Enlace Judío México.- Mahmoud al-Aloul es el primer vicepresidente de Fatah. ¿Lo hace eso el próximo líder palestino?

GRANT RUMLEY

Si hay algún dinamismo dentro de la política palestina hoy, es en la discusión acerca de quién remplazará finalmente al anciano Mahmoud Abbas, el octogenario presidente que ha reinado por más de una década. Esa discusión alcanzó un estado de excitación extrema después que Abbas permaneció durante la noche en el hospital Johns Hopkins en Baltimore, una visita que sus asesores intentaron describir como rutina. Pero nada es rutina al predecir lo que sucederá una vez que Abbas abandone la escena, y detrás de ella, los distintos aspirantes a la presidencia palestina maniobran para remplazar a su líder de 82 años en un escenario constantemente cambiante.

La dinámica en la Margen Occidental es una de intensa política palaciega. La especulación pública vacila entre esas figuras que son populares (el encarcelado Marwan Barghouti), los que tienen fuerzas de seguridad leales (el líder de Fatah, Jibril Rajoub, y el jefe de la inteligencia de Abbas, Majed Faraj), y los que tienen dinero y favor regional (el exilado Muhammad Dahlan). En medio de esta maniobra política—o tal vez debido a ella—Abbas presentó otro nombre para la discusión de sucesión a principios del año pasado haciendo de Mahmoud al-Aloul el primer vicepresidente del partido Fatah en la historia.

Aloul, 68, fue una selección interesante. Por un lado, él no tiene demasiado perfil nacional. Modesto y sin pretensiones, carece de la personalidad descomunal que poseen muchos de los otros aspirantes a herederos. En nuestra reunión en sus oficinas de Fatah en diciembre, restó importancia a su nombramiento como vicepresidente, una posición que él insiste estuvo siempre allí pero nunca se concretó: “El pueblo le dio mucha importancia cuando fue asignada, pero hay un precedente [para la posición].”

Pero nadie debe dudar de su capacidad para liderar finalmente a los palestinos. Mahmoud Abbas, también, era un virtual desconocido para muchos palestinos cuando fue creada la Autoridad Palestina en 1994. Para la época en que Yasser Arafat murió una década después, él era el claro heredero aparente. Aloul ha crecido de figura periférica a número dos dentro del partido más dominante de la Margen Occidental. Tal vez su techo sea más alto.

Nacido en Nablus en 1950, Aloul fue arrestado por el ejército israelí después de la Guerra de los Seis Días y enviado a Jordania. Allí él se unió rápidamente a Fatah y creció dentro de la organización, relocalizándose en Líbano en la década de 1970 y comandando una brigada militar que en 1983 secuestró a muchos soldados israelíes y pidió rescate por ellos por la liberación de cerca de mil prisioneros palestinos. Como uno de los soldados de a pie de Fatah, fue adjuntado a Khalil al-Wazir, el famoso segundo de Arafat y jefe de operaciones militares que fue ejecutado por comandos israelíes a fines de la década de 1980.

Cuando los palestinos firmaron los Acuerdos de Oslo, muchos funcionarios de la OLP regresaron del exilio a la Margen Occidental y Gaza. Sin embargo, Israel se rehusó a permitir retornar a Aloul por un año debido a su pasada actividad militante. Cuando retornó en 1995, ascendió rápidamente en las filas de la recientemente creada Autoridad Palestina, volviéndose Gobernador de Nablus en 1996. Pero para muchos palestinos, la primera presentación de Aloul fue durante la segunda intifada, cuando uno de sus hijos resultó muerto en los choques. Él dio un discurso nacional que reunió simpatía de los palestinos comunes, antes de retirarse de la política por un rato.

“Vi la realidad de la intifada por la forma en que fue, así que di marcha atrás para hacer duelo. Sé que mi objetivo es alcanzar la independencia para el pueblo palestino, y concluí que la única forma de hacer eso es creando la paz”, me dijo Aloul. Pero, él admite que su discurso público puede ser confrontativo: “Cuando hablo a la gente hablo sobre la importancia de aferrarse a nuestra tierra, de resistir a la ocupación, pero la paz es en lo que creo.”

En el año 2006 Aloul fue electo para el parlamento de la AP, el Consejo Legislativo Palestino (CLP), como Ministro de Trabajo. Tres años después, fue electo para el más alto organismo de Fatah, el Comité Central, donde fue puesto a cargo de la movilización. Como jefe de esa cartera, Aloul fue señalado frecuentemente en marchas y protestas.

Después que un ataque incendiario por parte de extremistas israelíes que mató a muchos miembros de la familia Dawabsheh en Duma, Aloul lideró protestas contra el ataque y estableció comités locales para cuidar otros “puntos de fricción” con Israel.

En noviembre del 2016, Mahmoud Abbas celebró una conferencia partidaria para solidificar su control sobre el poder. Antes de la cumbre, purgó a las facciones rivales dentro de Fatah y recompensó a los leales, incluido Aloul, quien fue reelecto para el Comité Central. Algunos meses después, Abbas y el Comité Central lo nombraron vicepresidente. Su nombramiento fue visto ampliamente como otra salvaguarda para Abbas: Creando a un número dos nominal, Abbas estuvo diluyendo el impacto de los otros centros de poder en el organismo político palestino—desde la OLP a sus rivales en Hamás—que buscan influenciar a quien sea que llegue después de él. Pero Aloul no es apenas otro leal que dice a todo que sí; él tiene aspiraciones propias.

