Enlace Judío México – Mañana es 14 de febrero. En todo el mundo se llevan a cabo costumbres y tradiciones típicas del “Día del Amor y la Amistad” para el mundo Occidental. Aunque en el judaísmo este día carece de significado porque usamos un calendario lunar, quisimos celebrarlo con nuestros lectores preguntándonos ¿Qué es el amor para el judaísmo? ¿Cómo distinguimos un amor verdadero de un enamoramiento? Rab. Dovid Rosenfeld nos habla de ello en el siguiente ensayo. Retoma lo que el Talmud dice de la verdadera amistad y el cariño mutuo.

El Amor verdadero. Rab. Dovid Rosenfeld

“Cualquier tipo de amor que depende de una cosa externa, cuando ese “algo” cesa, el amor también cesa. Cualquier amor que no dependa de algo externo jamás dejará de existir. ¿Cuál es el amor dependiente? El amor de Amón por Tamar, y ¿cuál no es dependiente? El amor de David y Jonatán”

Como siempre las palabras de los Sabios son claras y obvias, sin embargo profundizan sobre aquello que nos rehusamos a ver en nuestras propias vidas.

Un amor que depende de elementos externos no perdurara. En el libro de Samuel leemos sobre Amón el hijo del Rey David que se enamoró de su hermosa media hermana Tamar. Su amigo Yonadav astutamente le recomendó fingirse enfermo para que Tamar se viera obligada a servirle en privado, y de esta forma Amón podría forzarla. Una vez que Amón pecó, empezó a odiar a Tamar con mucha mayor fuerza que el amor inicial que le tenía, lo cual confirma la premisa de nuestra Mishná.

El Talmud nos dice que gracias a esta tragedia ocurrida en el seno de la familia real, la corte del Rey David prohibió a los hombres mantenerse en reclusión con una mujer no casada.

Nuestra Mishná escoge a Amón y Tamar como un ejemplo clásico de este principio. El amor de Amón por Tamar no solamente dependía de algo externo, simplemente era inexistente. Aquello que Amón amaba no era Tamar; se amaba a sí mismo. Quería satisfacer sus deseos sexuales. Y como nos dice el comentarista Rabbeinu Yonah, una vez que logro su cometido, la atracción que sentía por ella se evaporó inmediatamente y se convirtió en odio y disgusto, revelándose como el vacío que siempre había sido.

El amor que se basa en elementos externos, ya sea deseo, dinero o prestigio es en toda medida egoísta. Eso no es amor, es interés propio. Cuando el interés ya no está presente, el supuesto amor será expuesto como el acto egoísta y vacío que siempre fue.

Para darnos un ejemplo de amor verdadero, nuestra Mishná se refiere a una generación anterior, a David y Jonatán, hijo del rey Saul. El libro de Samuel discute el lazo de amistad tan fuerte que había entre estos dos jóvenes. El rey Saul, aunque justo, se convirtió en opresor y vio en David una amenaza para su reinado y dinastía. Jonatán arriesgo su propia vida para salvar a David, aunque el eventual reinado de David significaba que Jonatán mismo jamás reinaría.

Como Rabbeinu Yonah explica, Jonatán mostró tener amor verdadero y desinteresado por David. El lazo de amistad que estos dos jóvenes tenían excedía infinitamente cualquier lazo que surge del deseo entre hombre y mujer. David después alaba Jonatán diciendo: “Tu amor por mí era más grande que el amor a las mujeres” (Samuel 1:26)

Mi maestro rab. Yochanan Zweig hizo una pregunta bastante importante sobre nuestra Mishná.

¿Qué significa un amor que no depende de “nada”? ¿Si existe por qué se aman estas dos personas? ¿Qué los hizo amarse en un primer momento? ¿Es nuestro ideal que amemos sin razón alguna? ¿Qué tipo de amor es ese?

Rab. Zweig explica que sin lugar a dudas la gente empieza amar y forma un primer lazo por algún tipo de atracción. El amor en un inicio sin excepción es siempre dependiente de algo, ya sean intereses en común, experiencias compartidas, o incluso atracción física. Sin embargo, el amor verdadero trasciende estos elementos. El amor verdadero ocurre cuando las dos partes han crecido tanto juntos y han estado tan cerca una de la otra, que su amor no necesita estimulación o impulso externo. De hecho puede volverse más fuerte cuando los deseos físicos son menos dominantes que sus sentimientos; cuando los sentimientos que tienen unos por otros son completamente desinteresados. Al compartir sus vidas y experiencias el uno con el otro, al darse mutuamente y crecer, la pareja se vuelve una entidad, en la que importa más el otro que el individuo.

Ruchoma Shain en la biografía de su padre, recuerda una ocasión en la que su prometido y ella cenaron con sus padres. Platica con sorpresa que ella y su prometido no estaban casados aún y fueron sentados a la mesa uno a la do del otro, mientras que sus padres quienes habían estado casados por largos años fueron sentados separados.

Su padre le contestó, que ella y su prometido al no ser tan cercanos necesitaban proximidad física para recordar su compromiso y reafirmar su sentido de unidad. Tenían que recordar que eran cercanos y estaban enamorados. En cambio, él y su esposa al haber vivido tantos años juntos y haber compartido tantas experiencias, tenían un lazo mucho más profundo, no necesitaban proximidad física para sentirse unidos. La distancia no podía interferir en su cercanía de ninguna forma.

Este es el tipo de lazo al que aspiramos en nuestro matrimonio, al igual que en todas nuestras amistades verdaderas. Las relaciones toman muchos años y mucho esfuerzo. Empiezan con grandes inversiones de tiempo y energía, y por muchos años tendrán ese elemento, ese “algo” externo, del que dependen, ya sea intereses compartidos, necesidad mutua, o atracción física. Sin embargo, en última instancia siempre deseamos cercanía verdadera, desinteresada, independiente y que tenga una energía propia. Cuando sentimos este lazo, o incluso lo percibimos remotamente, empezamos a apreciar la cercanía a la cual una relación puede llegar y la cercanía que nosotros como seres humanos podemos algún día tener con D-s.

Fuente: torah.org