judíos casi los eliminan de Ucrania y del sur de Rusia, entre 1881 y 1884. Los linchamientos continuaron tras el derrocamiento del último Zar de Rusia.

Durante la Revolución Soviética de 1917 los pogromos se detuvieron brevemente por órdenes de Lenin pero se reanudaron tras su muerte y con la llegada de José Stalin.

Debido a ello los judíos de Hungría no se sentían seguros. Para escapar ahora de las garras de Stalin las visas mexicanas se comenzaron a falsificar y meses después sirvieron para que una cantidad desconocidas de judíos huyera del país.

Las visas continuaron falsificándose y para 1946 1,200 documentos apócrifos permitieron a esa misma cantidad de judíos abandonar Bucarest, Rumanía, ahora tomada por los rusos, para dirigirse a Palestina donde se estaba edificando el nuevo Estado israelí.

Por estar ofreciendo visados a los judíos, el gobierno Rumano y el Estado Soviético protestaron ante la embajada del gobierno mexicano en Londres y así se pudo conocer el caso del diplomático en Suiza que había proporcionando las visas humanitarias.

Posteriormente de la denuncia de los soviéticos la Secretaría de Relaciones Exteriores comenzó la investigación pero nunca se concluyó y el expediente actualmente descansa en su Archivo Histórico Genaro Estrada.