Aloul ha prosperado en el rol de vicepresidente de Fatah, aumentando su perfil diplomáticamente y encabezando la respuesta palestina a las crisis en el terreno, tal como las protestas que enturbiaron a Jerusalén este verano pasado. Mientras tanto, está distinguiéndose del presidente reinante.

Días después que nos reunimos en su oficina, Aloul salió en televisión para declarar que todas las formas de resistencia—tanto violentas como no violentas—son respuestas legítimas al discurso del Presidente Trump reconociendo a Jerusalén como la capital de Israel. Desde entonces, él se ha retractado de esos comentarios insistiendo en que sus métodos preferidos son no violentos, pero ese discurso lo coloca aparte de los otros políticos palestinos que ha crecido en la corte de Abbas. De hecho, como un ex movilizador para Fatah, Aloul, quien nunca participó en conversaciones de paz, está más conectado con el pueblo que muchos en Ramala.

Aloul no está ni cercanamente tan esposado con la diplomacia como el Presidente, tampoco teme adoptar posiciones que Abbas evita típicamente. Muy notablemente, él ha sido durante mucho tiempo escéptico del proceso de paz.

“Con el curso de acción actual que ha adoptado Estados Unidos, no es posible crear paz”, me dijo Aloul, pero Estados Unidos todavía tiene que estar involucrado: “¿Cómo puedes llegar a un punto donde Israel se siente obligado a proporcionar algo si no tienes a Estados Unidos?” En respuesta a esta parálisis, Aloul ha defendido una campaña de presión contra Israel, tanto en casa como en la comunidad internacional. “Tenemos que mirar nuestras opciones—ellas están atadas a la dinámica de poder aquí. Se trata de cuánto puedes movilizar para poner presión sobre Israel y el status quo.”

Para ese fin, Aloul ha instado a los palestinos a salir a las calles. Esto resuena con una mayoría de los palestinos, quienes están cada vez más insatisfechos con Abbas por su priorización de la relación de seguridad con Israel por protestas populares. Al menos parte de la cautela de Abbas acerca del malestar público se debe a su temor que la calle palestina pueda volverse contra la dirigencia en Ramala, un temor que admite Aloul: “Hemos adoptado una política que tenemos que estar en control total de cualquier movimiento público en la calle, de lo contrario otras partes podrían llevarla contra nosotros.”

Son estos otros movimientos a los que Aloul ve aun a través de lentes de suma cero, muy notablemente la facción islámica rival, Hamás. “Los he presionado antes, y para ser honesto, no les creo,” dice Aloul. “Pienso que quieren poder, ese es su único objetivo. Ellos quieren asumir el control de la Autoridad Palestina.”

La desconfianza de Aloul en Hamás es consistente con las opiniones del liderazgo de línea dura más amplio de Fatah, Abbas muy incluido, quien todavía alberga resentimientos desde la guerra civil del 2007, en la cual Hamás expulsó violentamente a Fatah y a la AP de Gaza. Esa guerra fue el resultado de la competencia legislativa del año previo, la cual según muchos palestinos produjo una escisión ideológica irreparable. “Tienes que entender que el Islam político, por su naturaleza, no comparte intereses con otros movimientos,” comenta Aloul. “Hamás tiene poco espacio para la inclusión. Ellos asumirán cualquier forma que necesiten para sobrevivir, pero todavía hay divisiones ideológicas entre nosotros.”

Quizás la mayor ruptura de Aloul con su líder está en su voluntad de alojar, e incluso apoyar, al movimiento de un estado. Un monto creciente de palestinos jóvenes han llamado a su liderazgo a abandonar el tradicional proceso de paz de Oslo en favor de un estado binacional–un eufemismo para la destrucción demográfica del estado mayoritariamente judío en Israel. Incluso el propio hijo de Abbas ha respaldado esta estrategia. A medida que la idea gana popularidad, el liderazgo palestino lo ha aceptado cada vez más. El propio Abbas amenazó ampliamente con proponer esta solución durante su discurso ante la Asamblea General de la ONU este año pasado, y a pocos minutos después del discurso de Trump su principal negociador llamó a todos los palestinos a adoptar formalmente el concepto de un estado.

Aloul es menos temeroso de expresar su apoyo al movimiento de un estado, aunque  todavía es cuidadosamente diplomático en su respaldo a este plan incendiario. Él ve la presión por un estado binacional—algo que podría arrojar a Israel en una crisis existencial—como un posible puntapié inicial para el proceso de paz: “Quizás, al luchar por la solución de un estado obtendremos de hecho dos estados.” En otras palabras, Aloul está manteniendo abiertas sus preferencias a fin de jugar a la franja más amplia del electorado palestino.

Mahmoud Abbas cumple 83 este mes. En sus más de 13 años como presidente, se ha vuelto cada vez más paranoico. En febrero surgieron informes de que él había estado escuchando ilegalmente a miles de palestinos—rivales y aliados por igual—con la ayuda de la CIA. Entre los espiados estaban Mahmoud al-Aloul. Abbas claramente ve a Aloul como alguien que un día podría sucederlo. Tal vez los observadores internacionales deban también.

 

 

Fuente: The American Interest
Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México.