Esta semana el nuevo jefe de la Reserva Federal, Jerome Powell, advirtió sobre nuevas posibles alzas en la tasa de interés de los Estados Unidos ante su crecimiento económico y éxito rotundo en su política monetaria, que logró impulsar la economía al mantener tasas de interés bajas. Así, se habla hoy de una economía recuperada, que genera empleo, y que se reactiva en consumo. La encomienda del nuevo presidente de la FED, es sostener la tendencia positiva con cautela.

ENRIQUE PRESBURGER CHEREM PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

En contraste, al hablar de nuestro país, vemos un escenario donde la política monetaria no tuvo el mismo éxito. Muy por el contrario, vemos un entorno macroeconómico de mayores tasas de interés, menor crecimiento, devaluación cambiaria, e inflación creciente. Esta combinación de factores afecta al crédito y al consumo de manera importante, pues desde diciembre 2015 hasta febrero 2018, el Banco de México elevó de 3 a 7.5% la tasa de interés de referencia; que implica un aumento cercano al 130% en la tasa base que determina los costos de crédito de las empresas, los créditos hipotecarios, automotrices, y el financiamiento al consumo (donde por cierto nos encontramos en niveles récord de morosidad en tarjetas de crédito).

El argumento de nuestro propio banco central para el aumento de tasas fue que se trató de una respuesta a incrementos en tasas en Estados Unidos (para mantener el margen de ganancia a la inversión financiera en México con respecto al país del norte), y la intención de contener presiones inflacionarias provocadas por el aumento en el precio de combustibles y la depreciación del peso.

No obstante la noble intención de “prevenir” tuvimos una depreciación histórica del tipo de cambio, además de la inflación más alta en casi dos décadas. Por lo tanto, la decisión tomada sobre subir las tasas de interés para la resolución de estos problemas es cuestionable; por no decir que estas medidas fracasaron y sólo lograron encarecer el crédito en nuestro país en detrimento del consumo y la inversión.

Las consecuencias de una política monetaria consistente en subir las tasas de interés en tiempos de contracción económica son las siguientes:

Créditos más caros que nunca, que causan récords en morosidad
Se reduce la inversión en sectores productivos y se tiene una menor actividad industrial
-Se tiene un crecimiento económico por debajo de la inflación
-Se fracasa en la meta sexenal de lograr una penetración financiera del 40% del PIB

Observamos entonces el ejemplo de dos liderazgos contrarios en materia de política económica: El primero en los Estados Unidos, donde el país logró reactivar su economía y crecer; El segundo en México, donde se encarece nuestro costo de vida, no se detiene la inflación, y se merma el crecimiento de manera notable.

Quizá es momento de que nuestro siguiente presidente empuje una política económica estratégica y no sólo reactiva ante los movimientos de otros países.