Enlace Judío México.- El 28 de Iyar, fecha del calendario hebreo que este año coincide con el 12 de mayo, se celebra Iom Ierushalaim, el Día de Jerusalén, día en que hace 51 años se reunificó la ciudad de Jerusalén, durante la Guerra de los Seis Días.

La celebración comienza al terminar Shabat, al inicio de la noche del sábado 12 y prosigue el domingo 13 hasta la salida de las estrellas.

Jerusalén es el centro de la vida nacional y espiritual del pueblo judío desde que David la convirtió en la capital de su reino en el año 1003 antes de la Era Común.

Con el establecimiento del Estado de Israel en 1948 volvió a ser la capital de un Estado judío soberano si bien estaba dividida y su parte oriental, incluyendo la Ciudad Vieja, estaba en poder de Jordania. Dos semanas después de la declaración de la independencia, los pocos sobrevivientes del Barrio Judío se vieron obligados a rendirse ante la Legión Árabe, tras varios días de heroica resistencia.

Inmediatamente se les prohibió a los judíos acercarse a Har Ha-Bait (el Monte del Templo) donde se encontraban ambos Templos de Jerusalem, el último de los cuales había sido destruido casi 2.000 años antes) y al Cótel Hamaarabí (Muro Occidental, o “de los Lamentos”).

Sin saber que semanas después estallaría la Guerra de los Seis Días, el alcalde de Jerusalem, Teddy Kolleck, le encomendó en 1967 a la prestigiosa poetisa y compositora Naomi Shemer que escribiera una canción dedicada a la Ciudad Santa, con motivo de Iom Haatzmaut (Día de la Independencia).

Esa fue la génesis de la famosa “Ierushalaim shel zahav” (Jerusalem de oro) que expresa el anhelo del pueblo judío de regresar a la Ciudad Santa.

En la mañana del 7 de junio (28 de íyar de 5727, según el calendario hebreo), Mordejai “Mota” Gur, jefe del Estado Mayor, dio la orden de atacar a las fuerzas jordanas que estaban en la parte dominada por Jordania de Jerusalem y la batalla final se libró en Guivat Hatajmoshet (Colina de las Municiones), un lugar icónico en el cual se luchó cuerpo a cuerpo y cayeron muchos soldados de ambas partes.

Luego de esa sangrienta contienda, las tropas israelíes, con el apoyo de blindados, entraron a la Ciudad Vieja por la Puerta de los Leones, recuperando la soberanía judía sobre toda la ciudad y accedieron al Kótel Hamaarabí, al cual no se había podido llegar durante 19 años, que recuperaron tras duros combates, que incluyeron disparos árabes desde la mezquita de Al-Aksa y sus alrededores.

A las 10:15 hs. se izó la Bandera de Israel en la explanada y el gran rabino de Tzahal (Ejército de Defensa de Israel), Shlomo Goren, tocó el Shofar (tradicional cuerno de carnero utilizado antiguamente para convocar al pueblo), en histórica señal de que el lugar más sagrado había vuelto a manos judías.

Después de la victoria, el 27 de junio, el gobierno presentó en la Knesset (Parlamento israelí) propuestas que determinaron la efectiva unificación de Jerusalén: los límites municipales fueron modificados y su área se triplicó; al mismo tiempo se aprobó una ley que permitía el libre acceso a los lugares sagrados para los miembros de todas las religiones.

Asimismo, Shemer le agregó dos estrofas a su obra, en honor a la victoria, en las cuales rescata que “volvimos a los pozos de agua, el mercado y las plazas” y otra vez “descenderemos al mar Muerto por el camino de Jericó”. Ierushalaim shel zahav también reeditó la promesa de los profetas en el exilio babilónico de nunca olvidar a Jerusalén.

El 12 de marzo de 1968, el gobierno israelí proclamó el 28 de íyar como Iom Ierushalaim y el Superior Rabinato de Israel lo instituyó en el calendario hebreo como día de alegría, alabanza y gratitud.

En junio de 1980, la Knesset aprobó la “Ley Básica de Jerusalén”, que determinó que los lugares santos de todas las confesiones serían protegidos para evitar profanaciones, se garantizaría su libre acceso y el gobierno se ocuparía del desarrollo de la capital, así como de la prosperidad y el bienestar de sus habitantes.

Jerusalén se encuentra en el corazón de Israel, recostada entre los montes de Judea; sus antiguas piedras y su moderna arquitectura, amplios parques, paseos, zonas industriales y suburbios en expansión le confieren una belleza particular, además de la luz de fe y esperanza que irradian.
La ciudad es santa también para el cristianismo y el islam, pero éstos nunca le agregaron un significado nacional, cultural y político, a excepción de un breve período durante las Cruzadas.

Fuente: Itongadol